Equilibrio y movilidad con personas mayores. Debra J. Rose

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fuera de su campo visual. Muchos adultos mayores compensan esta inseguridad empujando un carrito de la compra para estabilizarse mejor, mientras que otros evitan este tipo de entornos sensoriales. Su problema consiste en la dificultad para resolver el conflicto entre los tres sistemas sensoriales al no poder ya identificar y pasar rápidamente por alto la información aferente conflictiva de los sistemas visual y somatosensorial. Los adultos mayores con disfunción del sistema vestibular también suelen referir que experimentan problemas visuales, se marean o pierden el equilibrio, o experimentan ilusiones sensoriales inusuales cuando se enfrentan a un entorno sensorial conflictivo (Wolfson y otros, 1997).

      El conflicto sensorial se produce cuando la información procedente de uno o más sistemas sensoriales no coincide con la de otro u otros sistemas sensoriales.

       Cambios en los componentes centrales y periféricos del sistema motor

      Los cambios en función de la edad del componente central del sistema motor están bien documentados. Las mediciones cronométricas (es decir, tiempo de reacción, tiempo de movimiento y tiempo de respuesta) empleadas para cuantificar el tiempo requerido para planear y ejecutar acciones han demostrado que el declive más significativo por envejecimiento se produce durante la fase de planificación de las acciones (momento en que se procesa la información sensorial aferente y se formula una respuesta motora apropiada (Spirduso y otros, 2005). Son muchos los adultos mayores que experimentan dificultad para seleccionar la estrategia de movimiento apropiada en una situación concreta. También suele observarse en los adultos mayores un análisis incorrecto de la estrategia de respuesta; es decir, una tendencia a responder por defecto o exceso, en especial cuando están perturbados. Podrían reaccionar por exceso si dan un paso precipitado, aunque la pérdida de equilibrio sea pequeña, o por defecto, no dando un paso siquiera ante una perturbación mayor.

      Alteración. Trastorno de un sistema. El trastorno puede tener un origen externo o interno.

      Los estudios electromiográficos (EMG) también han revelado importantes diferencias con la edad en la secuencia temporal de los patrones de activación muscular como respuesta a alteraciones inesperadas. A diferencia de las respuestas estereotípicas y simétricas de los adultos jóvenes, los adultos mayores sanos muestran patrones de activación considerablemente más variables y una reducción de la capacidad para inhibir respuestas inadecuadas (Stelmach, Phillips, DiFabio y Teasdale, 1989). Las respuestas ortostáticas inapropiadas son más evidentes cuando se reduce la base funcional de sustentación, cuando la superficie es inestable o blanda o si se altera la aferencia visual (Alexander, 1994).

      Le elección inapropiada de las estrategias de respuesta suele ser habitual en los adultos mayores.

      Fuerza muscular. Can -tidad de fuerza que un músculo o un grupo de músculos concretos producen con una única contracción máxima.

      En conclusión, los adultos mayores, cuando envejecen, parecen perder capacidad para anticipar cambios a su alrededor o exigencias asociadas con una tarea. Esta pérdida del control ortostático anticipatorio es sin duda resultado del declive de la velocidad de procesamiento en los componentes periférico y central del sistema sensitivo y en el componente central del sistema motor. Este cambio debido al envejecimiento es más evidente cuando se pide a adultos mayores que anden o se detengan con rapidez, o durante la transición entre superficies distintas (de firme a blanda), o para salvar obstáculos. En vez de una acción armónica e ininterrumpida, es más probable ver una ralentización acusada de la velocidad de la marcha al acercarse a un obstáculo y una breve pausa antes de iniciar la acción. Hay que buscar esta conducta durante la evaluación inicial de los adultos mayores para ajustar mejor la dificultad de los ejercicios a su capacidad.

      Resistencia muscular. Capacidad de los músculos para contraerse continuamente a nivel submáximo.

      Potencia muscular. Capacidad de los músculos para contraerse forzadamente durante un período muy breve.

