Un lord enamorado. Noelle Cas

Un lord enamorado - Noelle Cas


Скачать книгу
mientras observaba cada movimiento de Devon. Tampoco se perdía nada de lo que hacía Eve, su exprometida seguía siendo una mujer muy guapa, lástima que lo hubiera encontrado en la cama con Pamela; a esas alturas, estaría disfrutando de la fortuna de ella. Su intención había sido casarse con Eve y seguir teniendo a Pamela como amante. Pero todos sus planes se vinieron abajo y finalmente se casó con Pamela, su padre poseía una fortuna mayor que la de los Mcpherson. Pero tan pronto se casó con su esposa, perdió todo el interés en ella como mujer. Después de tanto tiempo, seguía sin ser capaz de sacarse de la cabeza a Eve. Ya que no la podía tener, se alegraba de poder admirar su belleza cuando se encontraban en alguna velada.

      Sobre las cuatro de la mañana, los Dunant, despidieron a los invitados agradeciendo la asistencia, ya que su hija había brillado con luz propia y captó el interés de varios jóvenes.

      Eve y Devon se encontraban muy cerca el uno del otro; mientras se despedían de los anfitriones, Morton y Pamela fueron los primeros en abandonar la casa.

      Después de ver cómo Eve y su hermana se subían al carruaje, Devon se encaminó hacia el suyo, Jonas abrió la puerta tan pronto lo vio acercarse. Era muy fácil reconocer desde la distancia el suyo, el escudo de armas de la familia St. Claire, un águila con el escudo de la bandera irlandesa, era reconocido por todo Londres. Subió al carruaje y tras acomodarse el cochero puso en marcha el vehículo. A su mente volvió el percance que habían sufrido lady Eve y él esa noche. Si esa bala iba dirigida hacia él, no tenía ni idea de quién quería verlo muerto. Él no tenía enemigo alguno, era posible que la bala fuera para la mujer, aunque ella aseguraba que tampoco tenía enemigos.

      Ya en su casa y en su dormitorio, siguió dándole vueltas a la cabeza, pero no encontraba a nadie responsable del atentado. Vincent lo ayudó a desvestirse y con Devon ya en la cama, apagó la luz de la vela y tras dar las buenas noches salió del dormitorio. Pero Devon fue incapaz de pegar ojo el resto de la noche.

      A la mañana siguiente, ya amaneciendo, Eve no había podido pegar ojo el resto de la noche. En cuanto había llegado a casa, le habló a Ángela del extraño suceso. La doncella escuchó atentamente y con cara de preocupación lo que Eve le estaba contando. Conocía muy bien a su ama y tenía la seguridad de que nadie querría lastimarla.

      Era una cuestión que preocupaba mucho a Eve. Pero también seguía pensando lo que su cuerpo había sentido al estar por unos momentos en el jardín y rodeada por el cuerpo de Devon. Su cuerpo se estremeció de placer al recordar el contacto. Y luego... cuando había entrelazado su mano con la de ella, Eve se había olvidado de todo en ese breve período de tiempo. La mano todavía le hormigueaba por el contacto de Devon en su piel.

      A las ocho y media de la mañana, Ángela entró en el dormitorio de Eve, interrumpiendo los pensamientos de esta. Portando entre las manos una bandeja en la que había su acostumbrada taza de chocolate caliente y dos rebanadas de pan. La doncella se acercó a la cama y dejó la bandeja sobre la mesilla de noche; poco después, le pasaba la taza de chocolate a Eve, mientras preguntaba:

      ―Milady, ¿se encuentra más tranquila esta mañana? ―Quiso saber la doncella.

      ―No, Ángela. Todavía me cuesta creer que alguien disparara contra el lord y contra mí.

      ―Ambos deberían ponerse de acuerdo y denunciar el hecho ante el alguacil ―dijo Ángela tajante.

      ―Eso es completamente imposible, toda la ciudad se enteraría de que lord Devon y yo estábamos juntos y empezarían las especulaciones sobre mí, y no quiero que mi buena reputación quede en entredicho.

      ―En eso tiene razón, milady ―continuó diciendo la doncella mientras pensaba en una solución que pudiera ayudar a su ama―. ¿Lady Edi se ha percatado del incidente?

      ―No, para nada... ambos volvimos al salón de baile para disimular. Estoy segura de que yo no era el blanco de esa bala, solamente estaba en el lugar equivocado en el momento menos oportuno.

      ―Eso quiere decir que hay alguien que quiere sacar de en medio al lord.

