Yoga y medicina. Timothy McCall

Yoga y medicina - Timothy  McCall


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y fortalecimiento de los surcos que se han comenzado a cavar. Para los yoghis, fijarse la intención de practicar a diario durante un período de tiempo en concreto puede ayudar. Sin embargo, hay que ser realistas y establecer un tiempo que se pueda cumplir, quizá 15 o 20 minutos al día para empezar. Aunque las clases de yoga pueden ser muy útiles, yo abogo por la práctica personal, normalmente en casa, como el mejor modo de profundizar en esos surcos porque mucha gente sólo puede dedicarle al yoga unas pocas horas a la semana. Si tardas, digamos, media hora para ir a clase, media para volver, unos minutos para cambiarte de ropa, preparar la esterilla y cualquier otra cosa que necesites, una simple clase de 90 minutos podría consumirte tres horas. En esa misma cantidad de tiempo, podrías practicar 20 minutos seis días a la semana en vez de una sesión de una hora una vez a la semana. Si puedes dedicarle tiempo, las clases semanales combinadas con la práctica diaria en casa es lo ideal.

      Al principio, una práctica diaria de sólo 20 minutos al día puede parecer mucho. Si es así, ¿por qué no intentas dar sólo un paso en la dirección del yoga? Podrías probar con algunos de los ejercicios de este libro. Podrías comprometerte a dedicar al yoga unos cuantos minutos al día, aunque sólo sea para respirar, hasta que el surco y la sensibilidad a los beneficios del yoga sean más profundos. Te sentirás mucho mejor que si te dedicaras a buscar el tiempo que necesitas para cumplir con lo que deseas. Es un signo seguro de que se están produciendo algunas transformaciones.

      Ten en cuenta que, a pesar de que te esfuerces al máximo, puede que no seas capaz de cumplir con tus intenciones. Si es así, no importa. El primer paso para transformar la vida consiste en ver cómo son las cosas, saber dónde te encuentras en ese momento. Puede que no te sientas capaz de hacer cambios de forma inmediata, pero todos los cambios comienzan con su visión clara. Si tu primer intento no funciona, quizá debas replantearte tus intenciones o simplemente intentarlo de nuevo.

      Si aún no estás seguro, piensa en Dolores. Ten en cuenta que el yoga le era totalmente desconocido cuando asistió a su primera clase. Éste es su consejo: “Deja a un lado la fe. Pruébalo. Quizá pienses que es un riesgo, pero se gana”. Además añade: “El yoga sienta bien. El yoga hace que te sientas bien. Si pudiera decirle algo a alguien, sería eso”.

      Como médico que ha pasado la última década investigando el campo, añadiría que cuando se hace con conciencia y la instrucción adecuada, el yoga es extremadamente seguro. Es divertido. Es sorprendentemente efectivo, y más cuanto más se practica. El yoga puede mejorar la vida de muchos modos, incluso de formas que ni se imaginan.

      No tienes que creerme a mí. Pruébalo tú mismo y a ver lo que piensas. Así es el yoga.

       CAPÍTULO 2

      LA CIENCIA DEL YOGA

      No hay un solo músculo en el cuerpo sobre el que el hombre no puede establecer un perfecto control. Se puede parar el corazón y hacer que siga latiendo, y puede controlarse del mismo modo cualquier parte del organismo. —SWAMI VIVEKANANDA

       El swami Rama, un gurú del yoga educado en el Himalaya, se sentó en la postura del loto sobre un sillón lo suficientemente ancho como para acomodar las rodillas y conectó su pecho a una máquina de electrocardiograma. Con él en el laboratorio de biorretroalimentación de la Clínica Menniger de Topeka, Kansas, estaba el Dr. Elmer Green, director del labora-torio. Corría el año 1970. Desde la sala de control, la mujer de Green, Alyce, y un grupo de investigadores y técnicos de laboratorio controlaban la potencia del electrocardiograma. Casi al final del tercer día de la prueba, llegó el momento de que el yoghi “parara su corazón”.

