Yoga y medicina. Timothy McCall
los niveles de neurotransmisores
25.Disminuye los niveles de la hormona del estrés cortisol
26.Disminuye el azúcar en la sangre
27.Disminuye la presión arterial
28.Mejora los niveles de colesterol y triglicéridos
29.Diluye la sangre
30.Mejora la función intestinal
31.Libera tensiones musculares inconscientes
32.Emplea la imaginería para hacer cambios efectivos en el cuerpo
33.Alivia el dolor
34.Disminuye la necesidad de medicarse
35.Favorece las relaciones curativas
36.Mejora la salud psicológica
37.Conduce a hábitos más saludables
38.Favorece el crecimiento espiritual
39.Provoca el efecto placebo
40.Nos anima a involucrarnos en nuestra propia curación
1. Aumenta la flexibilidad. Cualquiera que haya asistido alguna vez a una clase de hatha yoga sabe que las posturas de yoga requieren que nos estiremos de formas que nunca habíamos pensado; cualquiera que haya continuado con la práctica de asanas también habrá observado que las zonas tensas se abren con el tiempo y que las posturas que parecían imposibles llegan a ser posibles. Aunque parece obvio, existen estudios científicos que han documentado el aumento de flexibilidad de los músculos y del rango de movimiento de distintas articulaciones con la práctica del yoga. La cuestión es: ¿En qué beneficia esto a la salud? Veamos un par de ejemplos de una lista potencialmente larga. La falta de flexibilidad en las caderas puede provocar tensión en la rodilla debido a la incorrecta alineación de los huesos del muslo y la pierna. El dolor de espalda puede deberse a la rigidez de los músculos isquiotibiales –los músculos de la parte posterior de los muslos–, lo cual provoca el aplanamiento de la columna vertebral.
2. Fortalece los músculos. La debilidad muscular contribuye a numerosos problemas, entre otros, la artrosis, el dolor de espalda y las caídas cuando se es anciano. Muchas de las limitaciones físicas que la gente asocia con la edad, incluidas la debilidad y las incapacidades progresivas, se deben a la pérdida de masa muscular, un problema recientemente bautizado como sarcopenia. Existen estudios que demuestran que las personas octogenarias o mayores pueden mejorar rápidamente en esta función cuando se ajustan a un régimen para crear masa muscular. La práctica de asanas no sólo fortalece los músculos, sino que lo hace de forma funcional, trabajando todas las partes del cuerpo y equilibrando la fuerza y la flexibilidad. Por el contrario, algunos levantadores de pesas siguen rutinas que no están bien equilibradas, lo que los conduce a un fortalecimiento desigual y a la pérdida de flexibilidad. Del mismo modo, mucha gente trabaja los abdominales para proteger la espalda, pero el fortalecimiento de esos músculos suele tirar del hueso púbico hacia arriba, aplanando la columna vertebral, lo cual en realidad empeora los problemas de espalda. Además de fortalecer los músculos, el yoga parece aportar resistencia y retrasar la aparición de la fatiga.
3. Mejora el equilibrio. Mientras que la fuerza puede ayudar a un anciano a no caerse, a los demás también puede ayudarnos a no tropezar en el baño en mitad de la noche si mejoramos nuestro equilibrio con la práctica regular de asanas como la postura del árbol (figura 2.1). Puede que el equilibrio no se considere tan importante hasta que no se tiene en cuenta que las caídas pueden provocar fracturas de cadera, pérdida de independencia y la admisión de un asistente médico en casa. El yoga puede ayudarnos a usar nuestro cuerpo de un modo generalmente más equilibrado, izquierda y derecha y delante y detrás, lo cual puede minimizar el desequilibrio muscular que tantas veces provoca síntomas preocupantes y lesiones.
