Pensamiento educativo en la universidad. Fabiola Cabra Torres

Pensamiento educativo en la universidad - Fabiola Cabra Torres


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en sus muy conocidos textos de bachillerato.

      AUGUSTO MONTENEGRO GONZÁLEZ

      Augusto Montenegro González murió el 7 de febrero de 2010. Aunque ya jubilado, seguía activo en la Academia Colombiana de Historia, institución a la que ingresó en calidad de académico correspondiente el 5 de marzo de 1996. Así mismo, siempre expresó su aprecio por la Academia Colombiana de Historia Eclesiástica, en cuyo Anuario publicó varios de sus mejores artículos de historia, todos relacionados con la Iglesia cubana en el siglo XX. Fue precisamente su labor como historiador lo que le permitió abrirse camino en el exilio, pues Augusto Montenegro llegó a Colombia el 7 de julio de 1961, cuando arreciaba la revolución en su tierra natal, Cuba. Siempre me llamó la atención la prudencia con la que se refería al régimen dictatorial en la isla y el silencio que prefería guardar en relación con su decisión de salir de Cuba junto con su esposa, Elisa Martínez Nieto, y cinco de sus siete hijos, pues los dos últimos nacieron en Colombia. Entendí entonces y entiendo todavía hoy su prudencia. Los movimientos estudiantiles fueron radicalmente activos durante los decenios de 1960 a 1980, todos ellos favorecedores de una u otra manera de la revolución Cubana, fenómeno del que no escapó la Universidad Javeriana, pues un grupo de sus estudiantes se manifestó precisamente comenzando la década de 1970, años en los que ya Augusto estaba vinculado a la universidad y dirigía precisamente un departamento, el de Historia, al que estaban vinculados estudiantes ideológicamente cercanos o claramente favorables a dicha revolución.

      Como pionero, el doctor Montenegro abrió caminos que hoy transitamos los historiadores javerianos, sin olvidar los cientos de miles de colombianos y centroamericanos que aprendieron la historia de América y del mundo en sus muy conocidos textos de bachillerato.

      Augusto Montenegro González nació en La Habana el 18 de diciembre de 1927. El padre Luis Carlos Mantilla, de la Academia Colombia de Historia, en el obituario que público en el Anuario de Historia Eclesiástica en 2011, escribió que, coherente con sus profundas convicciones católicas, Augusto Montenegro fue dirigente de la Federación de la Juventud de Acción Católica Cubana durante los años 1943 a 1954, y ya profesional, entre 1956 y 1960, continúo vinculado a la Acción Católica Cubana1. Conversando un día, creo que cuando yo ya estaba vinculado como profesor en el Departamento de Historia, me comentó Augusto que precisamente fue desde sus firmes convicciones católicas que había participado en los movimientos contra la dictadura de Batista, pues no podía cohonestar el régimen. Por ello el apoyo inicial a la revolución. Pero, por esas mismas convicciones, fue afín a la decisión de dejar el país y buscar en los lejanos Andes rehacer su vida junto con su esposa y pequeños hijos.

      Augusto, siguiendo las notas del padre Mantilla y datos biográficos que reposan en nuestro Archivo Histórico, cursó en la Universidad de La Habana “estudios superiores en la Facultad de Ciencias Sociales, primero, y luego jurídicos, los que coronó con el grado de doctor en Derecho en 1953”2. Señala el padre Mantilla que Augusto, en 1955, comenzó a ejercer la docencia en las universidades de Santo Tomás de Villanueva y en la Social Católica San Juan Bautista de La Salle, y desde 1956 se vinculó al bufete Camacho, Collazo y Camacho, en el que permaneció hasta su salida de Cuba en 1961. Su actividad como abogado lo hizo acreedor a la membresía de número de la Comisión de Derecho Comparado en el Colegio de Abogados de La Habana y de la Comisión de Derecho Laboral del mismo instituto.

      Ya en Colombia, Augusto se vinculó a la Universidad Javeriana como profesor de Historia el 1 de septiembre de 1961. Igualmente fue profesor de Historia en la Universidad Santo Tomás de Aquino de 1974 a 1977, en la Universidad de La Sabana de 1977 a 1983, en la Universidad Pedagógica Nacional de 1965 a 1968 y de 1981 a 1982 y en la Escuela Militar de Cadetes de 1968 a 1973. Pero su casa fue la Universidad Javeriana, de la que fue profesor titular y emérito, condecorado varias veces y directivo por varios lustros. Augusto estuvo vinculado a la Universidad Javeriana de manera continua por 44 años, hasta su retiro, en 2005.

