El Tesoro de David: la revelación Escritural a la luz de los Salmos. Eliseo Vila
2:8; Salmo 59:10-17.
92 Números 14:19.
93 Salmo 51:1.
94 Se refiere a SIMEON MAROTTE DE MUIS [1587-1644] nacido en Orleans. Reconocido erudito de la lengua hebrea y profesor en la Real Academia de París, autor numerosas obras sobre los Salmos, aunque la más conocida es su comentario: Commentarius Literalis et Historicus in Omnes Psalmos Davidis, et Selecta Veteris Testamenti Cantica, publicado en 1630 y considerado como una de las mejores obras filológicas escritas sobre el Libro de los Salmos.
95 Sobre esto comenta DIODORO DE TARSO [¿?-392]: «Si Dios es “bueno” por su propia naturaleza, misericordioso y clemente, ¿cómo permite que algunos queden sujetos a castigo? David añade aquí que Dios es “recto” para dejarnos claro que la justicia es también uno de sus atributos, y que en él, la bondad y la justicia va siempre de la mano. Y prosigue diciendo que: “enseña la ley a los que pecan en el camino”, es decir, corrige a los pecadores “en el camino”, en este mundo, evidenciando con ello el justo equilibro entre bondad y rectitud». Y CASIODORO [485-583] añade: «El Señor es particularmente bueno porque aunque su misericordia excede desde el principio todo lo imaginable, sigue esperando la conversión de los pecadores, y “hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos” (Mateo 5:45), concediendo el don de la vida a quienes merecerían ser aniquilados (…) Y es particularmente recto porque después de amonestar a los impíos y advertir a los soberbios en numerosas ocasiones, y de esperar sobradamente, cuando se enfrenta a ellos lo hace para que finalmente vengan a ser sabios y se arrepientan de haber pecado. Su bondad y su rectitud quedan probadas por el hecho mismo de haber establecido una ley, pues al desear que los hombres no pecaran irremisiblemente en la ignorancia, decidió corregirlos mediante una ley. Y para que nadie pudiera decir que esa ley emanaba de su severidad para aplicar el castigo, decidió también instruir en ella a los hombres en bondad y rectitud, enseñando a los que pecan “en el camino” (Vulgata), es decir, aquí en este mundo, que es donde la ley ha sido promulgada para que vivamos por ella rectamente».
96 Éxodo 34:6-7.
97 Isaías 43:25.
98 Isaías 48:11. Utilizamos traducción directa de la versión inglesa KJV para poder mantener el sentido de las comparaciones que hace el autor.
99 Mateo 5:38-48; 22:37-40.
100 Éxodo 23:4.
101 Salmo 49:12, 20; 73:22.
102 Dice CASIODORO [485-583] en su exposición a este versículo: «Entre los humildes y los mansos hay una diferencia. Humilde es aquel que no se deja arrastrar por ningún arrebato de ira, antes bien, sean cuales sean las circunstancias, mantiene siempre un temperamento apacible y conciliador. Mientras que el manso, (del latín “mansuetus” de ‘man”, “mano”, y ‘suetus’, “acostumbrado”: “acostumbrado a la mano”) recibe ese nombre por su capacidad a soportar las afrentas sin devolver mal por mal (Romanos 12:17)».
103 Mateo 11:29.
104 Daniel 10:19; Juan 16:33; Hechos 27:25.
105 Lucas 10:38-42.
106 Dice AGUSTÍN DE HIPONA [354-430]: «Mostrará sus sendas a los humildes, no a los que creyéndose perfectos pretenden ser guías de sí mismos y ocupar siempre los primeros puestos; ni a los con el cuello erguido van dando coces cada vez que se les propone aceptar un yugo fácil y carga ligera (Hechos 26:14; Mateo 11:30)».
107 Mateo 5:3.
108 1 Samuel 24:1-22.
109 Mateo 11:29.
110 1 Samuel 3:9.
111 Isaías 6:11.
112 Se refiere a AGUSTÍN DE HIPONA [354-430]. Epistolae lxxv, ad Auxilio, Carta 250 a Auxilio: “En adsum senex a iuvene coepiscopo, episcopus tot annorum, a collega necdum anniculo paratus sum discere”.
113 Dice al respecto TEODORETO DE CIRO [393-458]: «Quienes se alimentan constantemente de “los Testimonios” del Señor leyendo las Escrituras, aprenden a través de ellas con claridad que todas las disposiciones de Dios nuestro Salvador mantienen un justo equilibrio entre “misericordia y verdad”. A unos, los que se arrepienten de sus pecados, les extiende su misericordia y perdón; a los que perseveran en la fe y la virtud los proclama vencedores y los corona con la verdad y la justicia (2 Timoteo 4:8); y a los que no se arrepienten y persisten en sus delitos y pecados los juzgará con su verdad (Salmo 96:13; 98:9) y les aplicara en su justicia el castigo que merecen».
114 Mateo 18:3.
115 Romanos 8:28.
116 Salmo 23:6.
117 1 Corintios 13:7.
118 Dícese del conjunto de verdades o dogmas que es necesario y merece la pena creer.
119 Job 13:15.
120 2 Timoteo 4:2.
121 Génesis 32:28.
122 Un antiguo himno basado en el texto latino de la Vulgata del Salmo 113:9 (Salmo 115:1 en nuestras versiones) y tradicionalmente relacionado con los Caballeros Templarios en las Cruzadas, repetidamente armonizado en forma de canon continuo por algunos de los más grandes músicos, incluyendo a Mozart y Beethoven a lo largo de la historia, expresa magistralmente este sentir: “Non nobis, non nobis, Domine; sed nomini tuo da gloriam”. Más recientemente el compositor escocés Patrick Doyle [1953-] hizo del mismo un magistral arreglo de armonización coral orquestada para la banda sonora de la película “Enrique v” (1989).
123 Se refiere al jesuita portugués ANTONIO VIEIRA [1608-1697], filósofo y escritor, hombre de ideas muy abiertas, reformador y crítico con la Inquisición, fue misionero en tierras de Brasil donde se distinguió como infatigable defensor de los derechos de los pueblos indígenas, que le dieron el apodo de “Paiaçu” o “el padre grande”. Extraordinario y brillante orador, fue considerado como “el príncipe de los predicadores” en el catolicismo de su época, hasta el punto que por muchos años, en los colegios y universidades portuguesas, la lectura de sus sermones era tarea obligada como ejercicio de literatura.
124 Salmo 143:11, Vulgata.
125 Salmo 25:11, Vulgata.
126 Salmo 51:1, Vulgata: “Ten misericordia de mí, oh Señor, conforme a tu grande misericordia”. La mayoría de nuestras versiones españolas suprimen aquí el calificativo “grande”, pero la versión latina lo tiene muy claro: “magnam misericordiam”.
127 Salmo 51:1, Vulgata: “Conforme a la multitud de tus piedades borra mis delitos”.
128 2 Samuel 7:9.
129 Nehemías 9:10.
130 Génesis 6:4.
131 Apocalipsis 22:13.
132 Proverbios 20:3.
133 Romanos 2:4.
134 Efesios 2:7.
135 Efesios 1:6.
136 Romanos 5:20.
137 1 Timoteo 1:13-14.
138 Filipenses 2:8-9.
139 Salmo 145:8-9.
140 Lucas 18:9-14.
141 Lucas 15:11-32.
142 Se refiere a BERNARDO DE CLARAVAL [1091-1153], doctor de la Iglesia, abad del monasterio de Claraval y reformador monástico francés,