Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento- Daniel. Carl Friedrich Keil
tuvo una inmensa ignorancia sobre los acontecimientos fundamentales de su tiempo) o como Hitzig (que sigue diciendo que este libro es muy poco histórico): “Estas afirmaciones brotan de un criticismo que solo se fija en la superficie de ciertos hechos, y en esa línea crítica los autores proponen una objeción tras otra, sin mostrar el mínimo deseo ni capacidad resolver las dificultades reales del texto, a no ser de una manera totalmente externa, violentando los textos”.
Todos los que se oponen de esa forma a la autenticidad del libro de Daniel siguiendo a Porfirio7 encuentran en esas objeciones una evidencia clara de que el libro no fue compuesto en el tiempo del exilio, sino en el de los Macabeos, por el contenido y naturaleza de las profecías que allí se encuentran, como lo ha expresado Bleek afirmando que “el destino especial de las predicciones se extiende hasta el tiempo de Antíoco Epífanes, cuando el príncipe sirio impuso su tiranía sobre el pueblo judío, y quiso abolir, en especial, por todos los medios, el culto de Yahvé, introduciendo el culto griego en el templo de Jerusalén.
En esa línea, este autor añade que las profecías terminan bruscamente con la muerte de ese rey Antíoco, o quedan unidas inmediatamente con el anuncio de la liberación del pueblo de Dios de toda opresión, y con el anuncio de la salvación y del Reino del Mesías, o incluso de su resurrección de la muerte”.
Para confirmar esa interpretación, que se desvía de la adoptada por la iglesia (interpretación que ha sido rechazada incluso por algunos que se oponen a la autenticidad del libro), tanto en su Einleitung como en sus Abhandlg (cf. nota de pag. 28) Bleek ha caído en la fácil solución de comparar entre sí las profecías de Daniel, estudiando el libro hacia atrás a partir de Dan 12, 1-13, con el propósito de mostrar que Dan 12, 1-13 y 11, 21-45 hablan solo del reinado de Antíoco Epífanes y de sus malvadas acciones, y en especial de sus procedimiento en contra del pueblo judío y en contra de la adoración de Yahvé, de manera que el libro ha tenido que estar escrito en ese tiempo. Siguiendo en esa línea, Bleek supone que también los anuncios de futuro de Dan 9, Dan 8, Dan 7 y Dan 2, solo se refieren a ese mismo enemigo del pueblo de Dios (es decir, a Antíoco).
Ciertamente, los textos de Dan 12, 1-13, y en conjunto los de Dan 11-12 se refieren sin duda al tiempo de Antíoco Epífanes. Así también Dan 11, 21-35 se refiere igualmente a los procedimientos y a las malas acciones de ese rey sirio. Pero, en contra de eso, la sección 11, 36-12, 3, según la opinión unánime de la iglesia, se refiere a la elevación y reinado del Anticristo en el final absoluto de los tiempos, y solo se puede aplicar al reinado de Antíoco Epífanes (como ha mostrado últimamente Klief.) si se adopta una interpretación que no respeta el sentido de las palabras, que se encuentra distorsionada, y que se apoya en falsas bases históricas.
En la actualidad, sin reconocer el valor de la antigua interpretación de la Iglesia, Bleek adopta la opinión, que recientemente está volviéndose mayoritaria, y según ella él aplica todo Dan 11 a Antíoco Epífanes, pensando que debe rechazarse solamente la explicación “artística” (imaginativa) que Auberlen ha dado de Dan 12,1-3.
Pues bien, con los resultados así conseguidos y con la ayuda de Dan 8, Bleek explica las profecías de las setenta semanas, desde la perspectiva de Dan 9, para vincularlas con las cuatro monarquías mundiales den Dan 2 y Dan 7, afirmando que la “historia” narrada en Dan 9, 25-27 termina con Antíoco Epífanes, de manera que el cuarto imperio del mundo se identifica con la monarquía greco-macedonia de Alejandro y de sus sucesores. De esa manera él encuentra al final de libro lo que él había establecido de antemano en su principio, llegando así al resultado del que había partido, sin tener en modo alguno en cuenta el despliegue de un libro tan bien estructurado como es el de Daniel.
Pues bien, si queremos actuar científicamente, no podemos adoptar ese esquema que, sin referencia alguna a la organización del libro, sigue un método retrospectivo que le lleva a explicar las expresiones que son claras y sin ambigüedades por medio de pasajes oscuros y dudosos. Porque, como Zndel ha destacado bien (pág. 95) no podemos interpretar una sinfonía fijándonos solo en los últimos tonos, sino solo a partir del desarrollo anterior de los temas; de igual manera no podemos obtener un juicio correcto de una obra como esta solamente a partir de las breves y abruptas sentencias proféticas del final, pues el curso de la profecía nos va llevando de los temas generales a las predicciones especiales.
