Un lord enamorado. Noelle Cas
le tocó sentarse una frente a la otra. A Eve, a su derecha, le tocó sentarse con lord Wesley, mientras que a su izquierda debía sentarse lady Sttanford. Ya sentada, Eve echó una hojeada para saber en qué lugar estaba sentado Devon. Por fortuna para Eve, a él le había tocado sentarse al otro extremo de la mesa. A su derecha estaba sentada lady Katrina Sttanford, sobrina de la mujer que estaba sentada a su lado. A la izquierda de Devon, se encontraba sentada lady Meredith Owens. Eve siguió mirando con envidia cómo él iniciaba una charla con Katrina. Sin duda, la mujer era hermosa. A Eve le hubiera gustado estar en el lugar de la mujer y captar la atención del atractivo lord, el hombre que le robaba cada noche el sueño. También se percató de que Morton y Pamela les había tocado sentarse cerca de Devon.
4
Para Devon, la noche estaba transcurriendo de lo más aburrida. Gracias a la conversación que mantenía con lady Katrina, evitó que se quedara durmiendo. De vez en cuando, miraba hacia donde estaba sentada Eve. Su belleza lo atraía como la fuerza de un imán, no sabía que tenía esa mujer para que lo afectara tanto. Estaba preciosa con un vestido rosa pálido que realzaba su figura. Devon se había dado cuenta de que ella también lo miraba de vez en cuando, en alguna ocasión sus miradas se encontraron, pero ella enseguida desviaba los ojos hacia otro lado.
Le sirvieron una deliciosa sopa de mariscos de primer plato, de segundo, sirvieron lomo de cerdo asado con patatas y verduras, el plato principal constaba de ternera guisada aderezada con guisantes, espárragos y pimientos. De postre sirvieron tarta de hojaldre de fresas con nata y tarta de limón.
Cerca de la una y media de la madrugada, dio comienzo al baile. Los músicos empezaron a tocar las primeras notas de un vals. Eve bailó con cuatro caballeros a lo largo de la noche, los había apuntado en su carné de baile al poco tiempo de llegar a la mansión. En la pista de baile también se encontraba Devon bailando con alguna que otra dama. Eve se moría de envidia por no ser ella y estar entre los fuertes brazos del lord. Eve podía ver también que Morton y su esposa se mantenían a un lado observando la pista de baile, pero que no bailaban, ni los dos ni con otras personas.
Devon en la pista, en su tercer baile, tenía entre sus brazos a lady Summerland, una madura viuda que disfrutaba al máximo de la vida, saltándose todas las normas sociales, levantando comentarios cuando hacía acto de presencia. Esa noche, a nadie le extrañaba que estuvieran bailando un vals, ya que creían que estaban hechos el uno para el otro por las vidas tan disipadas que llevaban.
Morton contemplaba al lord con una mirada acerada, en cuanto tuviera ocasión, se desharía de Devon St. Claire para siempre. Ese hombre iba a pagar muy caro por todas las humillaciones que le había hecho pasar delante de algunos de los caballeros más importantes de la nobleza. Se llevó la mano al interior de la chaqueta donde llevaba una pequeña pistola que apenas se apreciaba. Solo tenía que aprovechar cuando Devon se ausentara de la estancia y seguirlo. Cuando no hubiera nadie que lo pudiera identificar dispararía al lord, pensaba, sin perder de vista a su víctima. No podía cometer errores ahora que estaba muy cerca de lograr su propósito.
Media hora más tarde, Eve salió de la estancia para respirar aire fresco. El ambiente en el salón estaba empezando a ser insoportable por el calor, a su parecer, en la estancia había demasiada gente y era imposible respirar.
Fuera de la estancia, se encontró con el mayordomo y pidió amablemente que le entregaran la capa, que iba a salir a tomar aire. El sirviente intentó disuadirla diciéndole que era una noche oscura y fría, que no era aconsejable que una dama saliera sola a esas horas de la noche. Eve lo tranquilizó diciendo que no pasaba nada, que no se alejaría de la entrada. El hombre asintió sin mucha convicción, poco después, ayudó a Eve a colocarse la capa y luego salió. Una fría bocanada de aire la recibió en cuanto puso los pies fuera de la mansión. Bajó las escaleras con cuidado y se puso a caminar por el sendero que daba a la parte trasera de la casa, en la que había un enorme jardín cubierto de unos grandes setos.
