Estados traumatizado y no traumatizado de la personalidad. Rafael E. López Corvo

Estados traumatizado y no traumatizado de la personalidad - Rafael E. López Corvo


Скачать книгу
con resultados prometedores y de la interpretación que le repetí sobre identificar al analista con su madre, el nivel de ansiedad escaló. Lucía bastante maltrecha e incapacitada para escuchar lo que le decía, semejante a como se sentía de niña, cuando su madre la forzaba a permanecer con ella, escuchándola.

      Algunos días después trajo un sueño: Viajaba en un autobús de dos pisos, como los que hay en Londres y sentadas detrás había una señora con una niña pequeña. Alguien vendía joyas y ella compró un rubí muy costoso que le entregó a la señora para su niña. La señora estaba muy apenada y dudaba entre aceptarlo o no. En el fin de semana salió afuera de la ciudad con ‘A’ y vio un autobús de estos de dos pisos. Más tarde, ese mismo día, él le dio un prendedor muy costoso lo cual la hizo sentir muy complacida. Cuando fue al hospital a que le hicieran unos exámenes, alguien le robó una sortija de su cartera. Sin embargo, cuando el técnico le estaba haciendo el examen, ella estaba más pendiente de la expresión de su cara y de ver si lucía preocupado, que de la pérdida de su anillo. También recordó que para su onceavo cumpleaños su madre le regaló un anillo con una piedra similar a la del sueño. Algún tiempo después perdió esa sortija y le asustaba mucho que su madre se enterara, por lo cual mantuvo el asunto en secreto mientras le buscaba con desespero; sin embargo, la madre quien lo había encontrado, permaneció callada mientras observaba el desespero de Emilia. Le dije que quizás tenía el sentimiento de que la realidad le estaba robando algo muy preciado, similar a una parte en ella o madre interna sádica, que la llenaba de terror; que otras veces proyectaba ese elemento afuera, en otros –en el técnico o mi persona– y luego trataba de aplacar este elemento ofreciéndole algo muy valioso.

      Unas semanas más tarde recordó un sueño: Estaba en algún lugar en el agua y tenía la sensación de que la vida la iba abandonando; lo vivía como una forma de exclusión, como si ella misma fuera quien se mantuviese rezagada. Sentía como si alguien iba venir a rescatarla. Físicamente lucía fatigada y desaliñada. Recordó que en algún momento leyó que soñar con agua podía estar asociado con a la madre; también recordó cuando siendo niña e iba a la playa con su madre mientras su padre se quedaba debido a su trabajo. Se sentía muy infeliz porque no resistía quedarse a solas con su madre. Deseaba que él llegara a rescatarla, pero él nunca aparecía. Cada día, cuando se despedía de sus compañeras de clase luego de la jornada escolar, su madre, quien la esperaba en la puerta, la conminaba a sentarse en el sofá y escucharle sus interminables soliloquios, siempre acerca de lo mismo. Oía a sus amigas hablando y jugando afuera mientras ella miraba el reloj que colgaba en la pared, desesperanzada anhelando que su padre llegara y la liberara de tal tortura. Recuerda cuán dificultoso y vergonzoso le resultaba inventar explicaciones para sus compañeritas de clases sobre por qué no podía salir a jugar con ellas. Le dije que quizás se sentía muy envidiosa de aquellas niñitas a quienes oía jugar afuera porque ellas eran libres de hacer lo que querían, en lugar de estar como ella, prisionera de las necesidades de su madre e incapaz de liberarse de tal control. Añadí que su madre la utilizaba como una “oreja toilette”, como si ella no existiese como individuo, sino sólo como un depósito donde su madre depositaba sus palabras-heces. Quizás se sentía frustrada porque yo, como su padre, no era capaz de rescatarla de la amenaza del cáncer, condición en la cual se sentía atrapada igual a como se sintió prisionera de su madre.

      Una semana más tarde llegó muy deprimida y sintiéndose sin esperanzas respecto a su análisis, así como también con mucha rabia y envidia hacia los demás: su pareja, amigos y yo. Lloraba con desconsuelo afirmando que estaba aterrorizada de ir al hospital al día siguiente para que le hicieran un scan porque estaba segura que iba a ser desastroso. Le dije que aunque eso era una posibilidad, ella no lo sabía, y que tendría que esperar hasta mañana para saber. Le repetí una interpretación anterior: Quizás se aseguraba de sentirse terrible, como una forma de castigo, pensando que así los resultados no serían tan malos. Las noches anteriores había tenido problemas para dormir y relató otro sueño: Un paciente, un prominente hombre de negocios a quien ella trató en el hospital, estaba sentado frente a ella. De repente observó que algo parecido a un pene salía de su camisa. Él se disculpó y lo guardó. El pene del hombre no estaba a nivel de su entrepierna sino a nivel de su hígado. Le dije que quizás una parte en ella deseaba que alguien destacado pudiese con su pene introducirle salud en su hígado, a través de su vagina. Quizás ella tenía similares deseos respecto a mí, que yo pudiera introducir algo a través de su oreja-vagina, un pene fantástico capaz de curar el tumor en su hígado; sin embargo, parecía existir en ella otro aspecto, el temor de que yo me convirtiese en alguien muy importante en su vida. Respondió que ella siempre sospechaba de los otros, de lo que los otros pudiesen querer de ella y que le temía a su necesidad de mí, a su deseo de venir cada día.

