Tras medio siglo. Ramón Rosal Cortés
el ahora, y no en otra parte, el pasado o el futuro (... ) La pregunta decisiva es la siguiente ‘¿Dónde está la mente cuando el cuerpo está aquí?’ (...) La persona consciente está viva porque sabe cómo siente, dónde está y cuándo es (1966, pp. 191s.).
Por lo demás, podemos encontrar una gran cercanía entre las metas de las diversas terapias humanistas con la de la psicoterapia existencial que, con palabras de Villegas:
No se plantea como meta propia el bienestar social o la adaptación de los individuos a la moral pública, sino la autonomía existencial de la persona (...). Las diversas psicopatías son consideradas en la tradición existencial como formas inauténticas de existencia, como estancamientos o vacíos existenciales, como defensas o negaciones del ‘ser-en-el-mundo’, renuncias o pérdidas de la libertad (Villegas, 1982, prefacio).
Posteriormente, he optado por ofrecer la siguiente definición:
Entiendo por crecimiento personal el proceso por el que se va logrando de forma singular e irrepetible el desarrollo armonioso del conjunto de potencialidades de todo ser humano, y el ejercicio jerarquizado y también armonioso de la pluralidad de tendencias y aspiraciones que animan su existencia, todo ello en coherencia con un proyecto existencial flexible (adaptado a las diferentes circunstancias y edades de la vida), elegido de forma lúcida, libre y nutricia (respecto a uno mismo y a los otros), en concordancia con los valores nucleares de la persona, y abierto a la posibilidad de una realidad transpersonal.
2.2.2. Prioridad de las actitudes del psicoterapeuta respecto a las
técnicas
Me limito aquí a nombrar solamente –salvo una aclaración– las once a las que me referí (1988 y 2001):
a) Considerar al cliente como una personalidad singular e irrepetible.
b) Confianza en las capacidades psíquicas del cliente para un comportamiento creativo en el proceso terapéutico.
c) Ser consciente de los límites de todo modelo psicoterapéutico.
d) Conciencia de las propias limitaciones psíquicas (del terapeuta) y de la necesidad de cuidado de sí mismo.
e) Evitación de la actitud de Salvador (en el sentido en que el Análisis Transaccional acuñó este término).
f) Actitud no favorecedora del establecimiento de una neurosis de transferencia entre terapeuta y cliente.
g) Apertura o receptividad respecto a cualquiera de las dimensiones de la conducta del cliente, y a las vivencias emocionales y cognitivo-intuitivas de la creatividad del terapeuta.
h) Comprensión empática.
i) Resonancia de la experiencia del cliente en el terapeuta, que, sin confundirse con él, deja que se amplifique en su propia persona desde todos los niveles -dimensión corporal y emocional incluidas- para profundizar en las dos actitudes anteriores.
j) Consideración positiva incondicional o calidez no posesiva.
k) La congruencia o autenticidad.
2.2.3. Pluralidad y creatividad tecnológica
2.2.3.1. Integración de procedimientos verbales, imaginarios y psicocorporales
Es aquí donde se ha hecho más patente la actitud metodológicamente integradora de la gran mayoría de las psicoterapias humanistas. Una excepción puede ser la Psicoterapia Centrada en la Persona, de Carl Rogers, por el hecho de que en ella se prescinde de la aplicación de técnicas en la sesión terapéutica. Aunque cabe afirmar que al menos el ejercicio mismo de las actitudes del terapeuta reclamado por Rogers y sus peculiares y breves intervenciones verbales, ya vienen a constituir una técnica, si se permite utilizar aquí este término.
Es sorprendente el hecho de que, a pesar del carácter prioritario que se concede en general, en las psicoterapias humanistas, a las actitudes del terapeuta (siendo muy valoradas las propuestas por Rogers), por encima de las técnicas, se haya manifestado una fecunda creatividad tecnológica. Asimismo ha ido en crecimiento un estilo de sesiones terapéuticas –en mayoría de los modelos o escuelas– no limitados a la vía de comunicación verbal –reconociéndose la indudable importancia de saber cómo escuchar y qué decir, por parte del terapeuta– sino también las vías de la integración de la actividad imaginaria y la dimensión corporal en la sesión terapéutica.
