El Tesoro de David: la revelación Escritural a la luz de los Salmos. Eliseo Vila
y preferente. ¿Y acaso no es esto un gran secreto? Las mentes carnales no alcanzan a concebir lo que ello significa, y aun los creyentes no pueden explicarlo con palabras, porque no se puede explicar, es necesario sentirlo para entenderlo. La vida espiritual en el plano superior, es, por antonomasia, una senda que el ojo del águila no vislumbra ni el cachorro del león puede seguir el rastro; la sabiduría terrenal y la fuerza física no pueden forzar la puerta de esta cámara interior. Los santos son quienes poseen la clave de los jeroglíficos del cielo; solo ellos pueden descifrar los enigmas celestiales. Han sido iniciados en la comunión de los cielos; y han escuchado palabras que no les es posible repetir a sus compañeros.
Y a ellos hará conocer su pacto. Su antigüedad, garantías, justicia, plenitud, gracia y excelencia, serán revelados a sus corazones y entendimiento, y por encima de todo, la parte que a ellos corresponde, será sellada en sus almas por el testimonio del Espíritu Santo. Los designios de amor que el Señor tiene establecidos para su pueblo en el pacto de la gracia, ha sido de su agradado mostrarlos a los creyentes en el Libro de la Inspiración, y a través de su Espíritu nos conduce al misterio, el misterio oculto de la redención. Quien no conoce y entiende el significado de este versículo en lo profundo de su alma, jamás lo aprenderá de un comentario; simplemente que mire a la cruz, puesto que el secreto está en ella.
C. H. SPURGEON
Los secretos del Señor son para los que le temen, y él les dará a conocer su pacto. Dios es amigo del justo, se siente unido a él con una familiaridad amorosa, y es al justo a quien Dios revela sus secretos, haciéndole partícipe del infortunio y los tormentos que ha reservado para aquellos que ahora medran en este mundo amparándose en la maldad. Pues ciertamente no siente mayor odio a los malvados que amor para con los justos: y tan lejos se mantiene de los primeros, porque le son abominación,172 como cerca está de los segundos, como están los hombres de su amigo más entrañable. Compartir con otro los secretos es concederle el más alto honor; aquel con quien el rey comparte sus secretos ostenta la mayor dignidad. ¡Cuál no será pues el honor de aquel con quién Dios comparte sus secretos! Pues allí donde estén los secretos de Dios, allí está también su corazón. Este era el caso del apóstol Juan,173 respecto el cual afirma San Bernardo174 basándose en el prólogo de su Evangelio: «Da la sensación de sumergirse en las mismísimas entrañas del Verbo divino para desentrañar los misterios de su seno, extrayendo de ellos el meollo de sus secretos más ocultos» Lo mismo cabe decir de Pablo cuando escribe: “hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este mundo conoció”.175 San Gregorio176 siguiendo el latín de la Vulgata, lee en este texto: “sermocinatio Dei”, la comunicación de Dios es con los justos; pero luego añade: “Dei sermocinari est per illustrationem suae praesentiae humanis mentibus arcana revelare”; la comunicación de Dios, mediante la iluminación de su presencia, tiene como objetivo revelar secretos a la mente humana. Pero veámoslo con un enfoque algo más general. No hay en la santidad mayor secreto del que pueda haber en la práctica de cualquier profesión u oficio. Muchos hay que practican un arte o un oficio, pero no lo dominan y no prosperan, porque ignoran sus secretos y misterios; y muchos hay que profesan santidad y no son personas mejores, porque no poseen su verdadero secreto. El secreto de la verdadera santidad únicamente lo posee aquel que es justo en secreto, que comparte con Dios donde nadie lo ve, en su corazón; y con aquel que es justo en secreto, el Señor comparte sus secretos.
