Sello de Sangre. Nathan Burkhard

Sello de Sangre - Nathan Burkhard


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como era de esperarse, su hermana atravesó la habitación, su furia era palpable, una ira incontrolable que crecía dentro de ella, sin más alzó la mano y la dejó caer con fuerza sobre el rostro pálido de Natle, el duro sonido acentuado con el silencio de la habitación, proporcionándole una momentánea satisfacción.

      Natle no sintió el golpe, pero si el ardor que se expandía sobre su mejilla y la evidencia de esta, dejando una marca rojiza que se distinguía sobre su palidez. El golpe fue tan fuerte que Natle no tuvo la fuerza para sostenerse, cayendo de lado sobre su muñeca, lastimándosela ante la caída inesperada.

      —¿Qué rayos sucede contigo Gabrielle? —exclamó sentada en el suelo, tratando de encontrar una explicación a los debidos ataques, además de tratar de acomodarse la barbilla.

      —¡¿Explicación?! ¡Una maldita explicación! —bramó su hermana.

      —¡SÍ! —gritó Natle.

      —¿Cómo pudiste? ¿Cómo pudiste hacerlo? —le reprochaba algo que ni ella misma sabía.

      —Me parece que golpearme se ha hecho en un gran hábito para todos en este internado de mierda… y si supiera de qué diablos hablas trataría de explicártelo pero veo que interrumpir en medio de mi habitación y abofetearme como a un trapo es suficiente. Creo que ya deberías estar satisfecha.

      —¿¡Explicarme!? ¿Explicarme? Siempre fuiste tan egoísta. Una maldita perra egoísta.

      —¿Egoísta yo? No sé de qué me hablas —trataba de defenderse de los constantes ataque de su hermana.

      —No te hagas la tonta, que ese papel no te queda ya. Mamá perdió a su bebé y tú tan feliz aquí, mientras que ella está sufriendo por la pérdida.

      —Sacas conclusiones precipitadas. Como siempre —inquirió —Yo no tuve nada que ver —trató de hacerle entender y sacarla de su error —¡Lo juro!

      —No es de genios saber que en cada desgracia esta tu nombre escrito en neón. Debes de estar contenta por la pérdida del bebé. Por qué crees que ni Joe te lo dijo, porque sabía que eres una egoísta, qué harías todo por ser siempre el centro de atención.

      —¡Calla! ¡Calla! —Natle no lo soporto más derrumbándose en su propia miseria.

      —Ya debes estar contenta, siempre deseaste que pasara eso. Pues al fin lo lograste maldita perra —con un intento más a golpearle, elevó la mano lista para dejarla caer sobre el rostro de su hermana, cuando una mano fuerte y dura le asió la muñeca sin miedo a lastimarla.

      De la nada, Ray apareció detrás de Gabrielle evitando que esa bofetada encuentre lugar, Philip corrió a lado de Natle tratando de ayudarle, pudiendo observar que el golpe había lastimado la comisura de sus labios, brotando hilos de sangre de sus delicados labios, limpió la sangre con sus dedos, preocupado por el rostro pálido y enfermizo de Natle —¡Natle! ¿Te encuentras bien? —susurró, a lo que ella tan solo respondió con un asentimiento de cabeza.

      —¡Tranquilízate Gabrielle! Creo que es suficiente, creo que estas castigándole demasiado. Que seas su hermana no te da el derecho de golpearle a tu antojo, pero si hablamos de eso. Creo que tu línea de sangre no te permite golpearle y sabes bien a lo que me refiero.

      —¡SUÉLTAME! —ordenó Gabrielle, pero Ray solo logró clavarle los dedos.

      —Y yo diría que bajes esa mano. No vez que no tiene la mínima idea de lo que pasó, tan solo fue un accidente, deberías controlarte y detenerte de una jodida buena vez.

      —Contigo —la señaló con el dedo de manera despectiva —La vida es un riesgo. Contigo todo puede pasar y los accidentes no son opción a tu lado. Además Joe esta tan ciego que socaparía todas tus ridiculeces. Ambos son tal para cual, ambos son idénticos, no me extraña que sean el uno para el otro en todos los sentidos posibles. Quizás por eso se tuvo que ir de Ben Cork, lo estabas asfixiando tanto con tu maldito papel de víctima e inocente paloma.

