El Tesoro de David: la revelación Escritural a la luz de los Salmos. Eliseo Vila

El Tesoro de David: la revelación Escritural a la luz de los Salmos - Eliseo Vila


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la testa cabelluda del que camina en sus pecados”.144 «He añadido pecado sobre pecado, –exclama el alma arrepentida–; he pasado la época de mi juventud que podía haber pasado honrando a Dios y aprendiendo del Señor Jesucristo, pecando. Esto es lo que apenaba a David, como se desprende de sus palabras: “De los pecados de mi juventud y de mis rebeliones, no te acuerdes” (25:7). Y no obstante, no vemos que la juventud de David fuera notoriamente pecaminosa, pero en tanto que no paso por completo su juventud aprendiendo de la Ley y sirviendo al Señor a todas horas, ya le era una carga y motivo de arrepentimiento delante del Señor; cuánto más penoso y abominable a sus almas ha de ser para aquellos cuya juventud ha transcurrido solo en la vanidad, las palabras vanas, en mentir, jurar y blasfemar, profanar el día del Señor con diversiones y excesos de todas clases… cuando la conciencia les acusa y reflexionan, su sentido de pecado ha de ser enorme.

      6 Porque los pecados se acumulan, y una multitud de pecados hace que parezca grande. Esto es lo que llevó a David clamar por la “multitud de tus misericordias”.145

      7 Porque se trata de pecados reincidentes, cometidos rompiendo resoluciones de no volver a pecar, adoptadas a veces en oración e incluso con votos solemnes.

      8 Porque se había apoderado completamente del alma y “reinaba en ella para muerte”.146 ¡Oh! –exclama el pobre pecador–no solo había cometido el pecado, pero sino que me había convertido en su esclavo y sirviente.

      9 Porque se había instalado en la fuente de todo, el corazón; y como suele decirse, siempre hay más agua en el manantial que en los estanques que llena o los arroyos que brotan de él. El pecado instalado en el corazón hace que el hombre exterior peque constantemente.

      10 Porque el pecador toma conciencia de que ha sido hecho cautivo por el diablo que le domina a su voluntad.

      11 Porque grande es la ira de Dios contra el pecado.147 El camino que conduce a cualquier pecador a la liberación de la ira que el pecado acarrea, muestra que el pecado debía ser enorme, dado el enorme precio pagado en el rescate, la sangre del Hijo eterno de Dios.

      12 Por último, porque el pecador sabe que ha incitado y arrastrado a otros a pecar con él, lo cual, sin lugar a dudas, aumenta sensiblemente el tamaño y gravedad de su pecado.

      ANTHONY PALMER (¿?-1678)

      “The Gospel new-creature wherein the work of the Spirit is awakening the soul to get pardon of sin, and an interest in Jesus Christ is plainly opened”, 1658

      Por amor de tu nombre, oh Jehová, perdonarás también mi pecado, que es grande. No te imploro, Señor, alegando mis méritos, que quedan a todas luces por debajo de la más pequeña de tus misericordias; y siendo que yo no miro a mi mérito, tampoco mires tú mi demérito; ya que no apelo a mi dignidad, tampoco tengas en cuenta mi indignidad; antes bien, siendo que eres llamado el Dios de la misericordia, haz honor a tu nombre y se para mí lo que eres llamado; enaltece la gloria de tu nombre siendo misericordioso para con mi pecado, del cual no puedo decir como Lot de Zoar, “¿No es ella pequeña?”.148 No, porque no es pequeño, es grande, porque es contra ti, un Dios tan grande y tan bueno conmigo; y grande, porque mi puesto, mi vocación, mi dignidad real es grande. El sol cuanto más alto está, más pequeño parece; pero mis pecados, cuanto más elevada es mi posición, no solo a tus ojos, sino también a los ojos de otros.