Devon vio perfectamente el momento en que Eve despareció del salón, se dio cuenta de que su hermana estaba charlando muy entretenida con tres chicas jóvenes de su misma edad. En cuanto finalizó la pieza, salió de la pista de baile decidido a encontrar a Eve, esa era la ocasión perfecta para hablar con ella sin que nadie se enterara. Salió de la estancia y caminó por el pasillo mirando a un lado y a otro a ver si la veía. El mayordomo lo vio y se acercó a él para preguntarle si ya se iba. Devon negó con la cabeza y preguntó por la dama que había salido minutos antes del salón de baile. El sirviente le dijo que estaba fuera tomando aire fresco. Devon asintió, después caminó por el pasillo hacia la entrada principal. Salió e intentó buscar la silueta de Eve entre la oscuridad, pero estaba demasiado oscuro, las lámparas de gas solo alumbraban el camino de entrada. Bajó las escaleras y se encaminó hacia el jardín trasero de la casa a ver si la encontraba.
Morton se disculpó con su mujer y abandonó la estancia lo más rápido que pudo para no perder la pista a Devon. A ese desgraciado le había llegado su hora, en unos minutos ese estúpido pagaría por todos sus desplantes. Caminó por el pasillo mientras prestaba atención por si estaba en algún rincón de la casa, pero al no verlo, se dirigió hacia la entrada de la casa. Se asomó a la parte izquierda y pudo distinguir una sombra. Morton sacó el arma del interior del bolsillo de la chaqueta, apuntó al blanco y disparó. Luego entró de nuevo en la casa, por si los invitados habían escuchado la detonación y no quería que lo pudieran identificar con el atentado de St. Claire.
Devon escuchó la detonación y su acto reflejo fue tirarse al suelo, pero al mismo tiempo tropezó con algo, más bien con alguien.
―¡Aaaay! ―exclamó una voz de mujer a su lado en el suelo―. ¡Me está aplastando!
―Disculpe, milady ―dijo Devon mientras rodaba hacia el lado derecho, se incorporó y extendió el brazo para ayudarla a levantarse. Devon se dio cuenta de que era Eve y se alegró de encontrarse con ella―. ¿Se encuentra usted herida?
―A simple vista, creo que no, ¿qué ha pasado?
―Alguien ha disparado con intención de matar a uno de los dos.
―A mí no me mire ―respondió Eve recomponiéndose la ropa―, yo no tengo enemigos.
―Y yo tampoco. ―Y también se sacudió, alisándose el frac.
―¿Quizás alguna amante despechada? ―preguntó Eve con una nota de humor. Pero su cuerpo temblaba de la impresión. Le costaba creer que alguien hubiera disparado hacia donde ella se encontraba.
―No es momento para bromear, milady ―dijo él cogiéndola de la mano y la condujo hacia las escaleras de la casa―. Es mejor que entremos antes de que alguien se dé cuenta de que desaparecimos del baile. No quiero poner en peligro su reputación.
―Gracias por su preocupación, milord, pero le aconsejo que se cuide bien las espaldas si hay alguien que quiere matarlo.
Devon no respondió al comentario de Eve. Permanecieron en silencio mientras subían las escaleras, con las manos entrelazadas. En cuanto Eve se percató apartó la mano de la de Devon de forma brusca. A él ese gesto no le gustó para nada, estaba seguro de que la dama estaba al tanto de todos los escándalos que había protagonizado desde que Evelyn había fallecido. Aunque estaba seguro que Eve era por lo menos unos diez años más joven que él, estaba claro que estaba enterada de todos sus escándalos. Se quedaron un rato en la entrada mientras se tranquilizaban y empezaban a respirar con normalidad. Devon aprovechó para mirarla y asegurarse de que Eve no estaba herida. Menos mal que con el alboroto del salón y con la música nadie se había dado cuenta de que alguien había atentado contra ellos. Rato después entraron en el interior de la casa y regresaron por separado al salón de baile.
Morton se maldijo por haber fallado, se dio cuenta al ver entrar de nuevo en la estancia a St. Claire. Tenía la esperanza de que la bala impactara en su cuerpo, pudo apreciar cómo una sombra se desvanecía en el suelo y no podía quedarse más tiempo para saber qué había pasado, no quería que nadie pudiera identificarlo. Pero al verlo entrar vivito y coleando de nuevo en el salón, se dio cuenta de que no le había dado. Ni siquiera tenía