Yoga y medicina. Timothy McCall
Al contrario que las arterias, las venas no pueden impulsar la sangre, dependen del movimiento de las zonas adyacentes del cuerpo, como ocurre en la práctica de asanas, para devolver la sangre de las zonas periféricas a la articulación central. Las posturas que se realizan cabeza abajo facilitan el retorno venoso de las piernas y la pelvis hacia el corazón. Con un mejor retorno de la sangre al corazón, éste no tiene que trabajar tan duramente.
13. Aumenta la circulación linfática. Además de las arterias y las venas, existe un tercer sistema de vasos a través de los cuales circulan fluidos por el cuerpo. Este sistema lleva la linfa, un líquido rico en linfocitos y otras células del sistema inmune. El sistema linfático lucha contra las infecciones, mata células cancerígenas y elimina algunos productos tóxicos de desecho de la función celular. Al igual que las venas, los vasos linfáticos carecen de los músculos que tienen las arterias en sus paredes para propulsar la sangre. Cuando se contraen o se estiran los músculos, se mueven los órganos que hay cerca y, si se adoptan posturas de yoga, el flujo linfático mejora y, con él, la función del sistema linfático.
14. Mejora la función de los pies. Los chinos tienen un dicho: “La edad comienza en los pies”. Los profesores de yoga enseñan que los pies son la base de una buena postura. Cuando no se trabaja correctamente, se pueden sufrir problemas de tobillos, rodillas, caderas, parte inferior de la espalda y muchos más debido a que el desequilibrio de las fuerzas se transfiere hacia arriba. Los expertos de los estilos de yoga basados en la alineación (ver capítulo 6) van desarrollando cada vez una mayor distancia entre los dedos de los pies y entre los metatarsos (los huesos largos de los pies), con lo que amplían y estabilizan su base. Muchos problemas de pies, como los pies planos, pueden mejorar y a veces hasta corregirse con la práctica regular de las posturas de yoga que se realizan de pie.
15. Mejora la propiocepción. La propiocepción es la capacidad de sentir dónde está el cuerpo en el espacio, incluso con los ojos cerrados. La mayoría de la gente con una mala postura o patrones de movimiento disfuncionales no sabe lo que está haciendo mal y su falta de conocimiento no le permite hacer cambios. La práctica regular de asanas, no obstante, crea de forma estable la capacidad de percibir lo que hace el cuerpo. La conciencia sobre el cuerpo es parte del gran concepto de conocimiento en el que se basa toda la práctica del yoga. Con el conocimiento, llega la posibilidad de hacer elecciones diferentes. A medida que nos hacemos más sensibles a los procesos internos, tenemos más posibilidades de sentir síntomas sutiles de enfermedades graves en etapas en las que aún somos más susceptibles al tratamiento. Hace años, la profesora de yoga Judith Hanson Lasater le dijo a su marido: “Tengo neumonía en el pulmón derecho”. Él la miró escéptico y dijo que sólo era un resfriado. “Soy una profesional de la respiración”, dijo ella, “y no puedo inflar mi pulmón derecho”. Una prueba con rayos X demostró que ella tenía razón. Del mismo modo, si notas cierta tensión en el cuello y la tratas pronto con sencillos estiramientos de yoga, puede que nunca sufras migrañas propiamente dichas. El conocimiento también puede templar tu respuesta al estrés. En cuanto sientas que el estrés te golpea, puedes emplear una técnica de respiración para frenarlo. El conocimiento del yoga también permite aprovechar antes las emociones, reconocer, como dicen los budistas, “la chispa que antecede a la llama”. Esto te da la opción de no reaccionar de forma impulsiva ante la ira o el miedo, de analizar tus sentimientos antes de que se desencadene una cascada de acontecimientos bioquímicos y hagas algo de lo que te puedas arrepentir después.
16. Aumenta el control sobre las funciones del cuerpo. Con el mayor conocimiento, viene un mayor control sobre el cuerpo. Aunque poca gente puede aspirar al extraordinario control mostrado por el swami Rama, muchas personas pueden emplear técnicas sencillas del yoga para bajar su presión sanguínea algunos puntos, llevar más flujo sanguíneo a la pelvis si luchan contra la esterilidad o relajarse si tienen problemas para dormir.