Tanto por parte del Análisis Transaccional –principalmente desde la Escuela de la Redecisión del matrimonio Goulding– como por parte de la Psicoterapia Gestalt, ha sido mayoritaria una actitud de influencia recíproca –en este caso no sólo en lo tecnológico, sino también en lo teórico- y la integración de variadas técnicas imaginarias y psicocorporales procedentes de otros modelos terapéuticos. Esta actitud metodológicamente integradora se ha manifestado en buena parte de los psicoterapeutas humanistas. Aunque inicialmente fue objeto de críticas –en parte, ciertamente, por culpa de la forma descontrolada con la que algunos terapeutas llevaron a cabo la combinación de técnicas– actualmente ya aparecen psicoterapeutas cognitivos y psicoanalistas que se desmarcan de su clásica posición de exclusivismo autosuficiente en sus procedimientos terapéuticos.
En el caso del modelo terapéutico creado por Ana Gimeno-Bayón con mi colaboración, que denominamos “Psicoterapia Integradora Humanista”, y que venimos aplicando desde hace más de treinta años, integramos técnicas –verbales, imaginarias o psicocorporales– procedentes de más de veinte modelos terapéuticos. Sin embargo, hemos rechazado la integración de técnicas cuya sola aplicación implicaría la aceptación de teorías sobre la personalidad humana, la psicopatología, etc., incompatibles con los principios de la Psicología Humanista. Por otra parte, consideramos aceptable integrar algunas técnicas de modificación del comportamiento y de la Psicoterapia Cognitiva, para el tratamiento de algunos problemas específicos.
Procedimientos que combinan lo verbal, lo imaginario y lo psicocorporal, relevantes en las psicoterapias humanistas, son los que podemos considerar inspirados o derivados del Psicodrama de Moreno. Este autor, anterior al surgimiento de la Psicología Humanista, fue el primero en subrayar que es distinto narrar una experiencia personal por parte del paciente, que volverla a experienciar –con ayuda de la imaginación y la expresión corporal– en la sesión terapéutica. Son mayoría los psicoterapeutas humanistas que consideran que los momentos de la sesión con mayor potencia de cambio ocurren preferentemente en la fase experiencial, más que en la informativa. En estos momentos, según el Análisis Transaccional, la persona se está expresando desde el estado del yo Niño Natural o el Pequeño Profesor, más que desde el estado Adulto del yo, que también actuará en otro momento, por ejemplo para planificar la ejecución de lo “redecidido”.
2.2.3.2. Preferencia de lo “experiencial” respecto a lo informativo. La dramatización
El carácter preferente que ha venido teniendo en las sesiones terapéuticas humanistas la actividad experiencial respecto a la meramente informativa puede haber sido la causa de que en algún país se esté, al parecer, generalizando la denominación “psicoterapias experienciales” en sustitución de “psicoterapias humanistas”.
Podemos considerar que los trabajos de tipo “dramatización” que, como he dicho, tienen sus orígenes en el Psicodrama de Moreno, y ayudan a “experienciar” situaciones emocionales dolorosas del pasado, el presente, o el futuro temido o deseado, con intervención de lo verbal, lo imaginario y lo psicocorporal, constituyen un elemento clave de muchas sesiones terapéuticas humanistas. Las técnicas gestálticas del “diálogo con los aspectos escindidos del yo”, y del “diálogo con la silla vacía” (que mayoría practicamos no con sillas sino con cojines en el suelo, para conectar más fácilmente con el “estado Niño del yo”) fueron denominados por Schutzenberger (1980) “autopsicodrama imaginario” y constituyen un prototipo de procedimiento de intervención humanista experiencial. Tiene aplicación tanto en situación terapéutica grupal como individual, como también individual en grupo, que es una modalidad frecuente en la psicoterapia grupal humanista. Por otra parte, en situación grupal, son muchos los terapeutas humanistas que recurren no pocas veces a procedimientos procedentes del psicodrama de Moreno.
No