El Tesoro de David: la revelación Escritural a la luz de los Salmos. Eliseo Vila
apóstol– porque es hija de la prueba, la prueba es fruto de la paciencia, y la paciencia nace de la tribulación causada por el enfrentamiento de nuestras virtudes con las tentaciones del enemigo, y que esculpe en nuestro carácter la imagen y verdadero conocimiento de Dios (Romanos 5:3-5)».
230 MARGARET WILSON [1667-1685] una joven escocesa de dieciocho años perteneciente al movimiento de los “Covenanters” o “Luchadores del Pacto” (Ver al respecto Salmo 34:10 – Nota 96 ) fue condenada a morir ahogada por negarse a reconocer bajo juramento al rey JACOBO II [1633-1701] como cabeza de la Iglesia de Anglicana. Fue encadenada junto con otra mártir, Margaret McLachlan, a ser atada a un poste situado estratégicamente en el mar durante la marea baja para que cuando subiera, las cubriera por completo. Mientras el agua iba subiendo le ofrecieron la posibilidad de orar por el Rey, cosa que hizo, pero siguió negándose a reconocerle. Cuando ya el agua comenzaba a entrarle en la boca por el movimiento de las olas comenzó a recitar el Salmo 25 hasta llegar a las palabras de este versículo. Fue enterrada en la iglesia de Wigtown.
231 Se refiere al Acto IV Escena IV de la obra trágica en cinco actos de WILLAM SHAKESPEARE [1564-1612] “Coriolanus” escrita entre 1605 y 1608, conocida en español como “Coroliano”. Basada en las “Vidas Paralelas” de Plutarco [45-57], narra la historia de CAYO MARCIO CORIOLANO [siglo v a.C.], un brillante general romano que habiendo sido desterrado de Roma planea un brillante asalto a la ciudad. Tan solo las rogativas desesperadas de su madre evitan que arrase Roma, aunque finalmente, el haber seguido tal consejo de su progenitora le acarrea su propia destrucción.
232 En hebreo תֹּם־וָיֹ֥שֶׁר יִצְּר֑וּנִי כִּ֝֗י קִוִּיתִֽיךָ tōm-wāyōšer yiṣṣərūnî kî qiwwîṯîḵā. La versión griega de los LXX o Septuaginta lee: ἄκακος καί εὐθύς κολλάω ἐγώ ὅτι ὑπομένω σύ κύριος que la Vulgata traduce al latín como: “innocentes et recti adheserunt mihi quia sustinui te”, “Los inocentes y los justos se han unido conmigo, porque te he aguardado a ti”.
233 FRANCISCO LACUEVA [1911–12055] en el “Comentario de Matthew Henry” nos hace observar que «este último versículo cae ya fuera del orden alfabético del salmo, pues se inicia con la letra פ pei, mientras que la última letra del alfabeto hebreo es ת la taf o tau que encabeza el versículo 21. Se trata por tanto de un apéndice. Y RICARDO ARCONADA cree que “se trata de una adición litúrgica posterior, como en otros casos (Salmo 34:23; 51:20-21)”. Sea como sea, ello no quitaría nada a la inspiración divina de tal versículo». Sin embargo KRAUS considera que es imposible saber con certeza si se trata o no de una adición. FELIPE SCIO DE SAN MIGUEL [1738-1776] en su traducción de la Vulgata al español y en una nota a este versículo final, ve en el mismo una posible alusión a la salvación de todo Israel: «Después de haber rogado por sí, ruega por todo Israel, según las leyes del amor fraternal. Con este versículo, que es el último de los veintidós que comprende el alfabeto hebreo, se cierra el Salmo; y por el mismo pide el profeta la redención de Israel, y por consiguiente la venida del Mesías, único y verdadero Redentor y libertador, a fin de que “todo Israel sea salvo” (Romanos 11:25-29)».
234 Dice AGUSTÍN DE HIPONA [354-430]: «Redime, Señor, a tu pueblo, ese pueblo que has elegido y dispuesto para que contemple tu rostro, de todas sus tribulaciones; no solo las que tiene que enfrentar desde afuera sino también las que surgen desde dentro».
235 Génesis 32:22-31.
236 Se refiere al rabino DAVID O DOVID KIMCHI [1157-1236], también conocido por el nombre de David Kimhi o el acrónimo hebreo RaDak. Nacido en Narbona, Francia, hijo de un famoso rabino y filólogo judío Yosef Kimchi, David Kimchi fue uno de los más prestigiosos eruditos en el hebreo bíblico de la Edad Media y autor de uno de los más prestigiosos comentarios al texto del A.T.
237 Efesios 5:19.
238 Lucas 2:29-30.
SALMO 26
SALMO DEL INOCENTE
Título: Salmo de David. En este Salmo el Dulce Cantor de Israel se planta ante nosotros como alguien que ha sido acusado y objeto de reproche injustamente; en esto es tipo del gran Hijo de David, y ejemplo que nos alienta a llevar la carga de las calumnias ante el trono de la gracia.1 Algunos especulan que esta apelación al cielo fue escrita por David cuando Is-boset fue vilmente asesinado a traición por Baaná y Recab,2 con la intención de probar su inocencia en un hecho tan execrable; pero en nuestra opinión, la teoría tiene más de ingeniosa que de realidad demostrable. Ciertamente, el contenido y tenor del Salmo concuerdan con la ocasión, pero los datos son tan endebles que no es posible ir más allá de la simple conjetura.
C. H. SPURGEON
Estructura: La unidad del tema central es tan férrea que resulta difícil establecer divisiones fundamentales.3 David Dickson4 lo resume de forma admirable con las siguientes palabras: «Amparándose en su buena conciencia, el salmista apela a Dios y le pone por testigo:
1 De sus esfuerzos como creyente para andar rectamente (26:1-3).
2 De mantenerse celosamente alejado del consejo de los malos, de empresas pecaminosas, y de seguir el ejemplo de los inicuos (26:4-5).
3 De su determinación a seguir comportándose de manera santa y justa, para poder seguir siendo partícipe de los privilegios del pueblo del Señor en la práctica del culto público en la congregación (26:6-8).
4 Sigue con una plegaria para que Dios le exima del juicio venidero sobre los malvados (26:9-10), en tanto que él se ha propuesto evitar sus delitos y pecados (26:9-11).
5 Y concluye el salmo con la certeza y consuelo de que ha sido escuchado (26:12)».
C. H. SPURGEON
Versión poética:
JUDICA ME DOMINE, QUONIAN EGO IN INNOCENTIA MEA INGRESSUS SUM
Júzgame tú, Señor, pues que no ignoras,
que siempre he caminado en la inocencia,
también sabes que en ti he confiado,
y no permitirás que yo perezca.
Sondéame, Señor, prueba, examina
mis gustos, mis deseos, mis ideas,
penetra los secretos sentimientos,
que mi fiel corazón albergar pueda.
Me acuerdo de tu gran misericordia,
tampoco olvido tu verdad eterna,
y tu fidelidad en las palabras
es el objeto de mis complacencias.
Jamás favorecí a los pecadores,
por detestar sus vanidades necias,
y nunca buscaré de los inicuos
la funesta y fatal correspondencia.
Aborrezco el comercio de los malos,
su sociedad mi corazón detesta,
y jamás me verán tomar asiento
en sus abominables asambleas.
Antes bien buscaré la compañía
de los justos que te aman y respetan,
con ellos solo lavaré mis manos,
antes de presentarme a tu presencia.