Figura 2.1
4. Mejora la función inmune. Muchas prácticas del yoga pueden mejorar la función inmune, pero, hasta la fecha, la meditación cuenta con el mayor apoyo científico. La meditación parece aumentar la inmunidad en casos en los que es útil, así como disminuirla en casos de enfermedades autoinmunes marcados por una función inmune inadecuadamente agresiva. El Dr. Jon Kabat-Zinn, antiguo director de la Clínica de Reducción del Estrés de la Universidad de Massachusetts, condujo un estudio con gente que sufría casos de moderados a graves de psoriasis, una enfermedad autoinmune de la piel. Los que escucharon una cinta de meditación guiada mientras recibían el tratamiento normal de terapia de luz ultravioleta tenían casi cuatro veces más probabilidades de mejorar el estado de su piel. Kabat-Zinn dice que “el poder de este estudio es que muestra que la mente puede influir en el proceso de curación hasta el extremo de expresarse en los genes y replicar células”. En un estudio más reciente de Kabat-Zinn y el Dr. Richard Davidson en la Universidad de Wisconsin, se examinó a un grupo de trabajadores de alta tecnología que aprendieron técnicas de meditación y posturas de yoga sencillas. El grupo desarrolló un mayor nivel de anticuerpos de la gripe en la sangre después de haberla pasado que el grupo control, lo que indica que tenían una mejor capacidad para luchar contra la infección.
5. Mejora la postura. Muchos problemas de espalda, cuello y otros músculos y articulaciones pueden deberse a una mala postura o empeorar a causa de ésta, algo que el yoga puede corregir de forma muy efectiva. Piensa en tu cabeza como si fuera una bola de bolos, grande, redonda y pesada. Cuando esa bola se equilibra directamente sobre una columna recta, al cuello y a los músculos de la espalda les cuesta menos trabajo aguantarla que cuando la tienen que sostener varios centímetros hacia delante, un hábito común (figura 2.2). La posición de la cabeza hacia delante puede provocar dolor de espalda y contribuir a problemas como dolores de cabeza, artrosis, síndrome del túnel carpiano y hasta fatiga. Sostén esa bola de bolos de ocho a doce horas al día y tendrás menos energía para hacer lo que tengas que hacer. Lo más sorprendente –para los que no hacen yoga– es que hay pruebas científicas que demuestran que una mala postura contribuye a una muerte prematura. Como parte de un gran estudio sobre la osteoporosis, la Dra. Deborah Kado, de la Universidad de California, Los Ángeles, estudió a más de tres mil pacientes ancianos que sufrían cifosis, una curvatura exagerada en la parte superior de la espalda, durante más de cuatro años. Descubrió que las personas con esa curvatura tenían un 44% más de probabilidades de morir durante el período del estudio. Quizá sorprenda todavía más que los que tenían una mala postura tenían 2,4 veces más posibilidades de morir por enfermedades relacionadas con la aterosclerosis, como ataques al corazón, lo que convertía la mala postura en un factor de riesgo como el tabaco y el colesterol elevado. El mecanismo preciso de la mala postura que aumenta el índice de muertes de un ataque al corazón no se conoce, pero los yoghis creen que al andar agachado se comprime el corazón y, potencialmente, se compromete el aporte de sangre. Los pulmones también tienen menos espacio para expandirse si el pecho está hundido, lo cual significa que el cuerpo no puede obtener la cantidad de oxígeno que el corazón necesita (figura 2.2). Esta noción se desarrolló gracias a un experimento realizado en Italia en el que se descubrió que la gente con una fuerte cifosis tenía 2,5 veces más probabilidades de sufrir respiración entrecortada en un grado proporcional al tamaño de la curvatura de la parte superior de la espalda. Ambos estudios se publicaron en 2004 en la Journal of the American Geriatrics Society. Existen nuevas investigaciones que sugieren que una excesiva cifosis no sólo puede ser el resultado de una fractura de columna, sino que también puede causarla. Un estudio piloto publicado en la American Journal of Public Health sugiere que un programa de yoga de doce semanas modificado para cubrir las necesidades de los pacientes mejora la postura, la conciencia postural, la altura, la posición de la cabeza, las habilidades funcionales y el bienestar en mujeres de 60 años y más con una cifosis excesiva.