      LOS ESTUDIOS DE HISTORIA EN LA UNIVERSIDAD JAVERIANA

      El 24 de octubre de 1994 cumplió 25 años la Carrera de Historia de la Pontificia Universidad Javeriana. En el discurso que preparó para esta ocasión, Augusto terminó afirmando:

      Concluyo esta apretada y, quizá ya cansona, síntesis histórica en la que se han omitido muchos nombres y hechos, pero que, no obstante, están grabados en la mente y el corazón de quien ha tenido el privilegio de dar clases, de ser profesor de cientos de alumnos. Si ellos hoy me agradecen, y si las palabras emocionadas del padre vicerrector del Medio Universitario en la misa, me proclaman como patriarca de estos estudios, soy yo quien tiene que agradecer a todos mis exalumnos y a todos los que fueron mis compañeros, porque de ellos aprendí, y con la inquietud, con la pregunta, con la respuesta y, ¿por qué no?, con la crítica, me enriquecieron académica y espiritualmente.3

      Con relación a quienes hicieron posible la existencia de los estudios históricos en la universidad, en el último párrafo del discurso de conmemoración de los 25 años, Augusto relata que:

      En el siglo XIII, un viajero que recorría Francia se encontró con tres hombres en un sitio donde estaban levantando una iglesia. Le preguntó a cada uno que estaba haciendo y el primero le respondió: “Trabajo desde el amanecer hasta la caída del sol y recibo solamente unas cuantas monedas cada día”. El segundo dijo: “Estoy feliz porque me encontraba sin trabajo y ahora puedo sostener a mi familia”. El tercero respondió: “Estoy construyendo una catedral”.4

      Concluye Augusto, siguiendo al tercer albañil, que eso es lo que ha sucedido en todos los años que han transcurrido desde que se inició la formación de historiadores en la Universidad Javeriana: “Ayer y hoy sentimos que realizamos una construcción: la de formar los hombres y las mujeres que construyen científicamente el pasado de nuestra Colombia para crear un futuro mejor”5.

      La formación de historiadores en la Universidad Javeriana, señaló Augusto, se ha caracterizado, primero, porque el programa de estudios “ha sido y es un programa académico inalterablemente fiel al propósito de formar historiadores, investigadores de la Historia”6. Segundo, igualmente importante, se ha caracterizado desde sus inicios en 1969 por constituirse como un

      programa de formación integral para el oficio de historiador, o sea, con la suficiente información en las áreas mundial y continental alejándonos de dos tendencias extremas igualmente peligrosas. Una, el eurocentrismo que analiza exhaustivamente los procesos del Viejo Continente con escasas referencias a Latinoamérica y el resto del mundo. Y otra, la tendencia de mostrar la historia europea únicamente como un sistema político y económico de dominación mundial y como “telón de fondo” donde los protagonistas somos solamente los latinoamericanos y afroasiáticos en condición de colonizados.7

      En todos los años que han transcurrido desde que se inició la formación de historiadores en la Universidad Javeriana: “Ayer y hoy sentimos que realizamos una construcción: la de formar los hombres y las mujeres que construyen científicamente el pasado de nuestra Colombia para crear un futuro mejor”.

      Tercero, finalmente, otra de las características fundamentales de los estudios históricos en la Javeriana, señala Augusto, ha sido el “pluralismo ideológico y metodológico en las cátedras que se dictan en la Carrera”, producto del “respeto a la libertad personal y a la libertad académica”, lo que ha permitido que los estudiantes estén “en contacto con diversas tendencias historiográficas, lo cual es de gran valor para su formación” y base para que los egresados hayan expresado “que conocieron todas las tendencias y leyeron de todas ellas sin prejuicios ni limitaciones”8.

      Recuerda Augusto, en el discurso de 1969 que venimos siguiendo, que la apertura de la Especialización en Historia, en la Facultad de Filosofía y Letras, obedeció a variadas circunstancias, todas las cuales coincidieron con esos álgidos años de finales del decenio de 1960. De una parte, el estremecimiento que en el pensamiento cobró forma con el Mayo francés de 1968, pero también con la crisis ideológica que causó la invasión soviética a Checoeslovaquia, la matanza de Tlatelolco, el movimiento antirracista norteamericano y los movimientos pacifistas contra la guerra en Vietnam, igualmente norteamericanos. De otra parte, la Guerra


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