Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento- Daniel. Carl Friedrich Keil

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que no pueda percibir esta diferencia no podrá entender la diferencia que hay entre las profecías de Daniel y las reflexiones filosóficas del libro del Qohelet15. Si el Qohelet expone sus pensamientos sobre la vanidad de todas las cosas en nombre del sabio Salomón, esto es una producción literaria que, además, es tan trasparente que cada lector del libro puede ver a través de ella, pues se trata de algo que es plenamente comprensible.

      Por el contrario, si un judío macabeo reviste sus propias ideas tocantes al desarrollo de la guerra de los poderes del mundo en contra del pueblo de Dios, como si fueran revelaciones de Dios que habría recibido el profeta viviendo en el exilio de Babilonia, entonces, este gesto no es meramente un engaño literario, sino, al mismo tiempo, un abuso de la profecía, es decir, una forma de profetizar desde “el propio corazón”, no desde Dios, lo que implica un pecado Dios ha castigado según su ley con pena de muerte.

      Si el libro de Daniel fuera según eso una producción de un judío macabeo que habría expuesto ante sus contemporáneos ciertas “verdades generales”, que él pensó que poseía, como si fueran profecías de un vidente divinamente iluminado del tiempo del exilio, entonces, la obra de ese autor no contendría ninguna verdad divina de cualquier tipo, sino meras invenciones humanas, que habiendo sido vestidas de falsedad no podrían tener un origen divino.

      Si ello fuera así, Cristo, la eterna Verdad Personal, no podría haber tomado ese libro como profecía de Daniel el profeta, ni podría haber mandado a sus discípulos que se fijaran en ese libro como él ha hecho (cf. Mt 24, 15; Mc 13, 14). Este testimonio del nuestro Señor ofrece la evidencia externa e interna que prueba la autenticidad del libro de Daniel, como sello de confirmación divina.

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      Para la literatura exegética del libro de Daniel, cf. mi Lehrb. der Einl. in d. A. Test. 385ss. A ello hay que añadir: Rud. Kranichfeld, Das Buch Daniel erkl., Berlin 1868 y Th. Kliefoth, Das Buch Daniels uebers. u. Erkl, Schwerin 1868; J. L. Füller, Der Prophet Daniel erkl., Basel 1868 (para laicos cultos); Pusey, Daniel the Prophet, Oxford 1864, y Mayer (católico), Die Messian. Prophezieen des Daniel, Wien 1866.

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      1. Das Buch Daniels übers. u. erkl.

      2. Der Proph. Daniel u. die Offenb. Johannis, 2ª ed. p. 38.

      3. Kranichfeld (Das Buch Daniels, p. 53) intenta explicar este cambio entre el hebreo y el caldeo (arameo) suponiendo que el decreto de Nabucodonosor (Dan 3, 31 [4, 1 ss] a su pueblo y también la conversación con los caldeos (Dan 2, 4-11) estaban escritos originalmente en arameo, y que, partiendo de aquí, el autor se vio obligado a utilizar este idioma a lo largo de una parte de su libro, como pasaba también en Esdras (cf. Dan 4, 23). Este uso continuo del idioma arameo en una parte del libro se explicaría de un modo suficiente, si el libro hubiera sido compuesto en una época determinada, en la que los opresores paganos como tales y la persecución pagana se encontrara por todas partes en primer plano, es decir, en el tiempo de la supremacía caldea, al que el idioma de los medos no introdujo ningún cambio esencial.

      En esa línea, los poderes teocráticos, escribiendo en ese tiempo, habrían compuesto sus textos en lengua aramea, a fin de que pudieran ser conocidos entre los caldeos, pues se oponían a la enemistas y hostilidad de los caldeos y de sus gobernantes. Pero esta explicación de Kranichfeld no es pertinente, porque en el año tercero de Baltasar la visión concedida a Daniel (Dan 4) está escrita en idioma hebreo, mientras que los últimos acontecimientos que ocurrieron en la noche en que Baltasar fue asesinado (Dan 5) están escritos en caldeo. El uso del lenguaje hebreo en la visión (Dan 5) no puede ser explicado conforme a la suposición de Kranichfeld, porque esa visión está internamente relacionada con otra que se recoge en Dan 7 en lenguaje caldeo, de manera no puede encontrarse ninguna razón para el cambio de idioma en esos dos capítulos

      4. Sobre la controversia en torno a la autenticidad del libreo, véase una visión de conjunto en mi Lehrb. d. Einleit. in d. A. Test. 134. A lo que allí digo sobre el número de los oponentes a la autenticidad del libro, ha de añadirse Fr. Bleek, Einleitung in d. A. Test. p. 577ss., y su artículo Messianische Weissagungen im Buch Daniel, en Jahrb.f. deutsche Theologie, v. 1, p. 45ss., J. J. Sthälin, Einleit. in die kanon. Bcher des A. Test. 1862, 73. Entre los defensores de la autenticidad del libro allí mencionados, cf. Dav. Zndel, Krit. Untersuchungen ueber die Abfassungszeit des B. Daniel, 1861, con Rud. Kranichfeld y Th. Kliefoth en sus Comentarios al libro de Daniel (1868) y el teólogo católico Dr. Fr. Heinr. Reusch (profesor en Bonn), en su Lehr. der Einleit. in d. A. Test. 1868, 43.

