Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento- Daniel. Carl Friedrich Keil

Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento- Daniel - Carl Friedrich Keil


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en las que se desvela el desarrollo de los poderes del mundo y su relación con el reino de Dios; por otra parte, la sección histórica del libro describe acontecimientos del tiempo en que Israel fue llevado a la cautividad entre los paganos.

      Por esa razón, este libro no ha sido colocado en la clase de los Nebiim (los anteriores y los posteriores), que alcanza desde Josué hasta Malaquías, porque, según la perspectiva de aquel que distribuyó el canon, estos eran plenamente los escritos de aquellos que poseían el oficio profético, es decir, el oficio que ellos ejercían públicamente, de anunciar la palabra de Dios de viva voz y por escrito entre la gente del pueblo de Dios.

      Por el contrario, este libro de Daniel cae más bien en la clase de los Ketubim, en la que se incluyen escritos sagrados de varios tipos, que tienen en común el hecho de que sus autores no ejercieron un oficio profético, como por ejemplo Jonás, en la historia de la teocracia. Esto queda confirmado por el hecho de que las Lamentaciones de Jeremías se sitúen también en esta clase de libros, dado que Jeremías proclamó estas Lamentaciones sobre la destrucción de Jerusalén y de Judá no en cuanto profeta, sino como miembro de la nación que fue castigada por Dios.

      No debe darse mucha importancia al silencio de Jesús Sirach sobre Daniel en su ὗμνος πατέρων (Eclo 49), dado que no podía esperarse allí justamente una mención de Daniel. Jesús Sirach pasa también por alto a otros distinguidos personajes de la antigüedad, como Job, el buen rey Josafat e incluso Esdras, el sacerdote y escriba, que realizó un gran servicio por el restablecimiento de la autoridad de la ley, por lo que vemos que él no tuvo la intención de ofrecer una lista completa de figuras de Israel.

      El sirácida tampoco quiso nombrar a todos los escritores del Antiguo Testamento. Por otro lado, en la alabanza a los padres, él toma sus argumentos del conjunto de los libros del canon hebreo, desde el Pentateuco a los profetas menores, pero lo que él dice de Zorobabel, de Josué y de Nehemías no lo toma de los libro de Esdras y Nehemías.

      Por otra parte, cuando Bleek quiere probar la ausencia de cualquier mención de Esdras, con su suposición de que Jesús Sirach nombra a todos los hombres famosos mencionados en los libros canónicos que existían en su tiempo, él no es en modo alguno consecuente con los hechos. En su celo en contra de la autenticidad del libro de Daniel (cuyo nombre hubiera sido citado por Sirach, en el caso de que su libro existiera en su tiempo), Bleek ha olvidado que ni el libro de Nehemías en su forma original, ni la primera parte del libro de Esdras contienen noticias de Zorobabel y de Josué; y que la primera parte de Esdras nunca ha estado separada de la segunda, que habla de Esdras.

      Al contrario, según la propia afirmación de Bleek, la segunda parte del libro de Esdras estaba incluida en el canon, y ella fue compuesta sin duda por el mismo Esdras, de manera que es por tanto tan antigua, o quizá más que las partes genuinas del libro de Nehemías, de forma que ambos libros, tal como han llegado hasta nosotros, deben haber sido editados por un judío que vivía al final del período persa o al comienzo de la supremacía griega, y de esa manera, por vez primera, en esta redacción, ambos libros fueron admitidos en el canon. Y a pesar de ellos, Esdras no aparece mencionado en la lista de los “padres” que ofrece el libro de Sirach, como tampoco ha sido citado Daniel. Con lo cual pierde toda fuerza el argumento por el que se dice que, al no estar citado en el libro de Ben Sirach, Daniel no podía existir en aquel tiempo como un libro de la Biblia.

      Además de todo eso, parece claro que el libro de Jesús Sirach está suponiendo la existencia previa del libro de Daniel, conforme a la idea, presente en Eclo 17, 14, según la cual Dios había dado al pueblo un ángel como dirigente, ἡγούμενος (fr), tema que aparece en Dan 10, 13; 10, 21−11, 1). Todo nos lleva a pensar que Ben Sirach tomó esta idea de Dt 32, 8-9, en su versión de los LXX, pero los LXX tomaron esa visión del libro de Daniel, de forma que podemos trazar esta línea de dependencia. (a) Primero está el Deuteronomio hebreo, que habla de una asistencia general de Dios en la historia. (b) Viene después el libro de Daniel, que presenta en influjo de los ángeles en la historia concreta de los imperios y de Israel. (c) El Dt griego (los LXX) toma y aplica esta idea partiendo de Daniel. (b) Finalmente viene el libro de Ben Sirach que recibe el tema de Daniel y del Dt LXX. Eso significa que Daniel fue el autor del que se derivó esta idea, y libro era bien conocido entre los traductores alejandrinos del Pentateuco, teniendo que se conocido para el Sirácida.

