Hinault. William Fotheringham
bretón y eran, además, la principal fuente de ingresos de los profesionales. La regla no escrita era que el público asistía para ver a los grandes nombres y verlos disputar la victoria. Las estrellas no podían competir al límite de sus fuerzas día sí y día también, por eso había que «dirigir» las carreras. Un grupo de veteranos dictaban el «guion de la carrera»: quién atacaría al principio, quién disputaría las primas, quién sería el ganador al final y quién quedaría segundo. Y había un motivo muy importante para atenerse a dicho guion: no solo que cualquiera que se revelase tuviera que afrontar los insultos de sus colegas, sino que, y esto era lo más importante de todo, tanto los profesionales veteranos como los agentes que les pagaban tenían influencia suficiente como para dictar qué jóvenes corrían en qué critérium. O lo que es lo mismo, el joven que no se amoldase al sistema no podría ganarse la vida.
Los «cabecillas» del pelotón —Rik Van Looy, Fausto Coppi, Jacques Anquetil y demás ciclistas de su cuerda— habían dirigido el negocio de esta forma desde siempre. Tampoco se puede decir que nadie se hubiera revelado ante este orden establecido. Se sabe de «extranjeros» como Tom Simpson, Barry Hoban y Shay Elliot que habían desobedecido las órdenes, sobre todo cuando sentían que los habían excluido de las decisiones que se hubieran tomado. Esto explica el revuelo que causó lo ocurrido durante la Semana Santa de 1975. En aquel fin de semana se celebraban dos importantes critériums en Bretaña: Camors, en la parte sur de la península, entre Lorient y Vannes, y que era un añadido relativamente reciente al calendario, y Ploërdut5, a cuarenta kilómetros al noroeste, y que se había celebrado desde 1948. El Gran Veterano del ciclismo francés, Raymond Poulidor, competiría en Camors por primera vez y, de acuerdo con Maurice Le Guilloux, compañero de entrenamientos y vecino de Hinault en aquel entonces, se suponía que era el elegido para ganar. «Esto no significaba problema alguno, era la tradición. Pero Hinault era un joven profesional, no formaba parte del trato, así que saltó del grupo a toda velocidad consiguiendo todas las bonificaciones, mientras el resto lo perseguíamos a unos cincuenta metros de distancia. Fue una auténtica locura».
Se le indicó a Jean-Pierre Genet y Barry Hoban, dos veteranos y compañeros de Poulidor, que advirtieran a Hinault de que bajara un poco el ritmo. Al terminar la carrera Cyrille Guimard, el ciclista bretón más veterano presente, comunicó a Hinault que no obtendría su paga, por haber «estresado» a todo el mundo. Guimard le advirtió a Hinault de que el día siguiente, en Ploërdut, no quería verle la cara; no quería verlo en cabeza de carrera ni terminar entre los diez primeros. De acuerdo con el relato de Le Guilloux, Hinault no se amedrentó: «Se tiró toda la carrera de Ploërdut cerrando ostensiblemente el grupo y el organizador, al que no le hizo ninguna gracia su descaro, le pagó la mitad. Cosa que tampoco le hizo gracia a Hinault».
Eso de buscarles las cosquillas a sus mayores sería una constante en los primeros años de Hinault. En agosto de 1975 se dio otro episodio similar en el critérium del Circuit de l’Aulne, en Châteaulin, otra prueba importante del calendario bretón, que también sigue en marcha hoy en día. La carrera —que se llama ahora Boucles de l’Aulne— data de la década de los 30 y el número de espectadores que acuden a presenciarla asciende a las seis cifras; pero su factor diferencial esta vez era la fecha en que se celebraba: la tarde posterior al Mundial, cuando el nuevo campeón voló hasta allí para lucir su maillot arcoíris.
Aquella tarde el veterano esprínter francés Jacques Esclassan era el encargado de repartir el dinero; solo los que habían acudido a los Mundiales —los corredores veteranos— estaban en el trato. Se repartirían las ganancias, incluyendo las bonificaciones. Antes de la salida Esclassan se acercó al ciclista que había viajado con Hinault, Raymond Martin, y le pidió que se uniera «al bote»; Martin se negó a menos que se incluyera en el trato al joven Bernard, con quien había dividido los gastos del viaje. No aceptaron su propuesta. Martin se lo contó a Hinault, quien sonrió «con una mueca tiburón», y le dijo «no me quites ojo». Al igual que en Camors Hinault saltó a por las bonificaciones, arrebatándole las tres primeras a Merckx y acompañando la acción con un gesto despectivo. Fue Merckx quien le diría a Charly Rouxel —compañero de Hinault en el Gitane— que calmara a su joven camarada, que lo incluirían «en el trato». Pero si querían calmar a Hinault, con hacerle un hueco no iban a lograrlo, precisamente: se aseguró de ganar la cuarta bonificación, para quedar por encima.
