Alma. Irene Recio Honrado
cowboy y bajamos del coche. Desenganchamos el remolque y fui dentro en busca de Ethan, mientras Cyrus se sentaba fuera, en la silla de mimbre.
—¿Tía May? —pregunté al cruzar el umbral. No obtuve respuesta.
Me asomé al comedor sin poner un pie dentro. No estaba allí. Fui derecha a la cocina, también estaba vacía y la puerta de la “alacena” cerrada, supuse que se encontraría en el piso de arriba. Y cuando me disponía a salir de allí la escuché hablando tras la puerta cerrada. Crucé la cocina y abrí la puerta esperando encontrarme a Ethan con ella, pero estaba sola. Mi tía alzó la vista hacia mi sorprendida. Sin duda no me había oído llegar, algo inusual en ella pues tenía un oído muy fino.
—¿Qué haces? —preguntó al verme buscando detrás de la puerta.
—Te escuché hablando y creí que estabas acompañada —expliqué—, ¿desde cuándo hablas sola?
Mi tía resopló y dejó el mortero sobre una pequeña encimera. En su interior había unas plantas de color verde oscuro.
—De vez en cuando necesito mantener una conversación inteligente con alguien ¿sabes?
—Lo que yo te diga, tía May, te estás convirtiendo en una ermitaña.
Mi tía puso los ojos en blanco y salió de la alacena. La seguí, se detuvo en uno de los armarios de la cocina y se sirvió una copa de vino.
—¿No es muy temprano para eso? —pregunté apoyándome en el fregadero.
—No con este jaleo, me ayuda a relajarme en momentos de estrés.
Alcé las cejas sorprendida.
—¿Qué jaleo? He venido buscando a Ethan porque ahí fuera no hay nadie. Y el cobertizo ya está en el suelo.
Mi tía pestañeó extrañada y se volvió hacia la ventana, aguardó quieta durante unos segundos, luego se giró hacia mí con una sonrisa en el rostro.
—Es verdad —susurró—. Ya no se oye nada, ¿no es maravilloso?
Abrí la boca para contestar pero Cyrus irrumpió en ese momento en la cocina visiblemente nervioso.
—May —llamó— creo que alguna de vosotras debería salir fuera, de lo contrario no sé en lo que podrá desencadenar la situación.
Ni mi tía ni yo sabíamos de lo que hablaba el cowboy pero salimos corriendo al porche en busca de lo que le había alterado.
En las escaleras del porche se encontraba un acalorado y despeinado Jack Tyler con ojos desorbitados.
—¿Qué ocurre, muchacho? —preguntó mi tía al verlo.
—¡Se va a matar! ¡Se va a matar! —repetía una y otra vez —Y como le pase algo, mi padre nos matará a nosotros.
—¿Quién se va a matar? Jack, respira —pedí aproximándome a él con cautela, parecía un animal capaz de volverse agresivo en cualquier momento.
—¡Sam! —Aulló despejando nuestras dudas— ¡Ese caballo no deja de correr con él encima!
Maldición, había olvidado que había dejado al pequeño con JB, y por lo que parecía no se había limitado a estar cerca del caballo. Sin esperar órdenes de mi tía, salí disparada hacia el cercado del animal para rescatar a Sam, ¿Cómo diablos se las había ingeniado aquel niño pequeño para subirse al caballo sin la ayuda de los estribos?
Al llegar al vallado de JB vi a un pletórico y feliz Sam Tyler galopando a pelo, totalmente desinhibido y sonriente. Sorprendentemente, JB también estaba disfrutando lo suyo. No dejaban de dar vueltas pegados a la verja delimitadora, mientras que Ethan Tyler trataba de correr cerca de ellos mientras le gritaba improperios a su hermano pequeño a la vez que le ordenaba detener al caballo.
—¡Maldito mocoso! —Gritaba mientras sudaba copiosamente y su cara se ponía roja como un tomate— ¡He dicho que pares!
