Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento- Daniel. Carl Friedrich Keil
significa que aquel que después vendría a convertirse en rey pueda llamarse así prolépticamente, aunque de hecho, en ese momento, no era más que comandante del ejército de su padre.
Esta conjetura queda confirmada por la afirmación de Beroso, tal como la cita Josefo (Ant. X. 11. 1, y C. Ap. I. 19), donde afirma que Nabucodonosor realizó su primera campaña contra el rey de Egipto durante el reinado de su padre, que le había confiado la dirección de la guerra, a causa de que él estaba enfermo y era anciano, añadiendo que Nabucodonosor recibió noticias de la muerte de su padre después que él había sometido a sus enemigos en Asia occidental.
El tiempo del ascenso de Nabucodonosor al trono y el comienzo de su reinado aconteció un año o un año y medio después de su primer asedio a Jerusalén. Según eso, en el año segundo de su reinado, es decir, hacia el final de ese año, se habían cumplido ya los tres años de educación de los jóvenes hebreos en la sabiduría de los caldeos. De esa forma desaparece la aparente contradicción entre Dan 2, 1 y Dan 1, 1.
En referencia a la fecha “en el tercer año del reinado de Joaquim” (Dan 1, 1), no podemos tomar como justificada la suposición deducida de Jer 36, 9, según la cual en el noveno mes del reinado de Joaquim los caldeos no habían venido aún a Jerusalén, ni podemos aceptar la opinión de que Nabucodonosor había destruido ya Jerusalén antes de haber logrado su victoria sobre el Faraón Necao en Carquemish (Jer 46, 2) el año cuarto de Joaquím. En contra de eso esperamos probar en el Comentario a Dan 1, 1 que la toma de Jerusalén en el año cuarto de Joaquim se realizó después de la batalla de Carquemish, y que la afirmación de Dan 1, 1, rectamente entendida, concuerda fácilmente con ese dato, dado que awB (Dan 1, 1) significa ir, salir, pero no venir.
(2) Por otra parte, no es fácil explicar las dificultades históricas que aparecen en Dan 5 y Dan 6, 1.31, porque las informaciones extra-bíblicas relacionadas con la destrucción de Babilonia resultan muy escasas y contradictorias. Pero esas dificultades no son en modo alguno inexplicables, ni son tan grandes que lleven a poner en duda la autenticidad del libro de Daniel.
Así, por ejemplo, aquello que a los ojos de Bleek representa una dificultad “especialmente grande” (al suponer en Dan 5 que en una noche ocurrieron tantas cosas que resulta escasamente creíble que pudieran haberse dado una tras otra en un tiempo tan corto) no puede tomarse en modo alguno como como dificultad, pues todo ello se puede explicar muy bien.
En esa línea, para resolver el tema tenemos que empezar dejando a un lado las afirmaciones que Bleek “introduce” en la narración, sin que formen parte de ella. (1) Que la fiesta comenzó por la tarde o ya de noche, cuando de hecho ella comenzó al mediodía y pudo prolongarse hasta la noche. (2) Que el hecho de vestir a Daniel de púrpura y ponerle una cadena alrededor de su cuello y proclamar su elevación al rango de tercer gobernante del reino tuvo que consumarse a través de una solemne procesión, moviéndose a través de las calles de la ciudad. (3) Que Daniel era todavía el presidente jefe de los magos. (4) Y que después de aparición del escrito en el muro tuvieron que darse largas consultas…
Si uno deja a un lado estas suposiciones, se puede suponer muy bien que todas estas cosas se dieran de un modo rápido, como puede suceder, por ejemplo, con el estallido de un incendio, cuando todo se acelera, de manera que en poco suceden muchas cosas. De esa forma, en unas pocas horas, pudieron suceder todas estas cosas, tal como aparecen expuestas en este capítulo, todas ellas en una noche, incluso la muerte del rey, antes de que amaneciera el día siguiente.
La dificultad histórica mayor, como afirma Stähelin (p. 35), reside meramente en esto: en que Baltasar sea el último rey de Babilonia, y que su madre sea la viuda de Nabucodonosor, lo que resulta contrario a la historia. Ciertamente, parece que la reina madre, lo mismo que Daniel, suponen y dicen repetidamente que Nabucodonosor es padre (ba) de Baltasar, y que ese Baltasar fue el último rey de Babilonia.
Pero de hecho en la narración no se afirma que Baltasar sea el último rey de Babilonia, sino que eso es algo que solo podría deducirse de las circunstancias, por el hecho de que el escrito del muro anuncia la destrucción del rey y del reino y por el hecho de que, como cumplimiento de ese anuncio, en esa misma noche sucedió la muerte de Baltasar (Dan 5, 30) y finalmente (Dan 6,1) el traspaso del reino de los caldeos a manos de Darío, el medo.
