Yoga y medicina. Timothy McCall

Yoga y medicina - Timothy  McCall


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sistemáticamente y que hasta hace poco ignoraban los investigadores médicos. El yoga puede afectar enormemente a la salud y el bienestar aportando un mayor control de la mente, así como un mayor entendimiento de las malas pasadas que nos puede jugar. Puede que sea esto, más que otra cosa, lo que nos conduce a la transformación de la vida.

      Los fundamentos para entender la forma en que la mente contribuye a perpetuar los malos hábitos es lo que los antiguos yoghis llamaron samskaras. Los samskaras (sahm-SCAR-ahs) son hábitos de acción y pensamiento que con el tiempo son más profundos, como las ondas de una carretera embarrada. Desde la perspectiva de un yoghi, cada vez que se hace o se piensa algo, aumentan las posibilidades de que se haga o se piense otra vez. Esto también ocurre con los pensamientos y las acciones deseables y no deseables.

      Cuando estaba en la facultad de medicina en la década de 1980, nos enseñaron que el cerebro no podría cambiar mucho al ser adulto. El número de neuronas se fijaba pronto y comenzaba a bajar. Las conexiones entre las diferentes células del cerebro se forjaban durante ciertos períodos críticos de la juventud y luego no podían modificarse.

      Con los avances en el entendimiento y la tecnología, los científicos ahora hablan de la “neuroplasticidad”. Se han dado cuenta de que el cerebro es plástico, lo que significa que puede cambiar. Cuando se realiza una nueva acción, las células cerebrales llamadas neuronas forman nuevas conexiones, y cuanto más frecuentes sean, más fuertes serán estos vínculos neuronales. Esto, en esencia, es la explicación neurobiológica de los samskaras.

      En el Yoga Sutras, Patanjali ofrece una fórmula para el éxito en el yoga: practicar regularmente sin interrupción durante un largo período de tiempo. Parece la fórmula perfecta para crear el nuevo comportamiento que requiere la neuroplasticidad. El modelo del yoga sugiere que al crearse nuevos samskaras y fortalecerlos sistemáticamente con la repetición, se crean hábitos tan fuertes que pueden competir con los antiguos hábitos disfuncionales y reemplazarlos. Como dijo el swami Vivekananda, “el único remedio para los malos hábitos son los contrahábitos”.

       Incluso aunque se esté demasiado enfermo para practicar yoga, los yoghis creen que es útil simplemente imaginárselo paso a paso. Cuantos más detalles se visualicen, más efectivo puede llegar a ser. Lo bueno de practicarlo con los ojos de la mente es que no se debilita ningún surco que se haya creado con la práctica regular porque no se esté en la esterilla; en lugar de eso, se fortalece.

      El yoga de la acción: tapas, svadhyaya e Ishvara pranidhana

      Patanjali perfiló un sistema de transformación de uno mismo al que llamó kriya yoga, el yoga de la acción. El kriya yoga consta de tres elementos: tapas, svadhyaya e Ishvara pranidhana. Te habrás dado cuenta de que también son los tres últimos niyamas.

      Tapas es la palabra sánscrita para calor y comparte raíz con la palabra inglesa taper, que significa cirio. Para los antiguos yoghis, el cuerpo humano sin el yoga es como una olla de barro sin cocer, y la práctica del yoga es un horno que ofrece al cuerpo la fuerza y la resistencia para soportar el desgaste y los daños que pueda sufrir. La clave, según Patanjali, es la práctica regular. El tapas, el fuego o la dedicación que da energía a la práctica es lo que nos hace seguir incluso aunque no siempre tengamos ganas.

      Si te cuesta mucho reunir fuerzas para practicar de forma regular, no desesperes. Uno de los aspectos más sorprendentes del yoga es que es a la vez una disciplina y una herramienta para promover la disciplina. Hay algo en el yoga que, si se practica todos los días, nos hace querer hacerlo todos los días, y este tapas que tiende a crecer con el tiempo puede extenderse a otros aspectos de la vida.

      Ciertas asanas del yoga sirven para crear el tapas. Si no te sientes motivado, suele ser una buena idea comenzar a practicar algunas de estas posturas. Prueba con el siguiente ejercicio que yo aprendí de mi profesora, Patricia Walden.