—¡No soy yo, Ethan! —Se defendía el pequeño sin perder la sonrisa— ¡es JB, creo que está contento!
—¡Pues como no pare de correr me las pagaras tú y ese maldito caballo!
Corrí a situarme al lado de Ethan, que respiraba trabajosamente y en aquel momento había dejado de correr para inclinarse hacia delante apoyado en sus rodillas. Al verme se incorporó rápidamente.
—Para a esa bestia—pidió seriamente—. Como le pase algo a mi hermano…
—Tranquilo —interrumpí—, yo me encargo.
Y aunque había dicho eso, no sabía cómo lo iba a hacer para parar a JB. Sentía como el mayor de los Tyler me taladraba con la mirada, así que me alejé de él para acercarme al caballo y a su pequeño y alocado jinete. Jack, Cyrus y tía May ya habían llegado y estaban tras la valla observando la situación. Genial, sin presiones. Yo le había dicho al chico que debía conocer mejor al animal, por lo tanto la culpa de que ahora estuviese en peligro era mía. Esprinté y me situé al lado de JB; galopaba corto, de no ser así jamás habría podido ponerme a su lado, por supuesto el crío no entendía de estas cuestiones y se sorprendió muchísimo al ver que conseguía mantener el ritmo del caballo.
—¡Guauuuuu!— gritó mientras se aferraba a las crines— ¡Tom tenía razón, eres súper rápida!
—¡Te dije que conocieses al caballo, no que montases! —grité haciendo caso omiso a su comentario—. ¡¿Cómo demonios te has subido?!
—¡JB quería que subiera, lleva corriendo desde entonces! ¡Es maravilloso!
Maldición, ¿cómo lo frenaba? No tenía riendas para tirar de ellas ni para decirle al chico cómo hacerlo. Alargué la mano y toque el cuello de JB esperando que al estar en contacto conmigo frenara un poco más la marcha, no surtió efecto, por supuesto. Decidí, situarme justo delante de él y obligarle a frenar o a esquivarme. Así que dejé de correr junto él y fui a situarme en el extremo opuesto de la pista para esperar allí al caballo. Ethan y Jack me miraban con ojos desorbitados sin dar crédito a lo que veían. No les presté mucha atención, por lo menos yo tenía un plan.
JB tomó la curva de la pista y se encaminó hacia donde estaba yo. No parecía preocuparle lo más mínimo mi presencia, incluso pude apreciar un aumento en su velocidad.
—¡Lor, nooo! —gritaba Sam desde su montura cuando fue consciente de que me había convertido en un obstáculo—. Apártate, ¡no sé girar!
—¡Apártate! —gritaron también Cyrus y los Tyler a mi espalda.
Afiancé mis pies en el suelo con los brazos pegados al cuerpo, temiéndome lo peor, JB me arrollaría en segundos. Pero no pensaba quitarme del medio. Cuando estaba prácticamente encima de mí, alce los brazos poniéndolos en cruz. Todo pasó a cámara lenta. El animal frenó en seco a escasos centímetros de mí, Sam Tyler salió volando hacia delante por encima de mi cabeza. Me volví justo a tiempo para ver como caía encima de su hermano mayor derribándolo con el impacto.
Jack corrió hacia sus hermanos y se tiró junto a ellos en el suelo.
—¿Estáis bien? —preguntó angustiado.
Sam parpadeó entre los brazos de Ethan, luego alzó las manos, se tocó la cara, los brazos y las piernas antes de asentir sonriendo.
—¡Ha sido genial!
Jack soltó el aire que había estado conteniendo hasta el momento y ayudó a Sam a ponerse en pie, mientras que Ethan hacía otro tanto. Miré a JB, que se había mantenido inmóvil desde que el pequeño había salido disparado de su lomo. Había algo en los ojos del animal que me puso los pelos de punta.
—¿Estás bien, Lor? —el brazo de mi tía me obligó a girarme y la encontré mirándome, no parecía asustada por mi estado. Más bien parecía curiosa.
—Sí…