Pues bien, el texto no dice que la destrucción del reino de los caldeos o su paso a los medos ocurriera al mismo tiempo que la muerte de Baltasar. La conexión del segundo hecho con el primero a través de la cópula w (Dan 6, 1) indica solamente que las dos partes de la profecía se cumplieron, no su simultaneidad cronológica. La primera parte (Dan 5, 3) se cumplió la misma noche, pero no se dice nada del tiempo del cumplimiento de la segunda, pues Dan 6, 1 (5, 31) no constituye la conclusión de la narración de Dan 5, sino el comienzo de aquellos acontecimientos que se narrarán en Dan 6.
Es muy poco lo que se puede concluir en relación al tiempo de los dos acontecimientos unidos por la cópula w, como puede verse por ejemplo en la historia recordada en 1 Rey 14, donde el profeta Ahías anuncia (cf. 1 Rey 14, 12) a la mujer de Jeroboam la muerte de su hijo enfermo e inmediatamente en conexión con ello la destrucción de la casa de Jeroboam (1 Rey 14, 14), así como el Exilio de las diez tribus (1 Rey 14, 15), acontecimientos que se encuentran muy separados unos de los otros, desde un punto de vista cronológico, aunque están internamente relacionados, porque el pecado de Jeroboam fue no solamente la causa de la muerte de su hijo enfermo, sino también la causa de la destrucción de su dinastía y del reino de las diez tribus6.
De esa forma, también nuestro texto vincula internamente la muerte de Baltasar y la destrucción del reino de los caldeos, sin que sea necesario que ambos acontecimientos sucedieran al mismo tiempo. El libro de Daniel no ofrece información sobre el momento en que fue destruido el reino de los caldeos, sino que eso debe ser deducido de las fuentes extra bíblicas, a las que nos referiremos de un modo más particular en el comentario a Dan 5, donde esperamos mostrar que las afirmaciones del libro de Daniel armonizan perfectamente con aquello que dicen en conjunto las informaciones (a menudo contradictorias) de los autores griegos sobre esta materia. Allí mostraré que las informaciones que ofrece el libro de Daniel son sustancialmente correctas, añadiendo que la destrucción de Babilonia sucedió en medio de una tumultuosa fiesta de los babilonios.
La otra dificultad, la de que Darío, como rey de origen medo (como aparece también en Dan 9, 1, donde se le presenta como hijo de Asuero; cf. 11, 1), sucedió a Baltasar (Dan 6, 1) queda superada tan pronto como dejamos a un lado la afirmación sin fundamento de que este Darío sucedió inmediatamente a Baltasar, y la de que Asuero, el rey persa, se identifica con Jerjes, y damos crédito a la afirmación de Dan 6, 28 donde se dice que Ciro, el rey persa, sucedió en el reino a Darío el Medo, como supone también Jenofonte cuando evoca su relación con el rey medo Ciaxares y su relación con Ciro, como mostraremos en comentario a Dan 6, 1.
Las restantes dificultades e improbabilidades carecen de importancia. La erección de una imagen de oro, de proporciones gigantescas, de sesenta codos de alto en plena llanura (Dan 3) resulta solo “muy improbable” si pensamos con Bleek en una estatua masiva de ese tamaño, sin tener en cuenta el hecho de que los hebreos llaman de “oro” a objetos que estaban simplemente recubiertos de una lámina de oro, como en Ex 39, 28; 40, 5. 26, cf. Ex 36, y lo mismo a imágenes de ídolos (cf. Is 40, 19; 41 7) etc.
Sobre los siete años de locura de Nabucodonosor, la narración de Dan 4 no especifica nada, sino solo su duración, repetida siete veces con la palabra !ynD[ (cf. Dan 4, 22. 29), lo que algunos intérpretes han explicado como si significara años (cosa que no se puede probar en modo alguno). Pero la afirmación de que una locura de larga duración del rey debía estará acompañada por “cambios y conmociones políticas muy importantes” solo puede aceptarse si durante ese tiempo ningún otro hubiera tomado las riendas del gobierno.
Por otra parte, el hecho de no haya quedado ninguna mención de la enfermedad de Nabucodonosor en los historiadores extra-bíblicos no resulta nada extraño, considerando lo poco que ellos dicen del reinado de Nabucodonosor, aunque las afirmaciones de Beroso y Abideno sobre su enfermedad no pueden interpretarse en forma de locura. Sobre esto cf. Comentario a Dan 4.
Teniendo en cuenta estas y obras objeciones