Tras medio siglo. Ramón Rosal Cortés

Tras medio siglo - Ramón Rosal Cortés


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sobre cada uno de ellos puede consultarse en Gimeno-Bayón & Rosal (2001, pp. 68-84), o en Gimeno-Bayón (2013). En algún momento aparecen contenidos a los cuales ya me he referido en apartados anteriores.

      2.3.1. Presupuestos metateóricos

      1 Epistemológicamente constructivistas

      2 Conciben la realidad en forma sistémica

      3 Entienden al ser humano como parcialmente libre

      4 Conceden una gran importancia al proyecto vital de la persona y a la búsqueda de sentido

      5 Se interesan de modo especial por los temas específicamente humanos

      2.3.2. Principios teóricos

      1 Admiten la presencia de procesos no conscientes en el comportamiento humano

      2 Son psicodinámicas, es decir: conceden importancia especial a las motivaciones y tendencias.

      3 Aceptan la variabilidad de las motivaciones: las aspiraciones del adulto pueden implicar nuevas motivaciones que no sean derivaciones de las infantiles (de base psicofisiológica)

      4 Aceptan también la distinción entre motivaciones y metamotivaciones

      5 Consideran que los valores éticos constituyen un núcleo importante de la personalidad

      6 Considera la unicidad de cada ser humano2.3.3. Principios psicoterapéuticos

      1 Son modelos frecuentemente integradores de posibles técnicas, actitudes y teorías procedentes de otros modelos terapéuticos

      2 Admiten la presencia de elementos transferenciales y contratransferenciales en la relación terapéutica (véase la aclaración que se incluye al final)

      3 Son holistas

      4 El objetivo de la psicoterapia viene dado por la demanda del cliente

      5 Integran la visión del proceso psicoterapéutico como un proceso de solución de problemas2.3.4. Planteamientos metodológicos

      1 Enfatizan la importancia del vínculo terapéutico, y proponen la adopción por parte del terapeuta de las actitudes rogerianas

      2 Exigen al terapeuta un papel activo

      3 Son experienciales

      4 Conceden una importancia relevante al papel de las funciones dependientes del hemisferio derecho

      5 Intervienen en forma idiosincrásica

      6 Resaltan la importancia de los acontecimientos de cambio

      7 Son tecnológicamente pluralistas y eclécticas

      Conviene aclarar algo al menos del punto 2.3.3.b. Admiten la presencia de elementos transferenciales y contratransferenciales en la relación terapéutica, al igual que el psicoanálisis. Pero en clara diferencia con el mismo, no consideran que –salvo que el paciente o el psicoterapeuta estén psicóticos– haya una transferencia o contratransferencia globales. Más bien se tratará de momentos aislados transferenciales y contratransferenciales, o de pautas vinculares habituales tanto del paciente o cliente como del terapeuta, que se mostrarán también en el ámbito terapéutico. Por otra parte los aspectos transferenciales, a diferencia del enfoque psicoanalítico y al igual que hacen los diferentes procedimientos psicoterapéuticos de la Psicología Humanista, son tratados por el psicoterapeuta en forma de desanimar al paciente respecto a ellos y sacarlo de la relación fantasmática a la real que se está produciendo entre ambos en el presente, salvo que deliberadamente ambos acepten momentáneamente algún tipo de técnica que incluya un “como si” en este sentido y a la vez aceptando e integrando los planteamientos de Bowlby sobre la función del terapeuta cuando se refiere a “nuestro papel de ofrecer al paciente una base segura desde la cual pueda explorar, para alcanzar luego sus propias conclusiones y adoptar sus propias decisiones” (Bowlby, 1986, p. 176).

