Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento- Daniel. Carl Friedrich Keil

Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento- Daniel - Carl Friedrich Keil


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los diez cuernos (Dan 7, 7) se identifica con el macho cabrío, a quien por otra parte se le describe de un modo muy distinto, porque en un primer momento solo tiene un cuerno, del que (después que ese cuerno se ha roto) brotan cuatro cuernos.

      La descripción del pequeño cuerno que crece entre los diez cuernos de la cuarta bestia, que dice cosas grandes y blasfemias en contra del Santísimo, y que manda cambiar los tiempos y las leyes (Dan 7, 8. 24), está en cierto sentido en armonía con la representación de Antíoco Epífanes, al que se le presenta como pequeño cuerno (Dan 8), que quiere destruir al Pueblo del Santo (del Dios Santísimo), y que se eleva contra el Príncipe de los Príncipes, pero que será destruido sin intercesión de mano de hombre.

      Pero, leído bien el texto, vemos que Antíoco Epífanes se parece al (es tipo del) Anticristo del Reino Final antidivino, pero en sí mismo no es el Anticristo. Ciertamente, Antíoco Epífanes, en su guerra contra el pueblo de Dios, ha sido un tipo de Anticristo, el gran enemigo que surgirá del último reino del mundo, pero él en sí mismo (es decir, el rey sirio Antíoco Epífanes) no ha sido el Anticristo, ni el enemigo final del Reino de Dios. Junto a esas semejanzas hay también puntos de desemejanza, tales como este: El período de actuación de ambos (de Antíoco Epífanes y del Anticristo) es aparentemente el mismo, pero en realidad es diferente.

      −La actividad del príncipe que suprimió el sacrificio diario, es decir, de Antíoco Epífanes, debería durar durante 2.300 tardes-mañanas (Dan 8, 14) o, como el ángel dice, 1.290 días (Dan 12, 11), de tal manera que aquel que aguarde y permanezca firme hasta los 1.335 días (Dan 12, 12) recibirá la salvación.

      −Por el contrario, la actividad del enemigo del tiempo final (es decir, el Anticristo) dura por un tiempo, (dos) tiempos y medio tiempo (Dan 7, 25; 12, 7) o por medio tiempo (Dan 7, 29), designaciones de tiempo que, sin ninguna justificación exegética, han venido a tomarse a veces años, a fin de armonizar la diferencia.

      Antíoco Epífanes no ha sido el Anticristo, sino solo una figura (un tipo) del Anticristo que vendrá al final. Según eso, Daniel no vinculado cronológicamente la aparición de la redención mesiánica con la destrucción de Antíoco Epífanes, sino que ha anunciado la llegado de un cuarto reino mundial futuro, con los reinos que surgirán de él, de los cuales brotará el último enemigo del pueblo de Dios.

      Eso significa que Antíoco ha pasado ya, y él pertenece al tercer reino mundial. Por el contrario, el cuarto reino mundial está aún por venir, y de ese reino surgirá el último enemigo, el Anticristo futuro, simbolizado por Daniel. Pues bien, ese Anticristo será destruido por el juicio de la venida escatológica del Cristo, que destruirá todos los reinos del mundo y establecerá el reino mesiánico.

      Por eso, la afirmación de que el destino especial de las predicciones del libro de Daniel solo llega hasta Antíoco Epífanes viene a mostrarse como equivocada. La conducta del pequeño cuerno que brota entre los diez cuernos de la cuarta bestia no se anuncia solo en las visiones de Dan 2 y Dan 7, sino también en Dan 11, 36-45, donde se predicen de un modo especial las acciones del rey designado por ese cuerno, igual que se describe la dominación y mando de Antíoco Epífanes en Dan 8, 9 y en 11, 20-35.

      Éstos son todos los argumentos dignos de mención que los opositores más recientes elevan contra la autenticidad histórica y profética de este libro. Analizando con cuidado esos argumentos de la crítica actual con los argumentos que se aducen desde el interior del mismo texto vemos que ellos son de muy poco valor, de forma que no pueden hacer que pongamos en duda la autenticidad del libro, diciendo que ha tenido un origen macabeo, de forma que no proviene del profeta histórico Daniel, del tiempo del exilio, o que ha sido inventado por un tipo de rabino seudo-macabeo.

      En esa línea, debemos dar un paso más, y mostrar brevemente que la opinión moderna, según la cual el libro surgió en el tiempo de los macabeos, opinión que hemos rechazado en las consideraciones anteriores, lo mismo que la afirmación de que este libro ha utilizado los textos de Zacarías y Esdras, va en contra de la naturaleza, del contenido actual y del espíritu del libro de Daniel.