      ROBERT MOSSOM [1617-1679]

      “The Preacher’s Tripartie, in Three Books. The First, to raise Devotion in Divine Meditations upon Psalm XXV.”, 1657

      Por amor de tu nombre, oh Jehová, perdonarás también mi pecado, que es grande. La magnitud de nuestros pecados, no nos aleja de la piedad, todo lo contrario, hace que prevalezca: “Perdonarás mi pecado” ¿por qué? “porque es grande”. En otro pasaje leemos: “Sana mi alma, porque contra ti he pecado”;149 y el profeta Jeremías no duda en exclamar: “Aunque nuestras iniquidades testifican contra nosotros, oh Jehová, actúa por amor de tu nombre; porque nuestras apostasías se han multiplicado, contra ti hemos pecado”.150 Un argumento contundente cuando es alegado con sinceridad por un espíritu humilde y contrito, pues glorifica a Dios como grande en misericordia, rico en bondad, en el cual hay perdón y abundante redención;151 y honra a Cristo como infinito en misericordia. De ahí que el Señor mismo, cuando se siente movido ejercitar su misericordia sobre su pueblo que sufre justamente, agrava primero su pecado hasta los límites, para después derramar sobre él abundantemente su gracia. Así lo expresa el profeta Isaías cuando dice: “Con todo, no me invocaste a mí, oh Jacob, ni te has fatigado por mí, oh Israel… no me honraste con tus sacrificios, sino que pusiste sobre mí la carga de tus pecados, me fatigaste con tus maldades. Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados”.152

      THOMAS COBBET [1608-1686]

      “Gospel Incense Or a Practical Treatise on Prayer”, 1656

      Por amor de tu nombre, oh Jehová, perdonarás también mi pecado, que es grande. «¡Oh!» -exclama Faraón exasperado-. «¡quitad de mi vista estas ranas asquerosas,153 que cese este horrible trueno!».154 Pero, ¿qué dice David? «Señor, ¡perdona la iniquidad de tu siervo!» El uno quería verse libre del castigo, de los efectos y consecuencias del pecado; el otro de la causa, del pecado mismo. Al cristiano verdadero le perturba mucho más el pecado que las ranas o el trueno; pues ve más inmundicia en el pecado que en las ranas y sapos, y más horror en la culpa que en el trueno y los relámpagos.

      JEREMIAH DYKE [1584-1639]

      “Worthy Communicant”, 1645

      Por amor de tu nombre, oh Jehová, perdonarás también mi pecado, que es grande Faraón se quejaba más de los golpes que recibía que no se lamentaba por la dureza del corazón que albergaba en su interior.155 Esaú no lloraba por haber vendido su derecho de primogenitura, que era su pecado; sino de haber perdido la bendición, lo cual era su castigo.156 Esto es lo mismo que llorar por haber aproximado al ojo una cebolla: las lágrimas brotan porque duele. Es actuar como el marinero que arroja los fardos de carga excesiva durante la tempestad, con la esperanza de recogerlos de nuevo cuando los vientos hayan amainado. Muchos son los que se quejan más de las aflicciones que les han acarreado sus pecados, que de los propios pecados que las han provocado; tiemblan más ante la venganza por el pecado que ante el veneno del pecado mismo; el veneno los deleita, el castigo los aterra.

      WILLIAM SECKER [¿?-1681]

      “The Nonsuch Professor”, 1660

      Vers. 12. ¿Quién es el hombre que teme a Jehová? El le enseñará el camino que ha de escoger. [¿Quién es el hombre que teme a Jehová? Él le enseñará el camino que ha de escoger. RVR] [¿Quién es el hombre que teme al Señor? Él le instruirá en el camino que debe escoger. LBLA] [¿Quién es el hombre que teme a YHVH? Él lo instruirá en el camino que debe escoger. BTX] [¿Quién es el hombre que teme al Señor? Será instruido en el mejor de los caminos. NVI] [A quien venere al Señor, él le enseñará qué camino elegir. BLP] [¿Quiénes son los que temen al Señor? Él les mostrará el sendero que deben elegi,,r. NTV]

      ¿Quién es el hombre que teme a Jehová? Dejemos que la pregunta nos lleve a un examen de conciencia. Los privilegios que derivan del Evangelio no son para cualquiera. ¿Somos parte del linaje escogido, de la simiente real o no?157

      Él le enseñará el camino que ha de escoger. Aquellos cuyo corazón es recto no errarán por falta de dirección divina; cuando Dios santifica el corazón, ilumina la mente. Todos deseamos escoger nuestro propio camino; pero, ¡qué misericordia tan grande cuando el Señor dirige esta elección y hace que la libre elección sea la buena elección! Si asumimos la voluntad de Dios haciéndola nuestra, Dios nos permitirá tener nuestra propia voluntad. El Señor no fuerza nuestra voluntad, deja mucho a nuestra elección; sin embargo, instruye nuestra voluntad, y por ello escogemos lo que es agradable a su vista. La voluntad debería estar sometida a la ley; y hay un camino que debemos escoger, pero somos tan ignorantes


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