      Los cambios debidos al envejecimiento del componente musculosquelético del sistema motor también prolongan el período de ejecución de los movimientos. La reducción de la fuerza muscular, sobre todo en el hemicuerpo inferior, está bien documentada. Entre los 50 y los 70 años de edad, se ha comprobado que la fuerza muscular declina hasta un 30%, siendo la reducción incluso mayor después de los 80 años (Lindle y otros, 1997). Se cree que este declive se debe en gran medida a una reducción del tamaño y número de fibras musculares. La inactividad física también contribuye a la pérdida de fuerza muscular, sobre todo de los músculos ortostáticos o antigravedad necesarios para adoptar una postura erguida. La resistencia muscular (la capacidad de un músculo para contraerse ininterrumpidamente a un nivel submáximo) también decrece con el envejecimiento. Este declive se traduce en una aparición más temprana de la fatiga durante las actividades, lo que aumenta el riesgo de pérdida del equilibrio o de caídas en los adultos mayores. Finalmente, la potencia muscular también se reduce con la edad. Se calcula que la potencia absoluta declina un 6-11% más rápido que el ritmo al que se pierde la fuerza muscular, aunque ambos declives de la fuerza y la potencia comienzan a una edad similar (Metter, Conwitt, Tobin y Fozard, 1997). Este cambio por envejecimiento en los músculos probablemente tenga su mayor consecuencia en la ejecución de actividades básicas, como caminar, subir escaleras o levantarse de una silla, porque todas ellas requieren potencia muscular para su ejecución con éxito. Es cierto que el declive de la fuerza muscular es un factor concurrente importante de la incapacidad de los adultos mayores para responder con rapidez y eficacia ante una pérdida inesperada del equilibrio.

      Entre los 50 y los 70 años, la fuerza muscular se reduce hasta un 30%.

      Unidad motora. Motoneurona y todas las fibras musculares que inerva.

      También se ha observado una pérdida selectiva de unidades motoras de contracción rápida que afecta negativamente la capacidad de los adultos mayores para ejecutar movimientos rápidos. Estudios recientes han llegado a la conclusión de que también son evidentes los cambios por envejecimiento en la conducta de activación de las unidades motoras (Erim, Beg, Burke y De Luca, 1999; Luff, 1998; Roubenoff, 2001). Este cambio en el componente neuromuscular del sistema motor, junto con la pérdida de las capacidades de control ortostático anticipatorio por el enlentecimiento de las velocidades de procesamiento central, aumenta el riesgo de sufrir caídas cuando se altera el equilibrio.

      La pérdida de fuerza muscular, combinada con los cambios estructurales que se producen en las articulaciones con el envejecimiento, también causa la reducción de la flexibilidad general y afecta negativamente el alineamiento ortostático y la calidad de los movimientos de los adultos mayores. Enfermedades articulares específicas como la osteoartritis y la artritis reumatoide afectan todavía más la integridad articular y se han relacionado con la alteración del equilibrio y la movilidad. El dolor asociado con estas patologías también contribuye a una reducción del grado funcional de la movilidad. Ambas patologías se tratarán en mayor profundidad en el capítulo 2.

       Cambios en el sistema cognitivo

      De la misma forma que el declive por envejecimiento de los sistemas sensoriales y motor afecta negativamente el equilibrio y la movilidad de los adultos mayores, también lo hacen los cambios debidos al envejecimiento del sistema cognitivo. De hecho, al menos el 10% de todas las personas mayores de 65 años y el 50% de las mayores de 80 años padecen algún tipo de alteración cognitiva, desde déficits leves hasta demencia (Yaffe, Barnes, Nevitt, Lui y Covinski, 2001). Es probable que los cambios negativos que se producen en los procesos de atención, memoria e inteligencia afecten la capacidad de los adultos mayores para anticipar y adaptarse a los cambios en su entorno.

      A los adultos mayores les resulta especialmente difícil almacenar y manipular simultáneamente información en la memoria cuando se presenta una segunda tarea que también requiere cognición. Esta necesidad de dividir la atención entre ambas tareas, sobre todo cuando una de ellas afecta el equilibrio, es más problemática para los adultos mayores sanos que para los adultos jóvenes


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