      1.Ni el carácter del lenguaje, ni el modo en que se presentan las afirmaciones proféticas responde a la edad de los Macabeos. Por lo que toca al carácter del tiempo, el intercambio del hebreo y el caldeo concuerda en primer lugar, plenamente, con el tiempo del exilio, en el que el idioma caldeo fue creciendo gradualmente en importancia respecto a la lengua madre hebrea entre los exilados, pero no en el tiempo de los macabeos, en el que el hebreo había dejado de ser hacía tiempo la lengua usada por el pueblo8.

      2.En segundo lugar, la dicción hebrea de Daniel armoniza de un modo peculiar con el lenguaje utilizado por escritores del período del exilio. Especialmente por Ezequiel9. Por otra parte, el idioma caldeo de este libro en no pocos puntos característicos con el caldeo del libro de Esdras y de Jer 10, 1, mientras que estas porciones caldeas se distinguen mucho del idioma caldeo de los targumes más antiguos, que datan de la mitad del siglo I d. C10.

      3.En tercer lugar, el lenguaje de Daniel tiene en común con los libros de Esdras y Nehemías la presencia de ciertos elementos arios o persas, que solo pueden explicarse partiendo de la suposición de que sus autores vivieron y escribieron en el exilio de Babilonia y bajo el dominio persa11. Pero el argumento utilizado por los que se oponen a la autenticidad para explicar dichos elementos como imitación resulta inadmisible, porque tanto por el carácter hebreo de la sección en lengua aramea como por el elemento ario que se encuentra en el lenguaje aquí utilizado, este libro incluye, junto a los elementos concordantes, otras peculiaridades que anuncian el carácter independiente de este lenguaje12.

      Aunque quizá se podría explicar el uso de palabras y de formas de palabras arameas peculiares por parte de un judío del tiempo de los macabeos, sin embargo, el uso de palabras que pertenecen al lenguaje ario resulta por sí mismo incomprensible en tiempo de los macabeos. Así, palabras tales como azDa znPva y $wyra, que no se encuentran ni en los targumes, ni en los escritos rabínicos, o ~Dh (miembro, pieza) de la que los targumistas formaron la denominación μελίζεσθαι, que significa desmembrar, que se ha naturalizado en el lenguaje arameo (cf. J. Levy, Chald. Wörterb. ueber die Targ. I. p. 194). ¿De dónde podría haber recibido un judío macabeo de la era de los seléucidas estas palabras extranjeras, cuando la lengua y cultura griega se había hecho tan prominente en el oriente?

      Pero el lenguaje de este libro, especialmente su elemento ario, va en contra de su origen en el tiempo de los macabeos; en esa línea “la forma de representación contemplativo-visionaria del libro” (como Kran. p. 59 dice expresamente) “responde poco a una coyuntura temporal en la que (cf. 1 Mac 2ss) el santuario se encontraba profanado y la tiranía elevada de un modo intolerable. No es concebible que, en un tiempo como ése, que estaba inmerso en una terrible insurrección, y los habitantes llamados a defender sus vidas con armas en la mano, ellos se implicaran en visiones en narraciones muy precisas de los detalles de la historia, que responden mejor a un largo período de quietud, que a un tiempo en que era necesario animar y aconsejar a los hombres de acción para que ellos pudieran liberarse de la terrible situación en que estaban inmersos”.

      Según eso, el contenido actual de este libro no responde en modo alguno a las relaciones y circunstancias del tiempo de los macabeos; al contrario, esas circunstancias apuntan decididamente al tiempo del exilio. Las partes históricas muestran un conocimiento preciso no solo de los acontecimientos principales del tiempo del exilio, sino también de las leyes y costumbres de las monarquías caldeas y medo-persas. La precisa descripción de la primera expedición de Nabucodonosor en contra de Jerusalén (Dan 1), que no está tomada de ningún otro lugar del Antiguo Testamento, y que se muestra sin embargo muy correcta, nos sitúa ante un autor que está al tanto de los acontecimientos; así también lo muestras las referencias a Baltasar, en Dan 5, cuyo nombre aparece solo en este libro, y que no puede haberse tomado de ningún otro lugar.

      La mención de la ley de los medos y de los persas (Dan 6, 9. 13) supone una íntima familiaridad con las relaciones históricas del reino medo-persa, porque el tiempo de Ciro el persa aparece siempre colocado antes de los medos, y solo en el libro de Ester se nos habla de los persas y de los medos (Es 1, 3. 14. 18) y de la ley de los persas


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