      Rama ya había mostrado un control sobre su cuerpo más allá de lo que los científicos habían visto jamás. Su primer día en la clínica, demostró una notable capacidad de cambiar la temperatura de sus manos. Ampliando y estrechando de forma selectiva las arterias principales de su muñeca –un proceso involuntario que él podía controlar usando sólo la mente–, el gurú podía crear una diferencia de temperatura de unos 12o Celsius entre las palmas de sus manos y unos centímetros más lejos. Según el Dr. Green, “La parte izquierda de la palma de su mano, después de la prueba realizada en ausencia de movimiento, parecía haber sido golpeada con una regla unas cuantas veces, estaba enrojecida. La parte derecha de la mano se había puesto gris como la ceniza».

      Más adelante, el swami demostró su capacidad para cambiar la lectura de su electroencefalograma en cualquiera de las cuatro ondas principales del cerebro que entonces reconocían los científicos occidentales: alfa, beta, zeta y delta. Recientemente, los científicos han descrito un quinto tipo, las ondas gamma, presentes a veces cuando se medita durante mucho tiempo. Tras mantenerse en un patrón de ondas delta (normalmente asociadas con un profundo sueño e inconsciencia), Rama podía recordar con precisión cosas que los técnicos les habían susurrado a otros técnicos cuando pensaban que no podía oírlos. Habían olvidado lo que habían dicho hasta que él se lo recordó. De antemano, les había dicho a los Green que pensarían que estaba dormido cuando en realidad estaría plenamente consciente todo el tiempo.

      Alyce y Elmer Green sentían nervios ante la intención del yoghi de parar su corazón; eso era una cosa completamente diferente. Sin embargo, el swami Rama había insistido, así que tuvieron que continuar. Rama les dijo que podía hacerlo de forma cómoda entre tres y cuatro minutos y les preguntó que cuánto tiempo necesitaban para obtener resultados adecuados. Elmer le dijo que diez segundos ya sería “impresionante” y el swami Rama decidió ajustarse a ese límite.

      Tras calentar acelerando y ralentizando su ritmo cardíaco, el yoghi le dijo a Elmer, que se encontraba con él en la sala: “Esto va a ser un shock, no os alarméis”. Elmer entendió que iba a sufrir algún tipo de shock neuronal, pero pronto se dio cuenta de que lo que quería decir es que el personal del laboratorio se iba a sorprender muchísimo. Tenía razón. Transcurridos ocho segundos de apresuradas consultas entre la plantilla, preocupados sobre lo que estaban viendo en el electrocardiograma, Alyce dijo “Ya basta”, por el intercomunicador de la sala de control. Poco después, el swami liberó la contracción de sus músculos abdominales y su corazón volvió a latir de forma normal. Del brillo en los ojos de Rama, Elmer pudo deducir que el swami pensaba que la prueba había sido un éxito.

       ALGUNAS ENFERMEDADES QUE, SEGÚN ESTUDIOS CIENTÍFICOS, SE BENEFICIAN DE LA PRÁCTICA DEL YOGA

      Alcoholismo y abuso de otras drogas

      Ansiedad

      Artritis reumatoide

      Asma

      Cáncer

      Depresión

      Diabetes

      Dolor (crónico)

      Efusión pleural (presencia de fluido en el espacio pleural)

      Embarazo (normal y con complicaciones)

      Enfermedad pulmonar obstructiva crónica (ej., enfisema)

      Enfermedades coronarias

      Epilepsia

      Esclerosis múltiple

      Escoliosis (curvatura de la columna)

      Esquizofrenia

      Esterilidad

      Fibromialgia

      Hipertensión

      Incontinencia urinaria por estrés

      Insomnio

      Insuficiencia cardíaca congestiva

      Migraña y dolor de cabeza por tensión muscular

      Neurosis (ej., fobias)

      Artrosis

      Osteoporosis

      Pancreatitis (crónica)

      Recuperación posoperatoria

      Rehabilitación tras un ataque al corazón


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