      ―Esa es la conclusión a la que he llegado yo. Seguramente alguna de sus muchas amantes rechazada y dolida, quiere matarlo para vengarse de él.

      La doncella se puso a dar vueltas, pensativa, por el dormitorio, mientras Eve se terminaba el desayuno. Pero Ángela había llegado a la misma conclusión que la joven. Gracias a otras doncellas, la mujer estaba al tanto de todas las aventuras del lord. Solía encontrarse con alguna de ellas cuando acompañaba a pasear a Eve. Mientras la doncella se mantenía a una distancia prudencial, entablaba amistad con sus compañeras de oficio. Veinte minutos después, decidieron dejar el asunto y cambiaron de tema ya que no encontraban respuesta alguna que solucionara el rompecabezas.

      Diez minutos más tarde, Eve apartó las mantas y se levantó de la cama. Luego se sumergió en la bañera de agua caliente que los sirvientes le habían preparado. Se dejó estar mientras el agua caliente le relajaba los músculos, ya que los tenía bastante doloridos al recibir el impacto del fuerte cuerpo de Devon. Su mente volvió a conjurar la imagen del lord, pero Eve sacudió rápidamente la cabeza para sacarse a Devon de la mente. No podía seguir pensando en ese hombre, si seguía por ese camino, se iba a volver completamente loca. Eve no podía seguir albergando sentimientos románticos hacia un hombre como él, que únicamente utilizaba a las mujeres para su propio placer y beneficio, sin importarle los sentimientos de las personas que dejaba heridas por el camino. Eve era una idiota por seguir pensando en un hombre como Devon. Debería estar más que escarmentada por todo lo que le habían hecho Morton y Pamela. Miró la mano que él había sujetado para acompañarla de nuevo al interior de la mansión, todavía le ardía por el contacto de Devon.

      Salió de la bañera cuando el agua se empezaba a enfriar. Eve le pidió a Ángela que le acercara una toalla para poder secarse, luego se puso la ropa interior y se acercó a la cama donde la doncella ya tenía sobre la cama un vestido de muselina verde aguamarina, guantes de piel a juego y un sombrerito a juego con un lazo blanco. Por la tarde tenían previsto que todas las patrocinadoras de Almack´s las visitaran esa tarde, a Edi y a ella, para informarlas si eran socias del club o no. Ya vestida, Eve se sentó frente al tocador, mientras la doncella le cepillaba el pelo y luego le rizó el cabello dejando que le cayera en suaves ondas. Luego le aplicó polvo de arroz para matizar la piel de Eve. Minutos después, contemplaban el resultado frente al espejo de cuerpo entero. Cada día, Eve se asombraba de las aptitudes que tenía su doncella para el estilismo. Y poco después, se puso el sombrerito.

      Devon se encontraba en el despacho sentado en el asiento frente al escritorio. La estancia estaba decorada en un tono muy masculino que a él le encantaba. Después de la biblioteca, el despacho era otra de las estancias favoritas de Devon, ya que era donde más tiempo solía pasar cuando se encontraba en la mansión. Las paredes de la estancia estaban pintadas en un tono azul oscuro. Era amplio y con un gran ventanal del que colgaban unas cortinas lisas un tono más claro que el de las paredes. A la derecha, se encontraba el escritorio de madera oscura, a la izquierda había un sofá largo de piel de color negro. En la pared de enfrente había una consola en la que descansaban varias botellas de vino y dos licoreras. Encima estaba colgado el cuadro del difunto abuelo de Devon y detrás de él, tenía oculta la caja fuerte.

      Ese día, estaba vestido con un traje color verde oscuro, una camisa blanca y un pañuelo de seda color beige. Esa mañana había dejado que los rizos del pelo cayeran sueltos y salvajes, que hacían que el aspecto de Devon fuera más irresistible. Era imposible no darse cuenta del magnetismo que irradiaba ese hombre. Pero ayudaba el hecho de que Vincent escogía de forma acertada el vestuario adecuado para cada ocasión.

      Seguía con los pelos de punta pensando en lo que había sucedido la noche anterior. Tenía que encontrar cuanto antes al responsable del disparo. Pero llegado a ese punto, no tenía muy claro que la bala fuera para él. «Ninguna de sus amantes había sido invitada a la velada, por fortuna», pensó Devon. Pero cabía la posibilidad de que alguna de ellas se colara en la propiedad esperando el momento perfecto para atacar. Si era así, seguramente habrían visto salir a Eve y a él, creyendo que ambos se habían citado a escondidas. Al verlos juntos, dispararon contra


Скачать книгу