MICHAEL JERMIN [1591-1659]
“The fathers institution of his childe. Directing the conversation of his whole life, in respect of God. And of other people. And of himself”, 1658
Los secretos del Señor son para los que le temen, y él les dará a conocer su pacto. Hay un sentido vital que el hombre natural no posee, pues “el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”.177 Por tanto, todas las realidades de la experiencia cristiana quedan por completo fuera de sus percepciones. Hablarle de la comunión con Dios, del sentimiento de perdón, de la esperanza viva y real del cielo, del testimonio del Espíritu Santo, de las luchas de la vida espiritual, es como tratar de razonar con un ciego sobre los matices de los colores o debatir con un sordo sobre armonía musical.
JOHN MORISON [1791-1859]
“An Exposition of the Book of Psalms”, 1829
Los secretos del Señor son para los que le temen, y él les dará a conocer su pacto. Aunque el pacto del Señor con la iglesia visible es público y explícito en todos sus detalles, abierto a todos los hombres, sin embargo, conocer la dulce comunión interior que un alma pueda tener con Dios en virtud de ese pacto, es un misterio limitado al hombre temeroso de Dios, y del cual permanecen ignorantes aquellos que no son firmantes del pacto. Pues la promesa divina es únicamente para los que le temen, ya que tan solo a ellos el Señor les dará a conocer su pacto.
DAVID DICKSON [1583-1663]
“Explanation of the First Fifty Psalms”, 1653
Los secretos del Señor son para los que le temen. A pesar de que el Evangelio es público y abierto a todo el mundo, sin embargo, se le describe como un misterio, y un misterio oculto, que nadie conoce excepto los santos, que son alumnos de la escuela divina y enseñados por Dios mismo: “Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios”.178 De ello se desprende que hay una enseñanza secreta y un aprendizaje secreto. Ahora bien, Dios únicamente enseña a los santos, porque todos los que son enseñados por Dios van a Cristo: “Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí”.179 ¡Ah!, puede que digas: ¿Acaso muchos hombres carnales no conocen el evangelio y debaten acerca del mismo con la fuerza de su intelecto? Respondo a esto con las palabras del apóstol a los Colosenses: “el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria”;180 aunque puedan conocer las cosas que revela el evangelio, no conocen las riquezas de la gloria del mismo; ese conocimiento rico del que habla el apóstol ellos no lo tienen, y por tanto no lo conocen; contemplan el evangelio como el niño de un joyero mira a una perla a lado a su padre, los dos la identifican y llaman por el mismo nombre; la diferencia está en que el niño ignora su valor como joya, algo que el joyero conoce bien, por tanto no se puede decir que ambos la conozcan del mismo modo. Leemos en el evangelio de Mateo que un cristiano se asemeja a un mercader que habiendo hallado una perla preciosa de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró, porque conocía bien el valor de la misma.181 Puede que objetes: ¿Acaso los hombres carnales no conocen también el valor del Evangelio, y suelen discurrir sobre la gracia de Cristo y su valor? Respondo, sí, como quien memoriza el inventario completo de una subasta con sus respectivos precios de salida, pero sin pararse en constatar el valor individual de cada pieza, de la riqueza colgada en el armario de la gracia, de la justicia de Cristo, sin contemplar la gloria de cada cosa; porque esto es necesario “discernirlo espiritualmente”, como bien lo expresa el apóstol: “el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura”.182
THOMAS GOODWIN [1600-1679]
Los secretos del Señor son para los que le temen. La veracidad y apertura de Dios para con su pueblo se pone de manifiesto en la facilidad y sencillez con la que le abre su corazón. Un amigo cercano pero reservado, resulta sospechoso y se hace merecedor de ser relegado a un rincón marginal en los pensamientos de sus amigos; pero el que lleva en su seno, por así decirlo, una ventana de cristal trasparente, a través de la cual sus amigos pueden leer todos los pensamientos que hay en el interior en su corazón, queda libre de toda sospecha de infidelidad. Esto último es lo que hace Dios con sus santos: “Los secretos del Señor son para los que le temen”. Nos da sus claves, que nos permiten penetrar en su corazón y conocer cuáles eran sus pensamientos respecto a nosotros antes la fundación del mundo;183 y lo hace por medio de su