El Tesoro de David: la revelación Escritural a la luz de los Salmos. Eliseo Vila
MOSSOM [1617-1679]
“The Preacher’s Tripartie, in Three Books. The First, to raise Devotion in Divine Meditations upon Psalm XXV.”, 1657
Vers. 4, 5, 9. Haz lo que sepas hacer, y Dios te enseñará lo que has de hacer. Haz lo que sepas es tu deber presente, y Dios te dará a conocer tu deber futuro cuando decida convertirlo en presente. Ocúpate en evitar las omisiones conocidas, y Dios te guardará de las comisiones temidas. Esta norma es de gran importancia, y por tanto la ilustraré usando la Escritura, una oración de David: “Muéstrame, oh Jehová, tus caminos”, aquellos caminos en los que no pueda errar. “Enséñame tus sendas”, la senda estrecha, con frecuencia poco conocida. “Encamíname en tu verdad, y enséñame”, para que no pueda ser engañado; no solo a conocer tu voluntad, sino a cumplirla. Esta fue su oración, pero ¿qué fundamentos tenía para esperar que fuera escuchada? “Porque tú eres el Dios de mi salvación”, tú, Señor, me salvas, y por tanto no rehusarás enseñarme y guiarme. “En ti he esperado todo el día”, es decir, todo el día, cada día. Los versículos siguientes formulan otros argumentos, pero ¿cuál es la respuesta? La encontramos en el versículo nueve (25:9): “Encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a los mansos su carrera”, es decir, aquellos que estén dispuestos a poner el cuello bajo su yugo,51 que no son jactanciosos, y creyendo que no tienen posibilidad de errar en asuntos importantes y decisivos, pretenden guiarse a sí mismos.
SAMUEL ANNESLEY [1620-1696]
“Morning Exercises at Cripplegate” 52
Vers. 5. Encamíname en tu verdad, y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti he esperado todo el día. [Encamíname en tu verdad, y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti he esperado todo el día. RVR] [Guíame en tu verdad y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti espero todo el día. LBLA] [Encamíname en tu verdad, y enséñame, porque tú eres el Elohim de mi salvación. En Ti he esperado todo el día BTX] [Encamíname en tu verdad, ¡enséñame! Tú eres mi Dios y Salvador; ¡en ti pongo mi esperanza todo el día! NVI] [Instrúyeme en tu verdad; enséñame, porque tú eres el Dios que me salva, en ti pongo mi esperanza cada día. BLP] [Guíame con tu verdad y enséñame, porque tú eres el Dios que me salva. Todo el día pongo en ti mi esperanza. NTV]
Encamíname en tu verdad, y enséñame.53 La misma petición que en el versículo anterior. El niño que empezó a caminar pide que la mano firme de su padre lo guíe hacia delante y lo instruya en el alfabeto de la verdad. La esencia de esta oración es la enseñanza empírica: Guíame de acuerdo con tu verdad, y demuéstrame que eres fiel; guíame a la verdad para que vea su valor inapreciable, guíame por el camino de la verdad para que pueda manifestar su espíritu. David sabía mucho, pero se daba cuenta de su ignorancia y deseaba seguir en la escuela del Señor; en estos dos versículos, solicita cuatro veces una beca en la escuela de la gracia. Sería bueno que muchos maestros, en lugar de seguir sus propios métodos y trazar por sí mismos nuevos cauces de pensamiento, inquirieran sobre los antiguos y buenos caminos de la verdad de Dios, y solicitaran al Espíritu Santo que les infundiera un entendimiento más santificado y un espíritu deseoso de aprender.
Porque tú eres el Dios de mi salvación. El Dios Uno y Trino: Jehová, es el autor y perfeccionador de la salvación de su pueblo.54 Lector, ¿es él el Dios de tu salvación? ¿Hallas en la elección del Padre, en la expiación del Hijo y en el avivamiento del Espíritu, todas las bases de tus esperanzas eternas? Si es así, puedes usar esto como argumento para obtener nuevas bendiciones; pues si el Señor ha ordenado que seas salvo, no te negará instrucción en sus caminos. Es una dicha que podamos dirigimos al Señor con la confianza que David manifiesta aquí; nos proporciona mucho poder en la oración, y nos aporta consuelo en la prueba.55
En ti espero todo el día. La paciencia es la fiel sirvienta de la virtud e hija de la fe; cuando tenemos plena seguridad de que no vamos a esperar en vano, esperamos con alegría. Esperar en el Señor con actitud de servicio, en adoración, con expectación, en absoluta confianza todos los días de nuestra vida, es nuestro deber y privilegio. Nuestra fe será probada, y si es auténtica soportará la prueba sin menguar. No nos cansaremos de esperar en Dios, si consideramos cuánto y con cuánta benevolencia tuvo él que esperar una vez por nosotros.
