Equilibrio y movilidad con personas mayores. Debra J. Rose

Equilibrio y movilidad con personas mayores - Debra J. Rose


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la prueba exige una mayor dependencia del sistema vestibular para mantener el equilibrio. El ítem 9 de la prueba de la escala EEA tal vez resulte complicado para Phoebe, puesto que implica girar la cabeza hacia uno y otro lado mientras camina.

      Cuando trabajes con clientes con problemas de vértigo, anímales a sentarse y descansar si una actividad concreta causa el problema hasta el punto de correr el riesgo de perder el equilibrio. En algunos casos, puedes animar a los clientes a que impongan su propio ritmo durante un ejercicio para que los síntomas no se agraven demasiado. Como algunos tipos de vértigo mejoran con actividades que estimulan el sistema vestibular, puede resultar beneficioso enseñar a los adultos mayores a moverse con un poco más de lentitud durante una actividad particular en vez de detenerse. También es una buena idea emplear una escala de 10 puntos y pedir a los clientes que valoren su nivel de vértigo de 0 (nada) a 10 (el vértigo les hace caer) para conocer mejor su grado de afección. Por lo general, si un cliente refiere un nivel 5 o mayor de vértigo, debería sentarse y descansar. Si una actividad genera un aumento del vértigo con cada repetición, también es un signo de que debe interrumpirse de inmediato. Podría ocurrir mientras el adulto mayor se inclina para recoger objetos que se desplazan por un desnivel. Si un cliente experimenta repetidamente vértigo por actividades realizadas durante la clase, debes animarle a que hable con su médico de cabecera sobre este problema recurrente. También existen algunos medios formativos excelentes que ofrecerán a los adultos mayores más información sobre los trastornos vestibulares. La página Web de la Vestibular Disorders Association (VEDA) (www.vestibular.org) es sólo un ejemplo.

      Si algún cliente experimenta repetidamente vértigo durante las actividades en clase, anímale a consultar a su médico de cabecera.

      Además de ciertas enfermedades, el tipo y número de medicamentos prescritos a los adultos mayores contribuyen a elevar el riesgo de caídas. Se ha demostrado que los adultos mayores que toman más de cuatro medicamentos prescritos corren un riesgo cuatro veces mayor de sufrir una caída en comparación con personas similares que toman menos medicamentos (Tinetti, 2003; Neutel, Perry y Maxwell, 2002). Ciertos tipos específicos de medicamentos también han demostrado elevar el riesgo de caídas de los adultos mayores (Leipzig y otros, 1999a). Efectos secundarios, como mareos, reducción de la receptividad, debilidad, fatiga e hipotensión ortostática, que son producto del consumo de estos medicamentos, probablemente contribuyen a aumentar el riesgo de caídas.

      Dado que la mayoría, si no todos, de los clientes inscritos en tu programa de equilibrio y movilidad estarán tomando uno o más medicamentos prescritos, necesitarás pedir a los participantes del programa que te den los nombres de toda la medicación, así como las enfermedades para las que se prescribe. Aunque numerosos estudios de investigación han identificado muchos medicamentos concretos que aumentan el riesgo de caídas por sus efectos sobre la función del SNC, se sabe poco sobre el modo en que los efectos interactivos o adictivos del consumo de múltiples medicamentos afectan más todavía el equilibrio y la movilidad. Las clases de medicamentos que se asocian positivamente con el aumento del riesgo de caídas comprenden casi todas las clases de psicotrópicos, como antidepresivos tricíclicos, neurolépticos, sedantes y somníferos, así como las benzodiacepinas (de acción rápida o prolongada). La tabla 2.2 resume los efectos indeseables asociados con ciertos tipos de medicamentos que es probable que aumenten el riesgo de caídas.

