El Tesoro de David: la revelación Escritural a la luz de los Salmos. Eliseo Vila

El Tesoro de David: la revelación Escritural a la luz de los Salmos - Eliseo Vila


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y deseosa del poder de la gracia para poder escapar, volar libre hacia el reposo eterno junto a su Redentor glorificado.

      GEORGE HORNE [1730-1792]

      “A Commentary on the Psalms in which Their Literal Or Historical Sense, as They Relate to King David, is Illustrated”, 1825

      Vers. 16. Mírame, y ten misericordia de mí, porque estoy solo y afligido. [Mírame, y ten misericordia de mí, porque estoy solo y afligido. RVR] [Vuélvete a mí y tenme piedad, porque estoy solitario y afligido. LBLA] ] [Vuélvete hacia mí y tenme compasión, porque estoy solo y afligido. BTX] [Vuelve a mí tu rostro y tenme compasión, pues me encuentro solo y afligido. NVI] [Atiéndeme, apiádate de mí que estoy solo y desvalido. BLP] [Vuélvete a mí y ten misericordia de mí, porque estoy solo y profundamente angustiado. NTV]

      Vuelve a mí tu rostro. Sus ojos estaban fijos en Dios, pero temía que el Señor, airado, hubiera apartado su rostro de él. A veces la incredulidad nos sugiere que Dios dirige su mirada hacia otro lugar, apartándola de nosotros. Pero si nosotros estamos vueltos hacia Dios, no tenemos razón para temer que él se vuelva de nosotros, antes bien podemos exclamar con osadía: “Vuélvete a mí”. El origen y motivo de la querella está siempre en nosotros, y cuando esta desaparece, no hay nada que nos impida disfrutar de plena comunión con Dios.

      Y tenme piedad. Los creyentes deben permanecer siempre en el banquillo de la misericordia; por muy experimentados que sean, que pueden ir más allá de la oración del publicano: “Dios, ten piedad de mí, pecador”.201

      Porque estoy solo202 y afligido. Estaba solo y encorvado, vuelto hacia la tierra. Jesús, en los días de su carne se hallaba en esta misma condición; nadie podía penetrar en las profundidades secretas de sus aflicciones, pisó el lagar en solitario,203 y por tanto es capaz de socorrer en el sentido más amplio a los que pisan por la senda solitaria.

       Cristo jamás me conduce a estancias más oscuras

       que aquellas que él en su momento visitó;

       y todo aquel que acude al reino de Dios,

       debe entrar por esa misma puerta. 204

      C. H. SPURGEON

      Vers. 17. Las angustias de mi corazón se han aumentado; sácame de mis congojas. [Las angustias de mi corazón se han aumentado; sácame de mis congojas. RVR] [Las angustias de mi corazón han aumentado; sácame de mis congojas. LBLA] [Las angustias de mi corazón se han aumentado. ¡Oh sácame de mis congojas! BTX] [Crecen las angustias de mi corazón; líbrame de mis tribulaciones. NVI] [Mis angustias se multiplican, líbrame tú de mis pesares. BLP] [Mis problemas van de mal en peor, ¡oh, líbrame de todos ellos! NTV]

      Las angustias de mi corazón han aumentado.205 Cuando la tribulación penetra en el corazón y se apodera de él, es verdadera tribulación. En el caso del salmista su corazón estaba ya desbordado de pena, como un pantano repleto a rebosar a causa de grandes riadas; y lo utiliza como argumento a su favor para demandar liberación, y sin duda es un argumento potente. Cuando llega la hora más oscura de la noche, significa que la aurora esta al despuntar; cuando el mar alcanza su punto más bajo, sabemos que la marea está a punto de cambiar; y cuando nuestras tribulaciones han aumentado a tal extremo que se nos hacen insoportables, podemos orar confiados: ¡Oh Señor, sácame de mis congojas!

      C. H. SPURGEON

      Las angustias de mi corazón se han aumentado. Que ningún creyente se sorprenda de ver que sus angustias aumentan desmesuradamente; la aflicción del salmista era tan grande que se le hacía incomprensible incluso a él mismo. Siempre ha sido así para el pueblo de Dios. El camino hacia el cielo está húmedo de las lágrimas y la sangre de los santos.