C. H. SPURGEON
Encamíname en tu verdad, y enséñame. El alma que se muestra insaciable en la oración avanza, se aproxima a Dios y levanta su corazón. Cuando un niño ve a su madre con una manzana en la mano, y la quiere, tira de la mano de su madre, que suelta primero un dedo, pero la sigue agarrando; el niño tira nuevamente y la madre suelta otro dedo, aunque sigue con la manzana en la mano; pero el niño sigue tirando y no deja de tirar y llorar hasta que consigue la manzana. Así también el creyente, hijo de Dios, viendo las múltiples gracias que hay en él, se acerca al trono de la gracia pidiéndolas, y mediante oraciones fieles y sinceras, va abriendo las manos de Dios dedo a dedo. Dios trata a sus hijos como los padres terrenales a los suyos: retiene lo deseado por un tiempo, no porque no esté dispuesto a dárselo, sino para incentivar su anhelo; para aproximarles más a él.
WILLIAM FENNER [1600-1640]
“Hidden Manna”, 1626
En ti he esperado todo el día. Debemos esperar “todo el día”:
1. Esperar, aunque el día sea largo. A pesar de que la espera se haga tediosa; de que se prolongue más allá de nuestros cálculos; aunque después de haber esperado por largo tiempo, tengamos que esperar aún más, y se nos ordene, como el criado del profeta,56 observar el horizonte otras siete veces antes de percibir el menor signo de que la misericordia está en camino.
2. Esperar, aunque el día sea oscuro. A pesar de que, mientras aguardamos lo que Dios va a hacer por nosotros, nos tenga en completa oscuridad respecto a lo que está haciendo y lo que considera mejor hacer. Aunque no veamos signos positivos; y nadie nos diga cuánto tiempo tendremos que seguir esperando. A pesar de ello, sigamos esperando contentos, el tiempo que haga falta, pues sabemos que aunque Dios nos mantenga ahora en la ignorancia, lo sabremos todo más adelante, cuando “el misterio de Dios se habrá consumado”.57
3. Esperar, aunque el día sea tormentoso. A pesar de que estemos no tan solo en calma chicha58 y no avancemos, sino incluso con vientos contrarios que nos hagan retroceder; a pesar de que el mar esté embravecido y el navío de la Iglesia, azotado por olas gigantescas nos dé la impresión de estar a punto de zozobrar; aún entonces debemos esperar siempre lo mejor, campeando el temporal con paciencia. Pues nos queda el consuelo de que Cristo está en el barco; la causa de la Iglesia es suya, es su esposa y le pertenece; él navega juntamente con su pueblo; entonces, ¿por qué temer? (…)
Y esperar “en Dios” implica:
1. Vivir una vida en anhelo de Dios. Sentir sed de él;59 esperar como el mendigo espera a su benefactor, con el deseo sincero de recibir de sus manos la ayuda tan ansiada; esperar como los enfermos aguardaban en el estanque de Betesda, pacientemente bajo los porches, a que fueran agitadas las aguas.60
2. Vivir una vida de deleite en Dios. Esperar “en Dios” es esperar como el amante espera a su amada. El anhelo es amor en acción, como un pájaro batiendo sus alas; el deleite es amor en reposo, como un pájaro en el nido. Debemos mantener nuestro anhelo de Dios, deseando cada vez más de él, y debemos tener también en él nuestro deleite, hasta el punto que nuestro anhelo debe contentarse con él, desechando cualquier otra cosa.
3. Vivir una vida dependiendo de Dios. Esperar “en Dios” es esperar como el niño que vive dependiente de su padre, en quien tiene depositada toda su confianza, y sobre el que proyecta toda su atención. Esperar que todo lo bueno nos viene de él, sabiendo que él es quien obra por nosotros y en nosotros, el que nos da todo bien y nos protege de todo mal; como lo expresa el propio David en otro pasaje: “Alma mía,