Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento- Daniel. Carl Friedrich Keil

Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento- Daniel - Carl Friedrich Keil


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Nabopolasar en Babilonia, y se apresuró a dirigirse hacia allí con una pequeña guardia por el camino más corto, a través del desierto, para asumir el gobierno, ordenando que el grueso del ejército le siguiera de manera más lenta con todo el grupo de los prisioneros.

      Pero, tan pronto como el ejército caldeo había dejado Jerusalén para volver a Babilonia, Joaquim buscó la manera de liberarse del yugo caldeo, y tres años después de haber sido sometido, se rebeló, probablemente en el tiempo en que Nabucodonosor se hallaba empeñado en establecer su dominio en el Este, de manera que él no pudo castigar inmediatamente esta rebelión, sino que se contentó mientras tanto con enviar en contra de Joaquim los ejércitos de los caldeos, sirios, moabitas y amonitas, que él había dejado detrás en los confines de Judea. Sin embargo, ellos fueron incapaces de vencerte, durante todo el tiempo en que él vivió. Fue solo después que su hijo Joaquín subió al trono cuando Nabucodonosor, como comandante del ejército, volvió con una tropa poderosa en contra de Jerusalén.

      Mientras la ciudad estaba siendo asediada, Nabucodonosor vino en persona a supervisar la guerra. Joaquín, con su madre y los principales oficiales de la ciudad vinieron a rendirse al rey de Babilonia. Pero Nabucodonosor le tomó como prisionero, y mando que los vasos de oro del templo y los tesoros de la casa real fueran tomados y llevados (a Babilonia), y tomó al rey con los grandes del reino, los hombres de guerra, los herreros y artesanos, como prisioneros, llevándolos a Babilonia, poniendo a su vasallo Matanías, tío de Joaquín, como rey en Jerusalén, con el nombre de Sedecías (2 Rey 28,8-17).

      Esto sucedió en el año 8 del reinado de Nabucodonosor (2 Rey 24, 12), y de esa manera, unos seis años después de que Daniel hubiera interpretado su sueño (Dan 2) y hubiera sido promovido por él como presidente de los sabios de Babilonia. El nombre rC:ôan<d>k;Wbn> se escribe en Dan 1, 1 con alef (a)), como sucede de un modo uniforme en Jeremías, cf. 27, 6.8. 20; 28, 3. 11. 12; 29, 1.3, y en los libros de los Reyes y de Crónicas, como en 2 Rey 24,1. 10-12; 25, 1; 2 Cron 26, 6. 10. 13. Por el contrario en Dan 1, 18 se escribe sin la a, como en Dan 2, 1. 28. 46; Dan 3, 1-3, y en Es 1, 7; 5, 12. 14; Est 2, 6.

      Por esta circunstancia, Hitzig concluye que la afirmación de Daniel está derivada de 2 Rey 24, 1, porque la manera de escribir el nombre sin la a no es peculiar de este libro (y no es su forma final), sino la de 2 Rey 24, 1. Pues bien, ambas afirmaciones son incorrectas. Los casos en que la palabra está escrita sin a no pueden tomarse como la forma final, porque esta forma no aparece en Crónicas y la que lleva la a no es peculiar de 2 reyes, sino que es la forma más utilizada, al lado de la forma más nacional babilonia de rC:ôard>k;Wbn>, con (r), en Jer 21, 2. 7; 32, 1; 35, 11; 39, 11; Ez 26, 7; 29, 18; 30, 10, mientras que según Ménant (Grammaire Assyrienne, 1868, p. 327), el nombre se escribe en las inscripciones Babilonias como Nabukudurriusur (acr rdk wbn, es decir, Nebo coronam servat, Nebo lleva la corona), mientras que la inscripción de Behistan tiene la forma de Nabukudratschara.

      Megastenes y Beroso, en Polyhistor, escriben el nombre como Ναβουκοδρόσορος. La forma Nebuchadnezar, con n y sin la a, parece ser la forma aramea, ya que ella resulta dominante en las porciones caldeas de Daniel y de Esdras, y parece estar en el fondo de la pronunciación masorética de la palabra (con la C con dagesch forte).