      Aún más débil es el argumento ex silentio, propio de los que dicen que en los profetas posteriores al exilio, en Ageo y Malaquías, y particularmente en Zacarías (Zac 1-8), no hay ninguna huella de un posible uso del libro de Daniel, de manera que él no ejerció ninguna influencia sobre las representaciones mesiánicas de los últimos profetas. Pero ya Krannichfeld ha mostrado la debilidad de este argumento, señalandlo que Bleek no ha he hecho ninguna mención de la oración de Daniel (Dan 9, 3-19) y de su relación con Es 9, 1-15 y con Neh 9, siendo así que no puede negarse en modo alguno la dependencia de Esdras y Nehemías respecto a Daniel, en este cao.

      Por otra parte, von Hofmann, Zndel (p. 249ss.), Volck (Vindiciae Danielicae, 1866), Kran. y Klief. han mostrado que Zacarías se funda en la visión de la profecía Danielita de las cuatro monarquías mundiales, pues así lo muestran no solo las visiones de los cuatro cuernos y de los cuatro carpinteros de Zac 2, 1-4 (cf. Zac 1, 18-21), que se apoyan en Dan 7, 7-8; 8, 3-9. Por otra parte, la representación de las naciones y los reinos como cuernos se funda en esos pasajes de Daniel, lo mismo las transacciones simbólicas recordadas en Zac 11, 5 y la muerte de los tres pastores en un mes se vuelve solo inteligible en referencia a la profecía de Daniel sobre los soberanos del mundo, bajo cuyo poder fue sometido Israel. Cf. mi Comm. a Zacarías (Zac 2, 1-4; 1, 5).

      La suposición de que Zac 1, 7-17 y Zac 6, 1-9 se fundan en la profecía de Daniel sobre los reinos del mundo no parece satisfactoria, y en lo que Zac 2, 5 dice sobre la edificación de Jerusalén no podemos encontrar una alusión a Dan 9, 25. Por su parte, Bleek ha echado en falta el hecho de que Zacarías no aluda al anuncio que Daniel hace de un gobernante como el Hijo del Hombre que viene en las nubes del cielo. Pero, desde otra perspectiva, Kran. ha respondido justamente que este anuncio de Daniel se encuentra conectado con la escena del juicio de Dan 7, que Zacarías, no tiene ocasión de repetir o mostrar expresamente (pues en sus profecías aparece de un modo dominante el carácter sacerdotal del Mesías).

      Esto es también lo que sucede con los nombres de los ángeles en Daniel, cuyos nombres están conectados con el carácter especial de sus visiones, por lo que no tienen cabida en Zacarías. De todas formas, Zacarías concuerda con Daniel en lo que se refiere a la distinción entre ángeles de rango superior y de rango inferior. La situación es más bien la siguiente:

      1.Zacarías estaba no solo familiarizado con las profecías de Daniel, sino que lo estaba también Esdras, y los levitas de su tiempo hicieron uso de la oración penitencial de Dan 9 en Es 9, 1-15 y en Neh 9.

      2.También Ezequiel ofrece un testimonio antiguo de Daniel y de los contenidos principales de su libro, que los que se oponen a su autenticidad han intentado soslayar en vano.

      3.Inluso Bleek está obligado a confesar que “la forma en que Ezequiel menciona la rectitud y la sabiduría de Daniel (Ez 14, 14. 20; 28, 3) nos hace pensar en un hombre de virtud y conocimiento, tal como lo muestra expresamente el libro de Daniel, de manera que podemos trazar algún tipo de conexión entre la persona de Daniel en su libro y el personaje que Ezequiel tiene ante sus ojos”.

      A pesar de eso, Bleek sigue suponiendo que “la forma en que Ezequiel menciona a Daniel no nos lleva a pensar en él como en un hombre que era contemporáneo suyo en el exilio de Babilonia, y que era además comparativamente más joven en el tiempo en que Ezequiel hablaba de él, sino en un hombre que era conocido hacía mucho tiempo como un personaje histórico o mítico de la antigüedad”.

      Pero esta idea de Bleek se basa solamente en la suposición sin fundamento alguno de que los nombres de Noe, Daniel y Job, tal como aparecen en Ez 14, 14. 20, han sido presentados en un orden cronológico, mientras que, como hemos indicado en el Comentario a Ez 14, esos nombres aparecen citados por su referencia a una liberación de un gran peligro, experimentado por cada uno de ellos, en razón de su justicia.

      Carece igualmente


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