      Dos semanas más tarde llegó muy enfadada, afirmando que tenía un dolor de cabeza terrible y creía que era causado por algo que le dije en la sesión anterior. Trajo varios sueños: Estaba dando una conferencia en la reunión semanal del hospital y se le había olvidado la introducción, lo que la puso muy ansiosa. Una mujer le dijo que no estaba bien vestida y decidió cambiarse. Asoció este sueño con las veces cuando presentaba casos en la reunión semanal y siempre se vestía de manera de lucir atractiva. Recuerda que desde que era muy niña su madre era muy crítica y enfática sobre su manera de vestir, de que fuese apropiada. En un segundo sueño, trataba de limpiar la escultura de una tumba, pero le rompió un pedazo y temía que alguien pudiese haberla visto. Le dije que deseaba regresar a los viejos tiempos cuando era feliz y se sentía en control; también le mencioné que tenía el deseo de poder cambiar su situación presente de una manera sencilla, como cambiándose de traje. Sobre el segundo sueño dijo que quizás representaba sus intentos de librarse del cáncer por sí misma. Añadí que parecía que lidiaba con un cáncer en su cuerpo y otro en su mente y que éste último parecía ser producto de algo terrible que ella sentía estar haciendo, como atacando y destruyendo a una persona muerta, quizás su madre, a quien hacía responsable de su enfermedad, y hasta qué punto podría inconscientemente buscar destruir a una madre interna con su propio cáncer. Parecía también que ella no deseaba saber de esto, ni que otros tampoco lo supieran, dado que prefería que nadie se enterase que ella había roto la escultura.

      Algunos días después le recordé que yo estaba saliendo la próxima semana de vacaciones, a causa de las festividades de Navidad, algo que le había anunciado con anticipación unas tres semanas atrás. Me respondió relatando un sueño: Estaba con su padre en el jardín de la casa donde nació; él le dijo que C la estaba buscando y Emilia fue a su encuentro. C dijo que no podrían encontrarse después de las 4:00 pm del próximo lunes, pero que podrían hacerlo a las 8:00 am del día siguiente. Emilia se sintió indispuesta y furiosa por la cancelación de la reunión y le dijo a C que eso le haría perder montones de dinero. Asoció a C con una mujer muy enferma y necesitada a quien ella solía cuidar, al igual que una pareja, quienes visitaban a esta señora y Emilia supo por boca de otra enfermera que esa pareja hacía amistad con ancianos con el único propósito de apropiarse de sus pertenencias tan pronto murieran. Las 4:00 pm lo asocia con la hora de su llegada de la escuela y su madre esperando por ella para que escuchara su interminable perorata durante el resto de la tarde. Recuerda que había un árbol en el jardín donde ella solía sentarse a hablar con su padre, quien gustaba mucho de hacer la jardinería. Era el único lugar donde ella se sentía muy cercana a él y además porque su madre odiaba todo lo relativo al jardín y no visitaba esa parte de la casa: “era como un lugar secreto y mágico”. Aún hoy en día piensa mucho en ese jardín, y en la casa de su actual pareja hay un árbol que a ella le trae recuerdos de aquel otro donde conversaba con su padre. Cuando su madre la confinaba a las 4:00 pm de cada día, lo único que ella podía hacer era mirar el reloj en la pared deseando que su padre llegara, o pensar en el árbol del jardín, anhelando estar allí; era su única forma de liberarse, aunque fuese en su imaginación. C también era una compañera de clases, una amiga de su niñez a quien envidiaba inmensamente por aquel entonces, porque era libre y podía hacer todo lo que quería después de clases.

      Le dije que C era como una parte de ella seriamente enferma y sentía que no podía confiar en nadie, que todo el mundo –al igual que la pareja, quienes se aprovechaban de aquellos pacientes ancianos– miraban sólo por ellos mismos y no les importaba nada


Скачать книгу