      Sobre otras formas del nombre, cf. Niebuhr, Gesch. Assurs, p. 41s. La frase “el Señor entregó en su mano a Joaquim” corresponde a las palabras de 2 Rey 24, 1: “él se convirtió en su siervo” y a 2 Cron 36, 6: “y le puso cadenas”. Y parte de los vasos de la casa de Dios. תצקמ sin el Dag. Forte con el significado de “el fin de la extremidad” es una forma abreviada de #r<a'Þh' hceîq.mi, hcq d[ (cf. Jer 25, 33; Gen 47, 21; Es 26, 28), y muestra que “se tomó todo lo que había, de un extremo al otro, es decir, que se tomó una gran parte de la totalidad, aunque por sí mismo tcq no significa nunca una parte” (Kran.). Sobre la afirmación del texto, cf. 2 Cron 36, 7.

      Él (Nabucodonosor) llevó estos vasos a la tierra de Senaar, es decir, a babilonia (Gen 10, 10), al templo de su Dios, es decir, a Bel, y, sin duda, a la casa del tesoro de su templo. De esa manera entendemos el sentido de las dos últimas frases de Dan 1, 2, mientras que Hitz. y Kran., con muchos oros intérpretes refieren el sufijo de ~ayby a Joaquim, y también a los vasos a causa del contraste expreso que hay en las palabras siguientes taw-~ylKh (Kran) y porque, a no ser que se diga aquí, en ningún otro lugar se dice que Nabucodonosor llevó también los hombres a Babilonia.

      Pero eso último se dice también expresamente en Dan 1, 3, y no es algo que meramente se supone, como alega Hitz, y no era necesario que se expresara en Dan 1, 2. La aplicación del sufijo a Joaquim o a los jóvenes judíos que eran llevados cautivos queda excluido por la conexión de ~ayby con wyhla tyb, en la casa de su Dios.

      Por otra parte, la afirmación de que tyB, casa, significa aquí país no está probada por Os 8, 1; 9, 15, ni exigida por pasajes como Ex 29, 45; Num 35, 34; Ex 37, 27 etc. donde se menciona el hecho de que Dios habita en la tierra. El hecho de que Dios habita en la tierra está fundado en el hecho de su presencia gratuita en el templo de la tierra, e incluso en estos pasajes la palabra tierra no significa sin más casa.

      Carece igualmente de fundamento la observación posterior de que, si la expresión wyhla tyb ha de entenderse como referida al templo la palabra la debería estar delante de esa expresión, para lo que se apelaría al ejemplo de Zac 11,13; Is 37,23 y Gen 45, 25. Pero esos pasajes no pueden aducirse como ejemplo, pues la preposición la se pone solo delante de objetos inanimados, tales como tyb cuando el objeto especial del movimiento está indicado de un modo muy preciso por el acusativo.

      Las palabras que siguen, twa-myllKh, no son de tipo adversativo sino explicativo: y (ciertamente) los vasos fueron llevados a la casa del tesoro de su dios –como botín. El hecho de llevar una parte de los vasos del templo y un número de jóvenes judíos de clase distinguida a Babilonia, para que allí pudieran ser educados para el servicio de la corte real, fue un signo y una garantía del sometimiento de Judá y de su Dios bajo el dominio de los reyes y de los dioses de Babilonia. Todo eso se nombre aquí con la finalidad de que se pueda conocer que Daniel y sus tres amigos de los que seguirá tratando este libro se hallaban entre esos jóvenes, y de que esos vasos sagrados serían después causa de ruina para el rey de Babilonia (Dan 5).

      1, 3-7

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      3Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajera de los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes, 4 muchachos en quienes no hubiera tacha alguna, de buen parecer, instruidos en toda sabiduría, sabios en ciencia, de buen entendimiento e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñara las letras y la lengua de los caldeos. 5 Y les señaló el rey una porción diaria de la comida del rey y del vino que él bebía; y que los educara durante tres años, para que al fin de ellos se presentaran delante del rey. 6 Entre ellos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, de los hijos de Judá. 7 A estos el jefe de los eunucos puso nombres: a Daniel, Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-nego.

      1,


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