«Así es como Bernard Hinault se ganó un hueco en la elite», escribiría el historiador del ciclismo Benjo Maso. Pero la realidad es un poco más intrincada. Robert Le Roux le había recomendado a Hinault pasar a profesionales lo antes posible, basándose en el principio de que los grandes ciclistas no podían aprender gran cosa en las carreras de aficionados. Además, los Juegos de Montreal 76 estaban en el horizonte y la Federación Francesa estaba decidida a llevar a sus mejores aficionados al equipo nacional. Si Hinault no estaba ya en profesionales al comienzo de la temporada de 1975 era muy probable que no le dejaran obtener su licencia en la elite hasta septiembre de 1976, asegurándose con ello de que corría para el equipo francés en Montreal.
Ni él ni Le Roux deseaban esperar hasta que hubieran pasado los Juegos. Por contra, aquellos eran unos tiempos de vacas flacas, después de que dos de los grandes patrocinadores abandonaran el ciclismo, el Bic —que en su momento fue patrocinador de Anquetil y de Luis Ocaña— y la fábrica de televisores Sonolor, que había financiado un equipo dirigido por el que fuera campeón del mundo, Jean Stablinski, con el apoyo de la marca de bicicletas Gitane. Cuando Hinault se unió a Stablinski en enero de 1975 —habiendo quedado como únicos patrocinadores del equipo Gitane y Campagnolo, que era la marca que le suministraba los componentes— apenas recibiría 2500 francos mensuales; o lo que es lo mismo, el SMIC, salario mínimo interprofesional de Francia. Era comprensible: el equipo había perdido a su patrocinador principal y la salida de Bic significaba que, para los directores de equipo, había más oferta que demanda. La mitad del primer sueldo mensual de Hinault se esfumó en pagar su alojamiento durante la primera concentración del equipo, como era costumbre hasta los 80; pero incluso aunque no hubiera ocurrido esto, con ese sueldo no le daba como para mantenerse a sí y a su familia.
Se había casado a comienzos de diciembre de 1974. Conoció a Martine, su futura esposa, en una boda entre uno de sus numerosos primos y una de las vecinas de ella durante la primavera de 1973, el año que pasó cumpliendo el servicio militar. Se conocieron en el cortejo que las damas de honor y los familiares hacían desde el mairie hasta la iglesia; en sus memorias dejaría una frase para la posteridad, «a primera vista no me pareció nada del otro mundo; pero al final de aquel día ya no pensaba lo mismo, para nada. Habíamos pasado un montón de horas juntos y tuvimos la oportunidad de hablar bastante, apenas nos separamos». Se mudaron a un pequeño apartamento en Rue de l’Eglise, en Yffiniac, frente a la tienda de bicicletas local. Cuando Hinault se marchó a disputar sus primeras carreras como profesional ella ya estaba embarazada; pero para poder completar el escaso sueldo que tenía Bernard ella siguió trabajando como secretaria en la cooperativa de productores de leche local.
El contrato con Stablinski llegó a través del patrocinador del club de Hinault entre 1972 y 1974, Tertre, un minorista electrónico que trabajaba en estrecha relación con Sonolor, que hasta entonces había sido patrocinador de Stablinski. Además, Hinault había llamado la atención del esprínter del Gitane Willy Teirlinck durante algunos de los arranques estilo perro loco que tuvo el bretón durante la Étoile des Espoirs. Había cierto vínculo local: Gitane, el fabricante de bicicletas, tenía su sede en el oeste de Francia y había sido fundada en Machecoul en Loire-Atlantique en 1930. La compañía de propiedad estatal Renault había adquirido el 30% del holding Micmo, propietaria de Gitane, en 1974; patrocinar al equipo era parte de su estrategia para afianzarse en el mercado doméstico francés de la bicicleta, en competencia directa con Peugeot, pero sobre todo con otros dos pequeños fabricantes, Lejeune y Mercier6.
A finales de enero de 1975 Hinault recibió un telegrama indicándole dónde se celebraría la concentración del equipo —Saint-Paul de Vence, en el Sur de Francia— y, como era costumbre en aquel momento, este había sido el único contacto que mantuvo con el equipo durante el invierno tras la firma del contrato, por lo que tuvo que partir inmediatamente. Solo había un problema, además de encontrar un billete de tren: Hinault no tenía maleta y tuvo que pedirle una a su suegra. Ir en coche rumbo sur era