      WILLIAM SWAN PLUMER [1802-1880]

      “Studies on the Book of Psalms”, 1867

      Sácame de mis congojas. No podemos quejamos de Dios, pero sí podemos quejamos a Dios. Y podemos pedir con espíritu sincero, y sumisión a su santa voluntad, ayuda y liberación.

      WILLIAM SWAN PLUMER [1802-1880]

      “Studies on the Book of Psalms”, 1867

      Sácame de mis congojas. Situaciones puntuales de aflicción proveen la ocasión propicia para orar pidiendo intervenciones especiales de liberación.

      ANÓNIMO

      Vers. 18. Mira mi aflicción y mi trabajo, y perdona todos mis pecados. [Mira mi aflicción y mis trabajos, y perdona todos mis pecados. RVR] [Mira mi aflicción y mis trabajos, y perdona todos mis pecados. LBLA] [Mira mi aflicción y mi fatiga, ¡y carga con todos mis pecados! BTX] [Fíjate en mi aflicción y en mis penurias, y borra todos mis pecados. NVI] [Mira mis aflicciones y penas, perdóname mis pecados. BLP] [Siente mi dolor, considera mis dificultades y perdona todos mis pecados. NTV]

      Mira mi aflicción y mis trabajos. Fijémonos en las numerosas pruebas que atraviesan los santos; en tres versículos encontramos no menos de seis expresiones relacionadas: “Solitario y afligido (25:16)”; “las angustias de mi corazón han aumentado” (25:17); “mis congojas” (25:17); “mi aflicción” (25:18); y “pena” (25:18). Pero fijémonos también en el espíritu sumiso y creyente del verdadero santo, todo lo que pide es: “Señor, mira mi aflicción y mis trabajos” (25:18). No pronuncia ni aun expresa una sola queja; una mirada por parte de Dios basta para contentarle, y habiendo sido concedida, no pide más. Aún más notable es la forma en que sometido a la aflicción, descubre la verdadera causa por la que sufre y pone el hacha sobre la raíz de la misma:

      “Perdona todos mis pecados” (25:18) es el clamor típico de un alma que está más acongojada por el pecado que por el propio dolor, y anhela antes ser perdonada que curada. ¡Bienaventurado el hombre para quien el pecado es más insoportable que la propia enfermedad; pues no pasará mucho tiempo sin que el Señor le haya perdonado la iniquidad y curado la enfermedad! Los seres humanos son parcos y lentos en darse cuenta y admitir la conexión íntima entre el pecado y la aflicción; tan solo un corazón educado por la gracia toma conciencia de ello.

      C. H. SPURGEON

      Mira mi aflicción y mis trabajos, y perdona todos mis pecados.206 De las palabras del salmista en este versículo, aprendemos que el pecado es causa de enfermedad y debilidad del cuerpo. “Hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros”,207 por esta causa. Es algo que no preciso extenderme para demostrarlo, pues contamos con sobrada base escritural: “Jehová te herirá con la úlcera de Egipto, con tumores, con sarna, y con comezón de los que no podrás ser curado; con locura, ceguera y turbación de espíritu…”;208 salmos enteros, como el Salmo 107; y muchos otros pasajes. Es por causa de la enfermedad del alma que Dios nos visita con la enfermedad del cuerpo. Su objetivo es curar el alma al afligir el cuerpo. Y, siendo así, cuando Dios nos visita con la enfermedad del cuerpo, deberíamos pensar que el principal problema a resolver lo tenemos más bien en el cielo con Dios, que entre los médicos terrenales. Empecemos por sanar la enfermedad del alma y nos será mucho más fácil sanar el cuerpo. Esta fue la experiencia de David según leemos en el Salmo 32: “Mientras callé, se consumieron mis huesos en mi gemir de todo el día”.209 Hasta que no resolvió su contencioso con Dios, declarando su pecado sin encubrir su iniquidad,210 gimió y rugió como un animal herido, perdió sus energías y su verdor se volvió en sequedades de estío.211 Pero tan pronto decidió dirigirse directamente a Dios y confesar su culpa, Dios perdonó sus pecados y además sanó su cuerpo. Así que cuando Dios nos visita con enfermedad, el mejor método es ver cómo resolvemos el contencioso con él. Comencemos por averiguar cuál es la situación del alma, puesto que siempre que el Señor toca el cuerpo es por el bien del alma: “hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros”.

      RICHARD


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