17. Fortalece los huesos. Muchas posturas de yoga requieren que el peso del cuerpo recaiga sobre alguna zona, lo cual fortalece los huesos y ayuda a evitar la osteoporosis. Algunas posturas que se realizan de pie, como la postura del guerrero II (figura 2.5), requieren que el peso del cuerpo recaiga sobre las piernas. Al contrario que muchas otras formas de ejercicio, la postura del perro mirando hacia abajo y los equilibrios de brazos hacen que el peso recaiga sobre las muñecas, una ubicación frecuente de fracturas por osteoporosis. En un estudio no publicado realizado en la Universidad del Estado de California, Los Ángeles, se descubrió que seis meses de yoga centrados en posturas de pie aumentaron de forma significativa la densidad ósea de las vértebras de 18 mujeres de edades comprendidas entre los 18 y 65 años, en comparación con el grupo control que mantuvo su actividad física habitual. Además, la capacidad documentada de que el yoga baja los niveles de la hormona del estrés cortisol (ver punto 25) puede ayudar a mantener el calcio en los huesos porque el exceso de cortisol disminuye la formación ósea y aumenta su descomposición.
18. Condiciona el sistema cardiovascular. Desde la disminución del riesgo a sufrir ataques al corazón hasta el alivio de la depresión, el ejercicio aeróbico es una potente fuerza de prevención y curación. No toda la práctica de asanas es aeróbica, pero cuando se realiza con vigor sí puede serlo. Hasta los ejercicios del yoga en los que no se pone el corazón dentro del rango aeróbico pueden mejorar el acondicionamiento cardiovascular. Ciertos estudios han demostrado que la práctica del yoga disminuye el ritmo cardíaco en reposo y aumenta el consumo máximo de oxígeno, así como la resistencia durante el ejercicio, lo cual indica que mejora el acondicionamiento aeróbico. En un estudio con 40 hombres jóvenes del ejército de India se descubrió que un grupo que practicaba yoga una hora al día tenía similares ganancias en la capacidad aeróbica que otro grupo que hacía ejercicio convencional, pero el grupo de yoga mostraba una reducción significativa en la percepción del esfuerzo en ejercicios máximos. En personas con problemas de corazón, un completo programa para su estilo de vida en el que se incluía el yoga produjo una mejora de la capacidad de bombear del corazón. Otro estudio reveló que los sujetos que practicaban sólo pranayamas podían trabajar mejor con menos consumo de oxígeno.
Figura 2.5
19. Facilita la pérdida de peso. Muchos estudios han descubierto que la gente que comienza con programas regulares de yoga pierden peso. Además de perder peso, un estudio descubrió reducciones significativas en los pliegues cutáneos –en la parte posterior de los brazos, bajo los omóplatos y en muchas ubicaciones más–, así como en la circunferencia del cuerpo. Además de quemarse calorías practicando yoga, éste también puede aportar una dimensión espiritual y emocional en cuanto al sobrepeso; puede ser parte del motivo de que a mucha gente le parezca que el yoga les funciona cuando sus anteriores intentos para perder peso habían fracasado. Otro modo en que el yoga puede ayudar a reducir el sobrepeso es la conciencia que experimentan a la hora de comer (ver capítulo 27).
20. Relaja el sistema nervioso. Cuando la gente habla de la reducción del estrés, suele referirse al cambio de equilibrio entre las dos ramas del sistema nervioso autónomo, que pasa de un estado de mucha vigilia, mediado por el sistema nervioso simpático, a un estado de relajación, mediado por el sistema nervioso parasimpático. El sistema nervioso autónomo regula la función de los órganos internos como el corazón, los pulmones y los intestinos; a veces la domina el sistema nervioso simpático, y otras, el parasimpático, depende de las circunstancias. El sistema nervioso simpático es más dominante en situaciones de emergencia y aporta respuestas de “luchar o correr”. Cuando no se percibe ninguna emergencia, domina el sistema parasimpático. El sistema nervioso parasimpático es tranquilo y restaurador; baja los ritmos respiratorio y cardíaco, disminuye la presión sanguínea y aumenta el flujo sanguíneo hacia los órganos internos, como los intestinos y los órganos reproductivos, lo que nos permite “descansar y hacer la digestión”. Estos efectos, que son lo contrario a “luchar o correr”, constituyen lo que el Dr. Herbert Benson ha bautizado