      —No te metas con Joe. Ni conmigo nunca más, trata de golpearme nuevamente y veras que una mano se te caerá un día de estos. Por favor no trates de competir conmigo, no trates de ganar algo que jamás podrás. No querrás jugar conmigo, Gabrielle —logró ponerse de pie con ayuda de Philip enfrentando a su hermana, ya estaba cansada de ser un títere más, una excusa de accidentes.

      —Gabrielle solo vete de aquí. No tiene ningún sentido encontrar culpables, tan solo fue un accidente lo de tu madre, Ray tiene toda la razón —Philip trataba de proteger y ver el lado bueno de la situación.

      —Apóyame en esto Philip, no me des la espalda ahora —aseguró Gabrielle —Tú no.

      —No Gabrielle, tú no me pongas en contra de mis amigos. Las cosas deben ser claras, Natle no podría haber causado ese daño, solo relájate y no busques culpables, que para ello lo seriamos todos y la gran mayoría aquí por todo lo que pasa incluyéndote, Gabrielle. Acaso olvidaste la última vez, sé que no es apropiado hablar de ello, pero es necesario hacerte recordar que tú fuiste la causante del incidente del semestre pasado —Philip trató de sostener a Gabrielle, pero ella tan solo se soltó bruscamente.

      —Por qué no admites que le amas —indagó Gabrielle desdeñosa —Eres tan cobarde que no puedes ni decírselo a la cara.

      Philip volvió el rostro hacia Natle, un poco apenado, pero sin sentir vergüenza de esos sentimientos, elevó la barbilla y lo admitió —Ella ya sabe lo que siento. Es algo que jamás podría sentir por ti Gabrielle —dio una risa sin humor, negando con la cabeza solo para verla a la cara —Fuiste creada de piedra, no te importa nada, solo más que tu propio beneficio y bienestar, solo eres la sombra de lo que es mi hermana, y aun así tratas de ocupar su lugar. No eres nada, sé que puedo ser duro en este momento, pero no trates de ser la víctima cuando tú misma has ocasionado tantos problemas en este internado, has hecho la vida de tu propia hermana un infierno ¿Y todo por qué?

      Ella solo parpadeó resuelta a no llorar delante de ellos —Eres un bastardo —le dirigió una mirada centellante ignorando las miradas de reproche que todos le daban.

      —Puede que lo sea. Pero no traté de matar a mi propia hermana por tener al chico popular colgado de mi mano. O simplemente por no poder ser mejor que los demás.

      —¡Philip! Basta por favor —Natle tocó su brazo, pidiéndole que parara con aquella discusión que no le hacía bien a nadie, además de sentirse ya fatal por todo lo que pasaba.

      —¡Natle! ¡No! —negó con la cabeza —Tiene que saber que ella solo causa estragos en tu vida, solo causa problemas.

      —Más los causará ella —bramó con odio —Ella destruirá todo lo que toque.

      —¡Gabrielle! ¡CÁLLATE! —ordenó Ray con las venas de su cuello y frente infladas ante la ira —Cállate por que juro por Dios que...

      —¿Qué harás? —apretó los dientes, sin amilanarse a ese tono —¿Golpearme?

      —Créeme que lo haré si no te callas de una jodida vez ¡Lárgate de aquí!

      —Todos son unos estúpidos por proteger a un monstruo como ella —obedeciendo, giró sobre sus talones, se acercó nuevamente a la puerta, pero se detuvo en el umbral dándole un ultimátum a su hermana —Joe no está contigo. No dudaría ni un segundo que se cansó de ti. Quizás eres demasiado estúpida y frígida para creer ciegamente en él y en sus promesas ridículas de amor.

      —Gabrielle, no sabes de que hablas —Natle trató de responderle, pero su voz se fue, escuchándose solo un susurro ausente.

      —Él está en la universidad y no tardará de encontrar un remplazo. Solo eres una chiquilla sin expectativas y experiencia que se cree la reina del mundo, pero en la universidad será distinto. Qué no te quepa duda que encontrara a una mujer de verdad, que logre satisfacerlo como lo que es, un hombre y no un niño —camino a la salida pero Natle no sé quedó callada ante su ataque.

      —Mientras no te escoja a ti creo que


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