      EJERCICIO EXPERIMENTAL. Ponte de pie con los pies alineados con las caderas o siéntate en una silla (figura 1.6a). Concéntrate en tu cuerpo y tu nivel general de energía. Inspira lentamente y levanta los brazos por delante de ti y luego por encima de la cabeza (figura 1.6b). Al espirar, vuelve a bajar los brazos. Repite los movimientos de los brazos junto con tu respiración al menos cinco veces. Después, continúa de pie o sentado y cierra los ojos. Siente el calor en tu pecho. Observa cómo sientes los brazos. ¿Te pesan? ¿Sientes el peso de tu vida sobre los hombros? ¿Tienes más conciencia de tu cuerpo ahora que estás concentrado en él? ¿Y qué tal tu nivel de energía? Mucha gente descubre que siente más energía, incluso aunque se haya cansado. Si has experimentado esto, has probado el tapas.

      Otra práctica conocida para crear el tapas es una de las posturas más conocidas del hatha yoga, la postura del perro mirando hacia abajo (figura 1.7). Si tu entusiasmo flaquea, a veces permanecer un minuto o dos en esta postura (si tienes suficiente fuerza para hacerlo) puede darte tapas para querer continuar con la práctica.

      Los antiguos yoghis se dieron cuenta de que aunque el tapas es un fenómeno del cuerpo, también tiene que ver con la mente. Imagina que ya estás en la postura del perro todo el tiempo que puedes y quieres bajar ya. ¿Qué pasaría si alguien te dijera que te paga un millón de euros por mantener la postura durante treinta segundos más? Es sorprendente la fuerza que se puede sacar cuando la mente quiere algo. Cuando descubres que tienes la capacidad de redirigir la mente, te das cuenta de que aunque la mente puede inventar todo tipo de excusas para no hacer algo, tú puedes controlar esas objeciones y decidir hacerlo de todos modos. Eso es el tapas.

      El svadhyaya, o el estudio de uno mismo, el segundo elemento del kriya yoga, es la capacidad creciente de sentir lo que pasa en el cuerpo y la mente cuando se practica el yoga de forma regular; esto también puede extenderse más allá de la esterilla. Se comienza siendo capaz de sentir cuándo se estiran los músculos isquiotibiales (de la parte posterior de los muslos) en una flexión o si cuesta un poco más respirar en la postura del perro. Al continuar con la práctica, tu capacidad de controlar el estado de tu cuerpo, la respiración y las emociones es cada vez mayor. Pasado un tiempo, descubrirás que siempre te has sentido aturdido o lleno después de comer ciertos alimentos, aunque te guste su sabor, o que ciertos programas de televisión te dejan cierta sensación de infelicidad o inquietud. Cuando realmente sientas los efectos de las decisiones que tomas en tu vida, puede que quieras elegir cosas diferentes.

      El Ishvara pranidhana es el tercer elemento del kriya yoga. Su significado literal es “devoción a Dios”, lo cual puede interpretarse como “fe en un poder mayor”. A mí me gusta pensar en ello como “abandonar la ilusión de tener el control de lo que ocurre”. El yoga dice que hemos de esforzarnos al máximo, pero sabiendo que no podemos controlar el resultado. Está en las manos de Dios, según enseña el Bhagavad Gita.

      Por ello, un enfoque del yoga en cuanto a la pérdida de peso no sería “voy a perder 20 kg en los próximos dos meses”, sino algo como “intentaré caminar todos los días media hora y comer un poco menos, sobre todo en la cena”. El primer enfoque se centra en el objetivo, se reduce a un fin en el que podemos influir, pero no podemos controlar, y por lo tanto se convierte en una fórmula para la frustración y hasta la desesperación. El segundo enfoque es la herramienta del yoga de la intención, el sankalpa. Fijar una intención es formular un plan de acción. Es lo que te dices a ti mismo que vas a hacer. El maestro de yoga del siglo XX Ramana Maharshi dijo: “Preocúpate del presente. Ya se preocupará el futuro por sí mismo”. Hay más información sobre ese tema en el capítulo 7.

      Llévatelo


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