Dan 12, 1-13 constituye la conclusión de todo el libro. En Dan 12, 5-13 se colocan juntos los dos períodos (Dan 7 y Dan 8) de la dura opresión del pueblo de Dios, que están bien separados uno del otro, pasando del gran enemigo del tercer reino mundial al cuarto reino del mundo, es decir, al Anticristo (Dan 7), mientras que el ángel, respondiendo a la petición del profeta, le revela la duración de ambos momentos.
Estas breves expresiones del ángel, que responde a las dos preguntas de Daniel, reciben su auténtica interpretación desde la profecía anterior de Dan 7 y Dan 8. Si invertimos esta relación, tomando como base una explicación muy dudosa, por no decir errónea, de Dan 11, si interpretamos mal las preguntas de Daniel y las respuestas del ángel, y si convertimos esta interpretación en modelo y regla para la exposición de Dan 2, 7 y 9 nos alejamos del camino por el que debíamos alcanzar la verdadera comprensión del contenido profético de todo el libro.
La cuestión del alcance de las profecías de Daniel solo puede ser determinada partiendo de una interpretación imparcial (sin prejuicios previos) de las dos visiones de los reinos del mundo, que aparecen en Dan 2 y Dan 7, en conformidad con el lenguaje que allí se utiliza y con su contenido, y esto solo puede alcanzarse a través de la exposición siguiente del libro. Por eso, aquí debemos limitarnos a ofrecer unas breves observaciones.
Conforme al sentido inequívoco de las dos visiones fundamentales (Dan 2 y Dan 7), el despliegue del reino mesiánico vendrá inmediatamente después de la destrucción del cuarto reino mundial (Dan 2, 34. 44) y se expresa (cf. Dan 7, 9-14. 26), tras el juicio del pequeño cuerno (=el anticristo) que brota del cuarto poder mundial, por medio del juicio de Dios y de la investidura del Mesías que viene en las nubes del cielo con autoridad, gloria y poder real.
El primero de esos poderes mundiales es la monarquía caldea fundada por Nabucodonosor, que es la cabeza aurea de la imagen (Dan 2, 37-38). Después viene el reino de los medo-persa que comienza con Darío, de origen medo, a quien sigue en el trono Ciro el persa (Dan 6, 28), y de esa manera se expresa a través de los medos y persas. Este reino está representado en Dan 7 bajo la figura de un oso y en Dan 8 en la figura de un carnero con dos cuernos, que es expulsado por un macho cabrío, teniendo un gran cuerno entre sus ojos, mientras él, el carnero, corría huyendo sobre la tierra, y se rompieron sus dos cuernos y fue arrojado al suelo, siendo allí pisoteado.
De esa manera, cuando el macho cabrío se volvió fuerte, se rompió su gran cuerno y en su lugar crecieron cuatro cuernos hacia los cuatro vientos del cielo, y de uno de ellos creció un pequeño cuerno (=Antíoco Epífanes), que se volvió muy grande, y se enorgulleció a sí mismo incluso ante el príncipe de los ejércitos, y suprimió el sacrificio diario (Dan 8, 3-13).
Esta visión fue explicada así al profeta por medio del ángel. El carnero con los dos cuernos representa al rey de los medos y de los persas. El macho cabrío es el rey de Javán, es decir, del reino greco-macedonios, y el gran cuerno que tiene entre sus ojos es el primer rey (Alejandro el macedonio). Los cuatro cuernos que brotaron en su lugar son los cuatro reinos, y en el tiempo final de su reinado surgirá un rey fiero (el pequeño cuerno), que destruirá al pueblo de los Santos etc. (Dan 8, 20-25).
−De acuerdo con esta clara explicación dada por el ángel, el pequeño cuerno (es decir, Antioco Epífanes), que es tan hostil contra el pueblo de Dios, pertenece al tercer reino mundial, y brota de uno de los cuatros reinos en los que se dividió la monarquía de Alejandro el grande (es decir, en el tercer reino mundial).
−Por el contrario, el reino mesiánico no aparece hasta que es derrotado (destruido) el cuarto reino del mundo (que comienza con los romanos), con la muerte del último de los enemigos que brotan de ese cuarto imperio, el enemigo que se concreta en el Anti-Cristo (que está simbolizado por Antíoco Epífanes, pero que no se identifica con él).
Según eso, la afirmación de que en el libro de Daniel la aparición de la salvación