      Capítulo segundo

      LOGROS, ERRORES Y RESPONSABILIDADES PARA EL FUTURO DE LA PSICOLOGÍA HUMANISTA

      Ramón Rosal Cortés

      Se presenta aquí el texto que se ofreció –en forma abreviada– como ponencia en el I Congreso Internacional de Psicología y Psicoterapias Humanistas que tuvo lugar, durante el mes de noviembre de 2015, en Barcelona, en la Universitat Ramon Llull. El objetivo era seleccionar –sobrepasado el medio siglo de historia del Movimiento de la Psicología Humanista– un conjunto de materiales idóneos para futuros trabajos sobre historia de las psicoterapias humanistas. Materiales que respondiesen a tres cuestiones: a) cuáles pueden considerarse logros innovadores de las psicoterapias humanistas que, a su vez, han sido reconocidos e integrados como válidos –al menos en parte– fuera del ámbito del Movimiento de la Psicología Humanista; b) cuáles pueden señalarse como errores principales que se han cometido por una parte de los psicoterapeutas vinculados a modelos humanistas; c) qué responsabilidades sería conveniente que los terapeutas que trabajan en diversos modelos existencial-humanistas asumiesen cara al futuro. Pero antes de responder a estas tres cuestiones es conveniente señalar en qué autores se está pensando –por parte del autor de este trabajo– cuando se utiliza el término –más bien ambiguo de “psicólogo o psicoterapeuta existencial-humanista”.

      …

      Ha pasado más de medio siglo desde que un conjunto de psicólogos y psiquiatras norteamericanos y europeos residentes en los Estados Unidos decidieron reunirse al haber comprobado, a través de sus escritos, y sus intervenciones en congresos, que coincidían en unas mismas inquietudes. Además de psicólogos y psiquiatras –vinculados a diferentes paradigmas y escuelas psicológicas– había otros diversos profesionales de la relación de ayuda. Había también profesores e investigadores sobre otras ciencias humanas, y filósofos. A pesar de su diversidad de saberes, y de teorías psicológicas y psicoterapéuticas, compartían un sentimiento de malestar respecto al concepto de ser humano implicado en el paradigma conductista que tenía el poder en las universidades. También, respecto a algunas de las teorías del psicoanálisis ortodoxo, lo cual no les impedía valorar y agradecer de Freud que fuese uno de los primeros médicos que se tomó en serio el psiquismo humano.

      El teórico de la personalidad Henry Murray nos dejó un resumen de esta inquietud en el párrafo siguiente, en el que describe el concepto de ser humano que ofrecían los psicólogos:

      El hombre es una computadora, un animal, o un niño. Su destino está completamente determinado por genes, instintos, accidentes, condicionamientos y reforzamientos tempranos, fuerzas culturales y sociales […] no se prevé nada para la creatividad, no se admiten márgenes de libertad para las decisiones voluntarias, ni hay ningún reconocimiento atinado del poder de los ideales, ninguna base para acciones desinteresadas (Murray, cit. en Bertalanffy, 1976, pp. 215s.).

      Al mismo tiempo, Ludwig von Bertalanffy, biólogo y teórico de la Ciencia, creador de la Teoría General de los Sistemas, implicado también entre los que compartían la misma inquietud, manifestaba su esperanza y alegría al comprobar que representantes de escuelas neofreudianas (como Fromm y Horney), de la psicología del yo, de nuevas teorías de la personalidad como los humanistas Allport y Maslow, y de la psicología existencial, estaban dispuestos a mostrar la invalidez de lo que Bertalanffy llamaba la imagen del “hombre-robot”, robot de los estímulos ambientales, o de impulsos psicofisiológicos.

      Así surgió el movimiento social de la Psicología Humanista mientras Abraham Maslow y Antony Sutich fundaron el Journal of Humanistic Psychology en 1961, y al año siguiente la American Association for Humanistic Psychology que pronto, al pasar a internacional, suprime el término American.

      Hay que advertir de que el término psicólogo humanista o, más exactamente, psicólogo existencial-humanista, aquí se vincula a tres grupos de personas:

      1. Al colectivo de fundadores y primeros implicados en el Movimiento: Charlotte Bühler, James Bugental, Stephen Cohen, Sidney Jourard, Abraham Maslow, Rollo May, Clark Moustakas, Carl Rogers, S. Stanfelt Sargent y Frank T. Severin. Se desvincularon Kelly, May, Murphy y Murray, aunque May pronto se reintegró.

      2. A los que fueron


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