Efectos indeseables del fármacoMedicamentos*
AgitaciónAntidepresivos, cafeína, neurolépticos, estimulantes Arritmias
AntiarrítmicosDeterioro cognitivo, confusión
Benzodiacepinas, narcóticos, neurolépticos, cualquier fármaco con efectos anticolinérgicos
Mareos, hipotensión ortostáticaAnticonvulsivos, antidepresivos, antihipertensivos, benzodiacepinas, narcóticos, neurolépticos
Anomalías de la marcha, reacciones extrapiramidalesAntidepresivos, metoclopramida, neurolépticos
Aumento de la deambulaciónDiuréticos
Trastornos posturales (p. ej., problemas de equilibrio)Anticonvulsivos, benzodiacepinas, neurolépticos
Sedación, somnolenciaAnticonvulsivos, antidepresivos, benzodiacepinas, narcóticos, neurolépticos
SíncopeBloqueadores beta, nitratos,vasodilatadores (p. ej., bloqueadores adrenérgicos alfa, como doxazosina)
Trastornos visuales (p. ej., visión borrosa)Neurolépticos, cualquier fármaco con efectos anticolinérgicos

      * No se trata de una lista exhaustiva; muchos otros agentes pueden causar los efectos indeseables especificados. Reproducido con autorización de B. Ruddock, 2004. “Medications and falls in the elderly”. Revue Des Pharmacies Du Canada, julio/agosto.

      Ciertas clases de medicamentos recetados se asocian con un mayor riesgo de caídas en adultos mayores, como psicotrópicos, sedantes/hipnóticos y antidepresivos.

      Los antidepresivos en concreto se asocian con un aumento del riesgo de caídas, y quienes empiecen a consumirlos corren un riesgo mayor que aquellos que llevan un tiempo tomándolos. También se ha demostrado que los adultos mayores que toman una dosis mayor de antidepresivos experimentan una tasa más alta de caídas. Existe poca diferencia en las tasas de caídas de los adultos mayores a los que se prescriben distintos tipos de antidepresivos (Thapa, Gideon, Cost, Milam y Ray, 1998). Los adultos mayores que toman más de un agente psicotrópico o que presentan otros factores de riesgo de caídas corren un mayor riesgo (Leipzig y otros, 1999a). También se han estudiado los medicamentos cardíacos y analgésicos (p. ej., digoxina, antiarrítmicos de tipo Ia y diuréticos), pero se documentó una débil asociación con el aumento del riesgo de caídas (Leipzig y otros, 1999b).

      El consumo de antidepresivos es más elevado en los adultos mayores que viven en residencias de ancianos (35,5%) o en residencias de apoyo (39,8%) en comparación con los adultos mayores que viven por su cuenta (8%; Ray y Griffin, 1990). La pérdida percibida de independencia y control sobre la vida contribuye, sin duda, a un mayor consumo de antidepresivos por los adultos mayores que ya no pueden vivir independientemente en su casa. El aumento de la fragilidad también se acompaña a menudo de un aumento de los casos de depresión. Además, la pérdida del cónyuge o un miembro de la familia es probable que precipite el consumo de este tipo de fármacos. Aunque las intervenciones destinadas a reducir el número de medicamentos psicotrópicos consumidos por los adultos mayores hayan demostrado ser muy eficaces para reducir las tasas de caídas, los beneficios son a corto plazo. Un gran porcentaje de los adultos mayores estudiados comenzaron a consumir medicamentos de abstinencia en los tres meses siguientes a la finalización del estudio (Campbell, Robertson, Gardner, Norton y Buchner, 1999). Los investigadores llegaron a la conclusión de que, para que tenga éxito este tipo de estrategia de intervención, necesita combinarse con un programa de asesoramiento sobre la conducta.

      Aunque el miedo a las caídas no sea un cuadro médico per se, este síndrome psicológico se ha identificado como un factor de riesgo. Estudios previos sobre el síndrome pos-caída (Murphy e Isaacs, 1982) revelan que entre el 35% y el 56% de los adultos mayores independientes restringían significativamente sus actividades por miedo a las caídas (Howland, Peterson y Ohayon, 2000). Aunque el aumento del miedo a las caídas sea habitual cuando se ha sufrido una, incluso si la caída no causó lesiones, también se ha observado en adultos mayores que no han sufrido caídas. Algunos de los factores de riesgo asociados al miedo a las caídas son una historia de múltiples caídas, mareos, ciertos cuadros que afectan la movilidad (p. ej., AR, osteoartritis, EP, ictus) y una mala salud valorada por uno mismo (Lach, 2005). Como profesor de programas de equilibrio y movilidad, es probable que descubras que cierto número de participantes tienen miedo a caerse y requieren atención especializada durante el programa. En el programa FallProof, el miedo a las caídas, así como la autoconfianza asociada con el equilibrio,


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