      5. Cf. Layardm, Nineveh and Babylon, p. 454. En un bajo-relieve, representando el retorno del ejército asirio, grupos de hombres dan la bienvenida al comandante asirio con cantos, música y baile. Preceden cinco músicos, tres con harpas variadas, el cuarto con una flauta doble, tal como aparece también en los monumentos egipcios, que seguía estando en uso entre los romanos y los griegos. El quinto lleva un instrumento de cuerda percutida (!yrTnsP, cf. Gesenius, Thes. p. 1116), que se utiliza todavía entre los egipcios y que consiste en una caja hueca o en una tabla de sonido, con cuerdas sobre ella. De esa misma forma describe Agustín el salterio en Comentario a Sal 32, 1-11).

      6. Refiriéndose a esta narración, Kran. (p. 26) ha refutado la objeción de Hitzig, según la cual si la muerte de Baltasar no implicó, al mismo tiempo, el transferencia del reino de los caldeos a los persas, entonces Dan 6, 28 tendría que haber mencionado solo la muerte del rey, dejando el silencio el tema del final de la monarquía, que sucedió 22 años más tarde.

      7. Jerónimo cita así la opinión de Porfirio en Proaem. in Dan.: “Quidquid (autor libri Dan.) usque ad Antiochum dixerit, veram historiam continere; si quid autem ultra opinatus sit, quia futura necierit, esse mentitum.” (Así piensa Porfirio: “Todo lo que el autor del libro de Daniel dice hasta el tiempo de Antioco contiene verdadera historia; pero en el caso de que opine algo sobre el tiempo posterior, dado que desconoce el futuro, está mintiendo”).

      8. El uso del caldeo al lado del hebreo, en este libro, apunta, como ha indicado justamente Kran. (pag. 10), a una coyuntura en la cual, como en el libro hebreo de Esdras, que ha intercalado en su texto partes escritas en caldeo, se supone, de un modo evidente, que el pueblo tiene un conocimiento de caldeo (arameo), mientras que el hebreo seguía siendo el idioma de los padres y del contexto familiar, en sus conversaciones particulares”.

      En contra de eso, Rosenm. no conoce otro modo de explicar el uso de las dos lenguas en este libro, que afirmando que el pseudo-autor lo hizo nulla alia de causa, quam ut lectoribus persuaderet, compositum esse librum a vetere illo propheta, cui utriusque linguae usum aeque facilem esse oportuit (sin ninguna otra causa que la de persuadir a los lectores de que este libro había sido compuesto por un antiguo profeta al que le resultaba igualmente fácil el uso de ambas lenguas). La suposición de que incluso en el siglo II a.C. una gran parte del pueblo entendía el hebreo es algo que los críticos modernos intentan fundar por este mismo libro de Daniel y por ciertos pretendidos salmos macabeos.

      9. Compárese el uso de palabras hZB en lugar de zB (Dan 11, 24. 33; 2 Cron 14, 13; Es 9, 7; Neh 3, 36; Est 9, 10); $yh en lugar de $ya (Dan 10, 17 y 1 Cron 23, 12); btK por rps (Dan 10, 21; Es 4, 7-8; 1 Cron 28, 19; Neh 7, 64; Est 3, 14); [Dm (Dan 1, 4. 17; 2 Cron 1, 10; Ecl 10, 20); dy[rm (Dan 10,11 y Es10,9); ~yT[ por twT[ (Dan 9, 25; 11, 6. 13. 14, con Cron, Esdras, Nehemías y Ezequiel, y solo una vez en Isaías: Is 33, 6); ybCh utilizado para la tierra de Israel (Dan 8, 9, cf. Dan 11,16. 41, y también Ez 20, 15 y Jer 3, 10; rhz, brillo (Dan 12, 3; Ez 8, 2); bYh, hacerse culpable (Dan 1,10) y bwh (Ex 18, 7); tvhn llq (Dan 10, 6 y Ez 1, 7); vWbl ~yDBa (Dan 12,6-7 y Ez 9, 3. 11; 10, 2. 6-7 etc.).

      10. Véase la colección de hebraismos de las partes caldeas de Daniel y del libro de Esdras en Hengstenberg, Beiträge, i. p. 303, y en mi Lehrb. d. Einl. 133, 4. Puede añadirse, además, que estos dos libros muestran un modo particular de formación de la 3ª persona del imperfecto: awhl: Dan 2, 10. 28-29. 45 (hwhl, Dan 4, 22), Es 4, 13; 7, 26; !whl, Dan 2, 43 y Es 7, 25, להוין, Dan 5:17, en vez


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